Redacción, Madrid.-Especialistas de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) han señalado que la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) constituye una causa de glomerulonefritis en el trasplante renal. La recurrencia de la infección es muy frecuente, con desarrollo de daño en los tejidos de la mayoría de pacientes durante el seguimiento. El tratamiento inmunosupresor, necesario en pacientes trasplantados, es uno de los factores responsables de esta recurrencia.

La vía principal de transmisión de VHC es parenteral: abuso de fármacos intravenosos o productos sanguíneos que en el pasado no habían sido examinados para anti-HCV. Otros modos de transmisión incluyen los tatuajes o accidentes con pinchazos de aguja entre el personal sanitario. Los pacientes en hemodiálisis también han sido identificados como un grupo de alto riesgo de infección.

Según la doctora Patricia Sequera Ortiz, médico adjunto de Nefrología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias y profesora asociada en Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá de Henares, "aunque la asociación entre lesiones glomerulares e infecciones virales es bien conocida desde hace mas de 25 años, la identificación de nuevos virus ha supuesto un avance importante en este campo. En el momento actual, sabemos que la infección por determinados virus de la hepatitis (hepatitis B y C) puede producir algunos tipos de enfermedad renal glomerular. Algunas de estas enfermedades eran de causa desconocida hace 15 años".

Desde que en 1989 se identificara el virus de la hepatitis C, que constituye la principal causa de la hepatitis no A no B, numerosos estudios han demostrado la responsabilidad de este virus en algunas enfermedades renales. Las novedades más importantes están por lo tanto, en relación con los métodos de diagnóstico y los fármacos empleados en el tratamiento.

La infección por el VHC es asintomática en la mayoría de los casos. Se debe sospechar por la aparición en una analítica de sangre de una elevación de las cifras de enzimas hepáticos, las aminotransferasas. El diagnóstico se lleva a cabo por la detección en sangre de anticuerpos frente al virus y/o la determinación del ARN del virus. La mayor sensibilidad de estas pruebas de detección del virus ha permitido mejorar el diagnóstico de la enfermedad.

"Lo mas importante es concienciar a la población de los riesgos de la hepatitis C", señala Sequera, miembro también de la SEN. La prevalencia de la infección en España se sitúa en torno al 2 por ciento, y como no produce síntomas puede no manifestarse hasta que la enfermedad esté muy avanzada. Tanto la hepatitis por virus C como la hepatitis B se transmiten a través de la sangre, por lo que deben estudiarse todas las personas de riesgo (usuarios o ex usuarios de drogas intravenosas, personas que mantienen o han mantenido relaciones sexuales de riesgo, entre otras).

El diagnóstico precoz es clave para mejorar el pronóstico de esta enfermedad e iniciar el tratamiento lo antes posible. "No obstante", concluye la nefróloga, el mejor tratamiento es la prevención de la infección. Las medidas de prevención son las mismas que se emplean para cualquier infección que se transmite por medio de contacto con sangre, y han sido muy difundidas a causa del sida".

Virus C y patología renal

La infección por HCV es relativamente común en pacientes en diálisis. La frecuencia en pacientes en diálisis depende del área geográfica, pero siempre es mayor que en la población general. En los países mediterráneos por lo general es superior al 20 por ciento en los pacientes en diálisis. La presencia de anticuerpos VHC antes del trasplante comporta un incremento del riesgo de enfermedad hepática crónica tras el trasplante. Este riesgo está relacionado principalmente con la duración y severidad de la enfermedad hepática pretrasplante, con los hallazgos histológicos, con la presencia del antígeno principal anti-hepatitis B, con el tiempo transcurrido después del trasplante y con el tipo y el grado de inmunosupresión.

Sequera destaca que el tratamiento más reconocido para la infección por los virus de la hepatitis B y C es el interferón alfa, una proteína que regula el sistema inmunológico e inhibe la reproducción del virus, si bien la dosis óptima y la duración del tratamiento no está claramente establecida. El problema fundamental es la reaparición del virus una vez que se ha suspendido el interferón.