Redacción, Madrid.- En España, cuatro millones y medio de personas sufren dolor crónico y llevan una media de nueve años padeciendo esta situación. Así, y según se desprende de un estudio elaborado por la Sociedad Española del Dolor (SED), la aceptación del sufrimiento es especialmente alta en nuestra cultura y entre las personas de más edad. "Si la población española no tuviese ese grado de conformidad, probablemente los médicos prestarían más atención a este problema", tal como ha afirmado el doctor Manuel Rodríguez, presidente de la SED.
Este análisis procede del estudio "Valoración socio-epidemiológica del paciente mayor de 65 años con dolor crónico no oncológico", cuyos resultados han sido presentados durante el Día del Dolor 2004, celebrado ayer, 16 de noviembre. Los datos revelan, entre otros aspectos, que el 75,3 por ciento de los pacientes encuestados cree que soporta mejor el dolor gracias a sus creencias religiosas.
Los mayores no son conscientes de otro dato que perjudica su óptimo tratamiento: se tarda una media de tres años y medio en que los pacientes sean derivados a las unidades hospitalarias especializadas. A pesar, según afirma el doctor Rodríguez, "de que en esas unidades reciben la terapia más adecuada y se produce una mejora significativa de su calidad de vida."
Empeoramiento de la calidad de vida
Tal como se revela en este estudio, que se ha realizado gracias a la colaboración de la Fundación del Instituto Upsa del Dolor, la realidad es poco alentadora. El 68,8 por ciento de los pacientes con dolor crónico, mayores de 65 años, considera que su dolencia tiene una influencia alta o muy alta en su calidad de vida, llegando a afectar a su estado de salud (el 71,9 por ciento sostiene que el dolor ocupa un lugar muy importante en su vida).
La valoración socio-epidemiológica del paciente mayor de 65 años con dolor crónico no oncológico ha contado con la participación de 594 ancianos tratados en las unidades de dolor de 15 hospitales españoles. A través de sus respuestas, se ha observado una relación directa entre la calidad de vida y la intensidad del dolor, dado que esta dolencia impide a los pacientes llevar una vida normal: afecta al descanso "el 43,4 por ciento se despierta a causa del dolor y el 44 por ciento necesita medicamentos para dormir" y cambia el estado de ánimo. Esta situación puede contribuir a alterar la salud mental del paciente. El 33 por ciento de estos enfermos reconoce que padece depresión y el 18,9 por ciento recibe tratamiento psicológico.
La importancia del dolor va más allá del ámbito del enfermo, ya que, por ejemplo, el 58 por ciento de las personas que lo padecen reconoce que ha perturbado sus relaciones familiares. "El dolor crónico hace que la vida del paciente gire completamente alrededor de este problema, lo que le aísla de su familia y sus amistades", según palabras del presidente de la SED.
El estudio también pone de manifiesto que los enfermos con dolor crónico tienen que desplazarse, por lo general, una media de 25 kilómetros para ser atendidos en las unidades de dolor de los hospitales que disponen de ella. Para lograr que el paciente reciba un tratamiento adecuado en el lugar más próximo a su domicilio, el presidente de la SED propone la creación de unidades de dolor en los centros de salud.
Respecto al tratamiento que obtienen estos pacientes, el 54 por ciento recibe terapia no farmacológica, siendo el bloqueo nervioso, la rehabilitación y la fisioterapia las medidas más utilizadas para aliviar el dolor que padecen los enfermos mayores de 65 años.
En cuanto a las medidas farmacológicas, la valoración socio-epidemiológica del paciente mayor de 65 años con dolor crónico no oncológico señala que los medicamentos más empleados son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE),
Sin embargo, en línea con la Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR), el doctor Manuel Rodríguez recomienda emplear los antiinflamatorios no esteroideos en aquellas patologías para las que están indicados y seguir la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si el paciente no responde durante tres o cuatro semanas, es necesario cambiar al siguiente escalón terapéutico, en el que se encuentran los opiáceos menores y las asociaciones de estos con medicamentos como el paracetamol.
Este experto insiste, finalmente, que el dolor crónico se puede tratar y, por lo tanto, las personas que lo padecen "deben exigir un cuidado adecuado", "aunque -añade- el problema es que la inmensa mayoría de los médicos no siempre maneja toda la información sobre los medicamentos disponibles". Como solución, propone mejorar la formación en el tratamiento del dolor de los especialistas y médicos de Atención Primaria, además de hacer hincapié en que cualquier plan de mejora del control del dolor crónico debe pasar por los centros de salud, "ya que es ahí donde se trata al 83 por ciento de estos pacientes".