La probabilidad de que una mujer a partir de los 50 años sufra una fractura de vértebra, como consecuencia de la osteoporosis, es del 50 por ciento. Sin embargo, una vez que se produce una fisura, el riesgo de padecer otra se duplica.
Aparte del dolor agudo que provoca, las fracturas osteoporóticas condicionan la calidad de vida de estas personas e incluso su supervivencia, ya que el 15 por ciento de ellas va a fallecer durante el siguiente año de la fractura, según Javier del Pino, jefe de Servicio de Reumatología y Enfermedades Autoinmunes del Hospital Universitario de Salamanca.
Por esta razón, al igual que el Dr. del Pino, otros especialistas en tratamientos del dolor, ven necesario la realización de nuevos estudios que determinen el efecto de los opioides en este tipo de casos, ya que los primeros resultados apuntan a que la utilización de estos fármacos, al tener un efecto tan rápido, evita una mayor pérdida de la masa ósea, fundamental para que no se vuelvan a producir las fracturas de vértebras.
Uno de los grandes vacíos en investigación está en evaluar la influencia de los opioides durante el periodo en el que el paciente está inmovilizado, que suele durar de cuatro a seis semanas, ya que permiten que la recuperación sea más rápida evitando la pérdida de mayor masa ósea, logrando que el paciente se integre lo antes posible en una vida normal.
Estas conclusiones se han puesto de manifiesto en el último encuentro organizado por la Cátedra Extraordinaria del Dolor Fundación Grünenthal de la Universidad de Salamanca, realizados periódicamente, y que permiten compartir experiencias e intercambiar puntos de vistas en el ámbito del dolor.
Dichas reuniones son coordinadas por el profesor Clemente Muriel, director de la Cátedra Extraordinaria del Dolor "Fundación Grünenthal" de la Universidad de Salamanca y jefe del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Clínico Universitario de Salamanca.