Los virus del papiloma humano
(VPH) comprenden un
grupo de virus que se transmiten
casi exclusivamente por contacto
sexual, y cuya infección es
la causa de la mayoría de los casos
de cáncer de cuello de útero,
también llamado cáncer de cérvix,
además de otros como el de
vulva, vagina, ano y pene.
Existen más de 120 tipos
distintos de estos virus que pueden
infectar al ser humano,
aunque sólo 15 de ellos se consideran
de alto riesgo para el
desarrollo de cáncer de cuello
de útero, siendo los tipos 16 y
18 los causantes de más del
70% de los cánceres. Otros tipos
(tipos 6 y 11) son los causantes
de los denominados
condilomas acuminados (verrugas
genitales) y de la aparición
de verrugas en la parte alta de
las vías respiratorias (papilomatosis
respiratoria recurrente),
debido a la infección de las vías
respiratorias que se produce,
durante el parto, en el recién
nacido de una madre infectada.
En el mundo, aproximadamente
el 10-15% de las mujeres
de 30 a 35 años están infectadas,
si bien existen grandes
diferencias entre países, asociadas
a los distintos comportamientos
sexuales (más riesgo
cuando es más alta la promiscuidad
sexual y la edad de inicio
de las relaciones sexuales).
En cuanto al cáncer de
cérvix, cada año se diagnostican
en España 2.100 nuevos
casos. Con 740 muertes al
año, este cáncer es, después
del cáncer de mama, el segundo
más frecuente en mujeres
entre 15 y 44 años.
El principal factor de riesgo
para el desarrollo de un
cáncer de cérvix es el no haberse
realizado cribados citológicos
regularmente. En España,
8 de cada 10 cánceres de
este tipo aparecen en mujeres
no cribadas.
Otros factores de riesgo para contraer la infección son:
' Inicio temprano de las
relaciones sexuales.
' Elevado número de parejas
sexuales a lo largo de la
vida.
' Cambio reciente de compañero
sexual.
' Contacto sexual con una
persona con historia sexual promiscua.
' Inmunosupresión.
' Tabaquismo.
El contagio
El VPH genital se contrae generalmente
a través del contacto
sexual y puede contagiarse de
persona a persona por cualquier
contacto con la piel, no
sólo mediante las relaciones sexuales.
El virus afecta tanto a
hombres como a mujeres.
Aunque el preservativo es
muy efectivo en la prevención
de otras enfermedades de
transmisión sexual, no es tan
efectivo a la hora de prevenir
el VPH, ya que este virus puede
encontrarse en la piel no
cubierta por el mismo. Aún
así, supone un mecanismo de
prevención importante.
Sin síntomas
La infección por los papilomavirus
pasa desapercibida al no
producir síntomas. En la mayoría
de las personas infectadas,
el virus desaparece espontáneamente
sin secuelas a lo
largo de los dos años siguientes
a la infección. Teniendo en
cuenta la alta frecuencia de
circulación de los virus y la
gran cantidad de tipos distintos,
las reinfecciones y las infecciones
múltiples (por distintos
tipos de este virus a la vez)
son muy frecuentes, de manera
que más del 50% de las
personas sexualmente activas
han sido infectadas en algún
momento de su vida sexual.
No obstante, un síntoma
habitual, tanto en el hombre
como en la mujer, es la aparición
de condilomas (verrugas)
que aparecen en la región genital
y que pueden tratarse fácilmente
mediante medicamentos
o por cauterización.
En los casos en los que los
virus de los tipos asociados al
cáncer no son eliminados y quedan
en las capas profundas de la
piel y mucosas genitales, aparecen
al cabo de los años lesiones
precancerosas (hasta en 30 de
cada 100.000 mujeres) que si no
se eliminan quirúrgicamente
evolucionan hacia el cáncer.
Hasta el momento, la exploración
ginecológica y la realización
de citologías periódicas
(prueba de Papanicolaou) en
las mujeres sexualmente activas
son las estrategias que han permitido
el diagnóstico temprano
y el control de las lesiones precancerosas,
con disminución
importante de la frecuencia de
cáncer de cuello uterino.
La recomendación de realización
cada 3-5 años de citologías
en todas las mujeres sexualmente
activas ha demostrado su
eficacia y los especialistas consideran
que deben mantenerse
de acuerdo a los criterios científicos
y a los antecedentes de
cambios de pareja y resultados
de las citologías previas de cada
mujer.
La utilización de las vacunas
frente a los tipos de virus
del papiloma más patógenos,
recientemente comercializadas
en España no elimina la necesidad
de realización de las citologías,
si bien permite ir
adecuando la frecuencia de su
realización en mujeres vacunadas
con intervalos de control
más largos.
Tratamiento
No existe tratamiento para la
infección. En las mujeres en las
que, a través de las citologías,
se detectan lesiones precancerosas
de cuello uterino, éstas se
tratan mediante técnica quirúrgicas,
con resección más o menos
amplia en dependencia del
grado de la lesión. Puede requerir
la histerectomía (extirpación
del útero) y tratamientos
antitumorales cuando se
detecta un cáncer.
La importancia del cribado
El denominado 'cribado'
cervical se utiliza para encontrar
células del cuello del
útero anormales en fases
precoces de crecimiento,
cuando pueden ser fácilmente
eliminadas y, por lo tanto,
no progresar a cáncer.
La prueba que se utiliza
habitualmente para detectar
posibles alteraciones es la citología.
Durante una rápida,
sencilla e indolora exploración,
el médico toma una
muestra de células del cuello
del útero usando una pequeña
espátula. Estas células son
enviadas al laboratorio, donde
serán examinadas.
Toda mujer debería empezar
sus revisiones no más
tarde de tres años después
de su primera relación sexual.
Después de dos citologías
normales, la siguiente
revisión debe hacerse a los
tres años. A los 35 años de
edad, además de la citología
se debe realizar un test de virus
del papiloma humano
(VPH). Si la citología y el test
de VPH son negativos, la revisión
puede realizarse cada
cinco años.
Más información:
www.sego.es
www.aepcc.org