En
prevención cardiovascular es imprescindible conocer el
riesgo cardiovascular. El perfil de alto riesgo o muy alto riesgo cardiovascular se define a través de distintos factores de riesgo, como enfermedad vascular, coronaria, cerebrovascular y/o periférica; diabetes; dislipemia; hipertensión; obesidad y tabaquismo. El riesgo aumenta si alguno de estos factores no están controlados.
En el grupo de alto riesgo se encuentran aquellos que presentan factores de riesgo individuales muy elevados, como colesterol total (CT) >310 mg/dl o c-LDL>190 mg/dl o presión arterial mayor o igual a 180/110 mmHg. También están en esta categoría los que tienen hipercolesterolemia familiar sin otros factores de riesgo mayores, enfermedad renal crónica moderada y TFGe (tasa de filtrado glomerular estimada) 30-59 ml/min. A esta lista hay que añadir la
diabetes mellitus sin daño en órgano diana o enfermedad de al menos 10 años de duración u otro factor de riesgo adicional.
Por su parte, los
pacientes en muy alto riesgo son los que presentan
hipercolesterolemia familiar con enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVAS) u otro factor de riesgo mayor, enfermedad renal crónica grave (TFGe <30 ml/min), diabetes mellitus con daño en órgano diana y tres o más factores de riesgo mayores, como diabetes mellitus tipo 1 de inicio temprano y larga duración (> 20 años).
Objetivos a lograr
En esta situación, se intenta llegar a un cLDL reducido. Algunos pacientes en tratamiento con inhibidores de PCSK9 están con cifras muy bajas y no se modifica el tratamiento.
En pacientes de muy alto riesgo se recomienda reducir más del 50% del valor basal de cLDL y un objetivo < 55 mg/dl. Por ello, se utilizan en este perfil de pacientes
estatinas potentes (
rosuvastatina o atorvastatina), combinaciones con ezetimiba o IPCSK9.
La combinación debe valorarse de inicio en pacientes con cifras basales de cLDL superiores a 140 mg/dL.
Estilo de vida
Se deben establecer unas recomendaciones generales a la población para reducir su
riesgo cardiovascular y mejorar el control del
colesterol, además del tratamiento farmacológico, entre las que se encuentra una correcta alimentación y el ejercicio físico habitual adaptado a las características propias de cada paciente.
Trastorno mental
La prevalencia de
factores de riesgo cardiovascular y el riesgo de morbimortalidad cardiovascular son más altos en los pacientes con
trastorno mental que en la población general.
Los estudios con pacientes que presentan un trastorno bipolar y esquizofrenia indican que tienen un mayor riesgo de presentar
factores de riesgo cardiovascular, como tabaquismo (71%), hipercolesterolemia (66%), hipertrigliceridemia (26%), hipertensión arterial (18%) y diabetes (5%). El síndrome metabólico también es más frecuente en este grupo de población. Además sufren más ansiedad y depresión en comparación con grupos de edad similares.
Existen pocos estudios que evalúen los
factores de riesgo cardiovascular y el riesgo cardiovascular en pacientes con
trastornos mentales y la mayoría se han ceñido a subgrupos concretos.
Promoción de la salud
La prevalencia más alta de algunos factores de riesgo cardiovascular en los trastornos mentales indica la importancia de las actividades de
prevención y promoción de la salud. La gran vulnerabilidad de este grupo de población precisa, más que nunca, que el modelo de atención biopsicosocial no sea una entelequia sino una realidad.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología María Victoria Moreno Flores, Alicia Mateo Martínez, Ángel Antonio López Cuenca, Tomás Jesús Cubero López y Matías Pérez Paredes, y la endocrinóloga Mercedes Pascual Díaz, del Hospital Morales Meseguer, en Murcia; Belén Martínez Lasheras, Esteban Martín Echevarría, Pedro Tomás Tobarvela, Raquel Gutiérrez Bermudez, Raquel Luna Álvarez, Iván López Quidor, de Guadalajara.