Existe una gran controversiasobre si se debe o no conducira partir de los 65 años,sobre todo porque se prevéque en los próximos deceniosel número de conductores quesuperen esta edad en Europaexperimentará un aumentonotable, y porque la mayoríade los conductores con edadavanzada no desea dejar deconducir,…
Existe una gran controversia
sobre si se debe o no conducir
a partir de los 65 años,
sobre todo porque se prevé
que en los próximos decenios
el número de conductores que
superen esta edad en Europa
experimentará un aumento
notable, y porque la mayoría
de los conductores con edad
avanzada no desea dejar de
conducir, pues ello implica
conservar la independencia.
Dejar el volante supone sufrir
un cambio en el estilo de vida
no siempre fácil de asumir para
estas personas, un 9% de
los conductores españoles.
Además, algunos estudios
demuestran que, a partir de
los 65, los conductores se
vuelven más cautos y extreman
sus precauciones a la hora
de realizar cualquier maniobra.
La edad parece incitar
a las personas a evitar las condiciones
de circulación difíciles
(oscuridad, mal tiempo,
viajes largos...) y a reducir la
velocidad.
No obstante, es también
un hecho incontrovertible que
con la edad merman determinadas
facultades físicas y psíquicas
que pueden afectar la
seguridad en la conducción.
En cualquier caso, envejecer
no es necesariamente sinónimo
de mala conducción. El
problema principal que puede
surgir es el de exceso de confianza,
al creer que la experiencia
puede compensar los
efectos de la edad.
Alteraciones
sensoriales y motrices
En el transcurso de un foro sobre
Envejecimiento y Seguridad
Vial en Europa celebrado
en 2006 en Madrid, bajo la organización
del Instituto Europeo
de Salud y Bienestar Social,
el Director General de
Tráfico, Pere Navarro, puso de
relieve que con el paso del
tiempo se producen alteraciones
en la vista, el oído y la motricidad;
disminuye la agudeza
visual, se reduce el campo de
visión y aumenta el tiempo de
adaptación a los cambios de
luminosidad. De hecho, más
del 30% de los mayores de 65
años presenta serias deficiencias
o severos deterioros en la
visión y más del 25%, deterioros
significativos en la capacidad
auditiva.
Las habilidades necesarias
para una conducción segura
comienzan a reducirse a partir
de los 55 años de edad y disminuyen
de forma importante
después de los 75 años. La disminución
de la agudeza visual
dinámica y del tiempo de
reacción, así como las dificultades
con las distintas y a la
vez simultáneas esferas de
atención son algunos de los
déficit más importantes derivados
de la edad referidos a
las aptitudes sensoriales que
tienen su importancia a la hora
de conducir.
Decadencia física
Las aseguradoras consideran
que a partir de los 65-70 años
hay que hablar de un grupo
de 'alto riesgo', exactamente
igual que ocurre con los grupos
de edades comprendidas
entre los 15 y 24 años y, según
un estudio realizado por
el club de automovilistas Racc
y el Instituto de Tráfico y Seguridad
Vial de la Universidad
de Valencia, los conductores
de más de 70 años son, junto
a los jóvenes, uno de los grupos
de edad de mayor riesgo
de padecer un accidente por
circular de forma distraída o
con poca atención.
En general, los expertos
recomiendan a los conductores
de estas edades no conducir
de noche ni a horas extremas
del día, descansar
cada hora y media y en lo
posible realizar trayectos de
corta duración, vigilar la automedicación
y aumentar la
atención visual, auditiva y la
precaución.
En cualquier caso, no se
debe olvidar que la participación
de los mayores como
conductores implicados en accidentes
es poco alarmante
comparado con el resto de
grupos de edad. De acuerdo
con los datos aportados por
Pere Navarro, durante el año
2004, de los 162.000 conductores
implicados en accidentes
con víctimas, solamente 7.547
eran mayores de 64 años, lo
que representa tan sólo un
4,7% del total.
Elemento de
independencia
Para la Confederación Española
de Organizaciones de Mayores
(CEOMA), la idea de imponer
prohibiciones sobre la
conducción de vehículos exclusivamente
en razón de la
edad 'sería tremendamente
negativa para la gran mayoría
de personas mayores sanas y
en correctas condiciones de
poder conducir'. El vehículo,
dice esta confederación, 'es
un elemento esencial para la
independencia de la persona y
de la persona mayor también.
Es en la jubilación, además,
cuando pueden disfrutar de
todo su tiempo en actividades
de ocio. Es la prueba de que
son independientes. La retirada
del permiso de conducir
significaría un daño fundamental
en su autoestima y podría
provocar un trauma estresante
que acelerara el proceso
de senescencia'.
Por su parte Pere Navarro
apela a la responsabilidad de
los conductores mayores para
que dejen de circular cuando
estimen que sus condiciones
físicas no son las adecuadas.
A su juicio, no se trata de
prohibir que los mayores
conduzcan, sino de que se
planteen ellos mismos si están
o no en condiciones de
coger un coche. 'No se puede
dejar todo en manos de
los centros de reconocimiento
médico', recalca.
Más información:
www.dgt.es