Redacción, Adeje (Tenerife).- Una mayor educación sanitaria a los profesionales que trabajan en las unidades de trasplantes sería una de las claves para aumentar las pobres tasas de donaciones de riñón en vivo que existen en España y que asciende sólo al 2,5 por ciento de todas las donaciones renales. Así lo ha explicado el doctor Josep Lloveras, jefe de Servicio de Nefrología y del Programa de Trasplantes del Hospital Universitario del Mar de Barcelona y vicepresidente, además, de la Sociedad Internacional de Trasplantes (SIT). Lloveras participa en el XXXIV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), que se celebra en Tenerife.
Según este experto, la tasa de donaciones de vivo en Europa asciende al 20 por ciento, mientras que en países como EEUU, el 42 por ciento de las donaciones proceden de personas vivas.
Sin embargo, el especialista subraya que este aumento no debe influir en la tasa de donaciones de cadáver, que en España es la más alta del mundo. "No se trata de que aumenten las donaciones de vivo y disminuyan las de cadáver", advierte. Según el doctor Lloveras, gracias al alto número de trasplantes renales de cadáver que se realizan en España, "no aumenta el número de personas que esperan un riñón (una cifra que oscila los 4.000 pacientes" pero que, sin embargo, "tampoco disminuye, algo que se conseguiría incrementando los trasplantes de vivo".
El vicepresidente de la SIT considera que los pacientes que esperan un riñón saben que, con las cifras de donaciones de cadáver que se tienen es España, es "relativamente fácil conseguirlo". Por esta razón, cree que son los profesionales que se dedican al trasplante los que deben convencer al paciente de las bondades del trasplante de vivo.
Evolución de los fármacos inmunosupresores
Aunque la aceptación de un riñón de donante cadáver o vivo puede ser más o menos similar, por el avance que han experimentado los fármacos inmunosupresores contra el rechazo, la vida de un riñón trasplantado de un donante vivo es hasta un 15 por ciento más alta a los diez años del trasplante. Así, las posibilidades de que un riñón de cadáver siga funcionando correctamente a los diez años oscilan entre un 50-60 por ciento, porcentaje que aumenta al 65-70, en el caso de los trasplantes de vivo.
Según explica el doctor Lloveras, esto puede deberse en parte a la edad media del riñón que se recibe de un cadáver. "El 34 por ciento de los donantes cadáver tienen más de 60 años", explica el experto.
Respecto a los riesgos que supone para una persona donar un riñón, el especialista subraya que estos son "mínimos". Lloveras afirma que si en un futuro, el donante sufriera una enfermedad renal, "lo más normal es que afecte a ambos riñones", por lo que no se va a ver más perjudicado por haber donado uno de sus dos riñones.
Congreso de la SEN en Tenerife
La nefropatía diabética, la diálisis y los trasplantes son algunos de los asuntos abordados en el XXXIV Congreso Nacional de la SEN, en Tenerife. Más de 1.500 nefrólogos se han reunido con el objetivo de presentar los últimos avances científicos tanto a nivel clínico como de investigación básica relacionados con la especialidad.
El tema que ha cobrado mayor protagonismo ha sido el trasplante renal de donante vivo, técnica que, según los especialistas, deberá experimentar un importante crecimiento en España, como alternativa a la falta de riñones de cadáver.