Aunque se describió hace más de 100 años, la punción lumbar continúa siendo una importante herramienta diagnóstica. Es el método empleado en la actualidad para obtener, mediante la inserción de una aguja especial en la columna lumbar, una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo (LCR).

En líneas generales, el médico suele ordenar una punción lumbar con dos objetivos: uno diagnóstico y otro terapéutico, bien para medir la presión existente en el líquido cefalorraquídeo o para recoger una muestra del mismo con el fin de realizar pruebas adicionales y confirmar o descartar así determinadas enfermedades o alteraciones. Los anestesistas también suelen recurrir a la punción lumbar para administrar anestesia epidural o raquídea (conocida también como bloqueo subaracnoideo), en determinadas intervenciones quirúrgicas.

En el tratamiento del cáncer, en ocasiones la medicación (quimioterapia) se administra directamente a través de la aguja de punción lumbar en el LCR. El medicamento fluye libremente en este líquido y alcanza el cerebro o la médula espinal, allá donde se necesita.

¿Cómo se realiza?

Durante una punción lumbar, el sujeto permanecerá acostado de lado o sentado bien derecho. Le frotarán la piel de la espalda con una solución antiséptica y le inyectarán un anestésico local en la piel. Una vez el anestesista haya comprobado que la piel está dormida por el efecto del anestésico local, insertará una aguja de pequeño calibre en la espalda a nivel de la cadera por debajo del final de la columna vertebral. Hará avanzar la aguja con cuidado hasta encontrar el LCR.

Para un examen del LCR, extraerá el equivalente a 1-2 cucharaditas de líquido y lo introducirá en tubos especiales esterilizados. Si le practican anestesia epidural para una intervención quirúrgica, no le extraerán líquido. El anestésico se inyecta directamente en el LCR y se le dormirán las piernas y las nalgas.

Es conveniente que el paciente acuda a realizarse la prueba acompañado de un familiar o un amigo por si después presenta alguna molestia.

Molestias

La punción molesta igual que cualquier pinchazo. Durante el proceso, el paciente puede notar una sensación de descarga eléctrica hacia una pierna, lo que no debe preocuparle. Lo más común es que aparezca dolor de cabeza, debido a la disminución de presión secundaria a la extracción de líquido. Este problema se subsana con reposo en cama, algún calmante e ingesta abundante de líquidos durante las horas siguientes a la punción. Las infecciones son raras al realizarse la técnica en condiciones estériles.

Tras la realización de la punción, lo habitual es que el médico recomiende guardar reposo el resto del día e incluso el siguiente, así como evitar cualquier actividad física violenta y/o extenuante durante las 48 horas siguientes.

En ocasiones la punción lumbar es difícil de llevar a cabo. Las personas sometidas a cirugía de la espalda, las que presentan anomalías de la columna como una escoliosis (curvatura de la columna vertebral), las embarazadas o las personas muy obesas pueden presentar más problemas a la hora de una punción lumbar. Es más fácil de llevar a cabo si el paciente sigue al pie de la letra las instrucciones sobre la postura que ha de adoptar.

Los secretos de la punción lumbar