Redacción, Madrid.-Más de un millón de españoles padecen apnea del sueño, sin embargo, de ese millón de personas afectadas, sólo una de cada cinco es consciente de su problema y se somete al oportuno tratamiento, según datos aportados por el doctor Javier Jareño, miembro del área de trastornos respiratorios del sueño de la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (NEUMOMADRID), para quien es de suma importancia que este elevado porcentaje de población con apnea del sueño detecte su anomalía a fin de evitar los graves riesgos a que puede dar lugar.
Según explica este neumólogo del Hospital del Aire, cuando las apneas se repiten o son de larga duración (se dan casos en que la ausencia de respiración puede prolongarse durante más de 90 segundos), la cantidad de tiempo pasado sin oxigenación puede ser lo suficientemente grande como para generar importantes problemas psíquicos, sociales, laborales y cardiorrespiratorios.
Entre estos últimos, son frecuentes los cuadros de hipertensión pulmonar y arterial, así como la presentación de arritmias cardíacas. En ciertos casos, además, los efectos pueden ir más allá y desembocar en trombosis cerebrales e, incluso, muerte súbita.
Por otra parte, los accidentes de circulación provocados por somnolencia en la conducción asociada a apnea del sueño, constituyen también una complicación común que compromete la vida tanto de estos pacientes como de sus familiares.
El control de la enfermedad es igualmente importante en los supuestos de que el paciente padezca bronquitis crónica o enfisema pulmonar, ya que en tales circunstancias se registra una especial alteración en el ritmo respiratorio que contribuye a agravar las complicaciones que de por sí plantea la apnea.
Fatiga diurna
El principal síntoma de padecer apnea es la fatiga diurna crónica acompañada de somnolencia intensa, una situación que muchos pacientes no se explican al estar convencidos de que han dormido suficientes horas como para encontrarse descansados.
'La razón de esta paradoja -explica el doctor Jareño- es que el afectado, al estar dormido, obviamente no es consciente de estas paradas respiratorias que interrumpen el sueño, por lo que si no ha oído hablar de esta enfermedad no sabe a qué puede deberse su sensación de cansancio'.
Otro signo asociado con la apnea del sueño son los ronquidos intensos. Se estima que en torno al 15 por ciento de los roncadores sufren de apnea. Además, hay una particularidad que no se debe pasar por alto porque en muchos casos es definitoria: el final de cada interrupción respiratoria se acompaña por lo común de ronquidos estrepitosos que resultan de algún modo sobrecogedores para los compañeros de cama o habitación.
Ser varón, obeso, ingerir alcohol -especialmente antes de acostarse- y no realizar ejercicio físico, son los principales trazos que conforman el retrato-robot del individuo con apnea, aunque no estar incluido en tales características no presupone en modo alguno que se esté libre de padecer la enfermedad.
'Lo cierto, en todo caso, es que la relación de hombres afectados es de 3 a 1 con respecto a las mujeres, y que por lo general son éstas las que se dan cuenta del problema del marido y le plantean acudir al médico', puntualiza el doctor Jareño, quien insiste en que la detección de pausas respiratorias o ronquidos estrepitosos por la pareja es el dato clínico más fiable.
Unidades de sueño
La apnea se trata en la actualidad mediante el empleo de mascarillas nasales que administran aire a presión e impiden el cierre de la vía aérea.
Para llegar al diagnóstico la persona presuntamente afectada de apnea debe dormir una noche en alguna de las Unidades de Sueño que empiezan a extenderse lentamente por la geografía hospitalaria española, donde se le someterá a diversas pruebas que incluyen un electroencefalograma que recoge la actividad cerebral durante ese período, un registro de la respiración por nariz y boca, los movimientos respiratorios de tórax y abdomen y el índice de oxigenación de la sangre.
'A veces los resultados no son definitivos y se hace necesario repetir la prueba, aunque lo habitual es que en una sola noche los médicos estemos en condiciones de determinar a ciencia cierta si existe o no apnea. Si la respuesta es afirmativa -agrega el citado especialista de NEUMOMADRID- el paciente tendrá que acostumbrarse a dormir con mascarilla, pero, eso sí, disfrutando de la nueva calidad de vida que conlleva un sueño reparador.'