Falta de tiempo, timidez,pudor o ausencia de síntomas,las excusas son varias perola realidad sólo una: ungran número de mujeres deentre 50-60 años no se ha sometidoa una revisión ginecológicadesde el último parto. Yes que, tal y como explica ladoctora Irene Matarranz, ginecólogade la Clínica Tambre…
Falta de tiempo, timidez,
pudor o ausencia de síntomas,
las excusas son varias pero
la realidad sólo una: un
gran número de mujeres de
entre 50-60 años no se ha sometido
a una revisión ginecológica
desde el último parto. Y
es que, tal y como explica la
doctora Irene Matarranz, ginecóloga
de la Clínica Tambre de
Madrid, 'las mujeres en edad
posmenopáusica son menos
conscientes que las jóvenes de
la importancia de acudir al ginecólogo
de forma periódica
para prevenir ciertas patologías
y, en la mayoría de los casos,
acuden sólo cuando son
traídas por sus hijas'.
No hay ninguna duda de
la eficacia de las revisiones ginecológicas
y más aún cuando
se sabe que ciertas alteraciones
en el cuello del útero o
infecciones ginecológicas llegan
'sin hacer ruido2 y sólo se
pueden descubrir en estas citas.
Una única revisión anual
puede bastar para prevenir la
mayoría de las patologías ginecológicas.
Primera revisión
La primera revisión ginecológica
en la vida de una mujer, salvo
que haya algún problema
previo, ha de producirse tras
mantener sus primeras relaciones
sexuales, pues el riesgo de
contagio de una enfermedad
de transmisión sexual se acrecienta
en estos primeros encuentros
íntimos. Pero la realidad
dista mucho de la teoría.
Una encuesta realizada por la
Sociedad Española de Ginecología
y Obstetricia ha puesto
sobre la palestra que el 52 por
ciento de las jóvenes de 16 a
24 años, edades en las que el
sexo no parece ser ningún misterio,
no han ido nunca al ginecólogo,
al igual que el 28 por
ciento de las mujeres de 20 a
29 años y 17 por ciento de las
españolas de cualquier edad.
En opinión de la doctora
Matarranz, 'es fundamental que
los jóvenes dispongan de toda la
información necesaria acerca de
los métodos anticonceptivos, no
sólo para evitar embarazos no
deseados, sino sobre todo para
impedir la transmisión de enfermedades
tan importantes como
la hepatitis, el sida u otras que, si
bien menos graves inicialmente,
pueden ocasionar serios problemas
de infertilidad en un futuro.
Es necesario que los jóvenes conozcan
que las infecciones genitales
son una importante causa
de esterilidad tanto en hombres
como en mujeres'.
El 'ABC' de una
revisión rutinaria
El pudor y la vergüenza son
los anfitriones de cualquier revisión
ginecológica pero no
por ello se ha de dejar de hacer.
Piense que su salud depende
en gran parte de ella. Y
no se deje ganar por los nervios.
Si está tensa, lo único
que conseguirá es que los
músculos de la pelvis se contraigan
y, por tanto, las molestias
sean mayores.
Una revisión ginecológica
rutinaria se resume en la realización
de una citología (toma
de una pequeña muestra de
tejido del útero) y una exploración
vaginal, la cual consta
de dos partes. En la primera el
ginecólogo se valdrá de un espéculo,
un pequeño instrumento
en forma de pico de
pato que al abrirse en el interior
de la vagina permite observar
el cuello de útero a simple
vista y observar las posibles
lesiones que pueda haber en
la pared vaginal. En la segunda
parte de la exploración, el
médico podrá realizar una
ecografía generalmente vaginal
o bien una exploración
manual para lo que introducirá
sus dedos índice y corazón
en el interior de la vagina y
colocará la otra mano en la
zona inferior del abdomen. De
esta forma, explora el útero y
los ovarios.
A partir de los 45-50 años,
se suma a estas dos pruebas la
mamografía, una herramienta
indispensable para la prevención
y detección precoz del
cáncer de mama.