Los músculos y los huesos nos permiten movernos pero unos y otros están a merced del buen funcionamiento de los tendones, unos "cordones gruesos" que transmiten a los huesos la energía que los músculos fabrican para mover una articulación.
Movimientos repetitivos y prolongados, lesiones deportivas, distensiones, posturas incorrectas, abuso, sobrecarga o mal uso de una articulación, enfermedades reumáticas o una infección pueden hacer que un tendón se inflame o se irrite, produciéndose la dolencia conocida como tendinitis.
La reacción de nuestro cuerpo no se hace esperar. La temperatura de la zona afectada aumenta ligeramente, el dolor se incrementa de forma progresiva y la zona se enrojece y se inflama.
Reposo y frío
Muchas veces, el simple paso del tiempo suele servir para que la tendinitis desaparezca por si sola, pero en otras ocasiones es necesario acudir al especialista para que instaure un tratamiento. Las alternativas terapéuticas son muchas, pero todas buscan lo mismo: reducir el dolor y la inflamación, preservar la movilidad y prevenir la incapacidad y la recurrencia.
Una de las primeras medidas es mantener en reposo el área afectada. También el frío suele ser efectivo si se aplica antes de transcurridas 48 horas desde el momento en que comenzó la inflamación. Puede aplicarse mediante una bolsa de hielo o una bolsa de algún producto congelado, envuelta en una toalla, dejándola en contacto con la zona afectada durante veinte minutos y repitiendo el proceso tres o cuatro veces al día. En zonas doloridas más pequeñas basta con frotar la zona con un cubito de hielo durante menos tiempo.
Calor y medicamentos
Aunque parezca una contradicción con lo dicho anteriormente, a largo plazo y ante un dolor que ya ha adquirido la categoría de crónico puede que sea más efectivo el calor, tanto seco como húmedo. El baño o la ducha con agua caliente o colocar una toalla o bolsa caliente sobre el área sensible de 15 a 20 minutos, tres o cuatro veces al día, son medidas efectivas en estos casos.
Además, existe una amplia gama de medicamentos contra el dolor y la inflamación. El médico recomendará el uso de fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), tipo ibuprofeno, cuando lo considere oportuno y siempre teniendo en cuenta la edad del paciente, sus hábitos, su estado de salud y los medicamentos que esté tomando en ese momento. Normalmente estos fármacos acaban con el problema en unas semanas. En algunos casos se aconseja ponerse en manos de un fisioterapeuta.