El físico Rolf Tarrach, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación del país, presentó hace un mes su dimisión en una carta enviada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, según confirmaron ayer fuentes oficiales a ABC. El ministro…
El físico Rolf Tarrach, presidente del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de
investigación del país, presentó hace un mes su dimisión en una carta
enviada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, según confirmaron ayer
fuentes oficiales a ABC. El ministro Josep Piqué aceptó la petición
formulada por el profesor Tarrach, aunque le ha pedido que permanezca
al frente del CSIC provisionalmente a la espera de su relevo. La razón
oficial esgrimida por el científico catalán es su deseo de volver a la
docencia y la investigación en el campo de la física teórica. Siempre
según las fuentes consultadas, Tarrach ya expuso su voluntad de soltar
el timón del CSIC cuando Josep Piqué relevó a Anna Birulés al frente de
este Ministerio, en la última remodelación del Gobierno. «La relación
entre el presidente del CSIC y el ministro de Ciencia y Tecnología es de
total cordialidad», precisaron ayer a este periódico. No obstante, desde la
comunidad científica se apunta que en esa carta Tarach expresa
diversas quejas a los responsables del Ministerio, un extremo que no
confirmaron los portavoces oficiales, según recoge el diario ABC.
La salida de Rolf Tarrach había sido objeto de muchas especulaciones
desde hace varios meses entre la comunidad científica, que advertía
signos de desmotivación en este acreditado físico, a la par que
denunciaba un deterioro interno de la institución más prestigiosa de la
ciencia española, que ha alcanzado su punto álgido con el cuestionado
papel realizado por el CSIC en la crisis del petrolero «Prestige».
De la mano de Birulés
Tarrach llegó a la presidencia de CSIC, un organismo público de
investigación que cuenta con más de 2.000 científicos y 388
instalaciones distribuidas por todo el territorio nacional, de la mano de la
ministra Anna Birulés, aunque inicialmente la oferta que se le realizó fue
la de responsable de la Dirección General de Investigación. En sus
primeras declaraciones a este periódico, tras tomar posesión de su
cargo, Tarrach dejó claro que abandonaría el puesto si realmente no
tenía capacidad para contribuir a mejorar esta institución fundada en
1939.
Según fuentes de la comunidad científica consultadas por ABC, las
relaciones entre Tarrach y el equipo de Anna Birulés no fueron fáciles. La
mayor partes de las iniciativas presentadas desde la presidencia del
CSIC eran frenadas en la secretaria de Estado de Política Científica,
entonces ocupada por Ramón Marimón, que asumió la coordinación de
los organismos públicos de investigación (OPIS). La primera crisis de
importancia en esta tensa relación surgió al conocerse la existencia de
un borrador, luego desechado, en el que se planteaba la creación de un
único organismo público de investigación, lo que suponía en la práctica
la desaparición del «buque insignia» de la ciencia española. Este plan
suscitó gran inquietud en los científicos del CSIC, muy críticos con lo que
en los laboratorios se llamaba «pastoreo» de los organismos públicos
de investigación desde el Ministerio.
Aunque ese proyecto fue abandonado, durante el pasado año comenzó a
diseñarse un segundo plan de reordenación, que incluía la
homologación del personal científico de todos los OPIS (se crearían dos
grandes colectivos de investigadores), y la constitución de institutos
«virtuales» que aglutinarían áreas de investigación que ahora se
acometen de forma dispersa en el CSIC y los demás centros que
dependen de Ciencia y Tecnología.
Este segundo plan se concibió antes del nombramiento del ministro
Josep Piqué y coincidió en el tiempo con una reunión celebrada en el
CSIC entre Rolf Tarrach y el resto de investigadores que han ocupado la
presidencia de ese organismo. En ese encuentro, celebrado en
septiembre del pasado año, Tarrach expresó abiertamente su
preocupación por el futuro de la institución, como informó entonces ABC.
La crítica que más repetidamente se le ha oído a este investigador ha
sido la escasa autonomía de gestión del CSIC, que cercenaba la
capacidad de maniobra de la presidencia.
El «Prestige», último detonante
Aunque la presidencia del CSIC ha tenido poca influencia durante su
mandato en el diseño de la política científica, este organismo se ha visto
salpicado por la irritación causada en la comunidad científica por la
gestión de algunos planes diseñados por el equipo de Birulés, como el
programa Ramón y Cajal para la contratación de investigadores, o los
retrasos en el pago a los proyectos. La situación interna en el CSIC ha
ido encrespándose en los últimos meses y alcanzó su punto culminante
hace dos meses cuando surge la crisis del petrolero «Prestige». Este
organismo ha sido objeto de críticas tanto internas como externas por
sus últimas actuaciones en relación con la catástrofe ecológica de
Galicia, tanto por el retraso en la difusión de sus informes como por el
contenido de alguno de ellos. camente
El nombramiento del vicepresidente del CSIC, Emilio Lora Tamayo, como
responsable del comité científico que asesora al Gobierno sobre las
medidas para paliar la salida del fuel del buque hundido, precipitaron
hace un mes los rumores de una salida inminente de Rolf Tarrach.