Alrededor del 13 por ciento
de las mujeres sufre una
depresión durante el primer
año después del parto. Las consecuencias
de esta enfermedad
pueden ser muy graves, tanto
para la madre como para su hijo,
incluido el riesgo de suicidio,
que constituye la principal
causa de muerte materna por
motivos psicológicos en muchos
países industrializados.
Tristeza, irritabilidad, fatiga,
insomnio, pérdida de apetito,
incapacidad para disfrutar,
desbordamiento y ansiedad
son los principales componentes
que conforman la
sintomatología de la depresión
postparto. Según manifiestan
los especialistas, la tristeza
es uno de los primeros
síntomas que hace acto de
presencia en las parturientas
aquejadas de depresión postparto.
Éstas se sienten con el
ánimo decaído, infelices y
desgraciadas la mayor parte
del tiempo, síntomas que
pueden empeorar en algún
momento concreto del día.
Ante las dificultades que
presenta el tratamiento con
antidepresivos en este grupo
particular de pacientes, sobre
todo aquellas que han optado
por la lactancia natural -el
fármaco puede pasar a través
de la leche al bebé- se han
puesto en marcha diversas
estrategias psicológicas no
farmacológicas aunque las
pruebas sobre su utilidad son
aún escasas.
Asistencia domiciliaria
y telefónica
Recientemente, se han publicado
dos estudios en la revista British
Medical Journal que analizan
la eficacia de dos intervenciones
distintas. En el primero de ellos,
científicos británicos compararon
los beneficios de una asistencia
sanitaria a domicilio normal
y otra en la que el personal
había sido entrenado para identificar
los síntomas depresivos
de las mujeres que acababan
de parir y tratarlos adecuadamente.
Las visitas, de una hora,
se realizaban una vez a la semana
durante dos meses. Sirviéndose
de una escala validada
para medir la depresión
posparto, los investigadores
comprobaron que las mujeres
con ciertos síntomas depresivos
a las seis semanas del parto tenían
un 40 por ciento menos
de probabilidades de seguir experimentándolos
si recibían la
asistencia especializada.
En el otro estudio, realizado
por científicos canadienses,
se puso a prueba una intervención
telefónica en la que
701 madres en riesgo de sufrir
una depresión posparto hablaban
con otras mujeres que habían
pasado por la misma experiencia.
Las conversaciones
dieron sus frutos ya que el
riesgo de desarrollar esta patología
disminuyó a la mitad entre
las pacientes.
'Los resultados sugieren
que tanto las mujeres como sus
familias deben ser educados
acerca de la depresión posparto,
no sólo para acabar con el
estigma que la rodea sino también
para ayudarles a identificarla
y a buscar asistencia', ha
señalado Cindy-Lee Denis, presidenta
para la salud perinatal
de Canadá y autora del segundo
de los estudios citados. Según
ha manifestado, 'sin duda,
la depresión posparto es un importante
problema de salud
pública que precisa atención' y
este tipo de intervenciones
pueden ser útiles para su tratamiento
y prevención.