En el primer segundo de vidacomienza la carrera más importantede todas, la de la supervivenciay el aprendizaje. Elorganismo tiene un largo caminopor delante y los primerosaños de vida son cruciales. Losseres humanos nacemos conunas cualidades extraordinarias ycon un ‘libro de instrucciones’bajo el brazo. Y es…
En el primer segundo de vida
comienza la carrera más importante
de todas, la de la supervivencia
y el aprendizaje. El
organismo tiene un largo camino
por delante y los primeros
años de vida son cruciales. Los
seres humanos nacemos con
unas cualidades extraordinarias y
con un 'libro de instrucciones'
bajo el brazo. Y es que, entre
otras muchas cosas, podemos
ver pero aún no sabemos cómo
hacerlo. Las células cerebrales no
han tenido tiempo para desarrollarse
y los bebés lo ven todo borroso.
Con el paso de los meses,
el bebé crece y las células adquieren
la madurez que necesitaban
para regalar al pequeño la
oportunidad de conocer con nitidez
el mundo que le rodea.
El cerebro y los ojos ya están
preparados para convertir
la luz en una cascada de imágenes.
Cada ojo recoge lo que
ve y lo manda al cerebro, quien
ordena transformar las dos
imágenes captadas por ambos
ojos en una sola. Para que todo
funcione correctamente las dos
imágenes deben de ser iguales.
Si no es así, el cerebro no sabe
muy bien qué hacer y opta por
descartar la que menos nitidez
aporte. Favorece a un ojo y
condena al otro a una dejadez
cada vez mayor. Como no se
cuenta con él, este ojo tiene la
excusa perfecta para no esforzarse
y como anula sus imágenes
pierde la base que necesita
para ir perfeccionado poco a
poco su trabajo. Sin imágenes
anteriores en las que apoyarse,
el ojo no puede evolucionar en
el que debería ser un aprendizaje
diario en los primeros diez
años de vida. Se convierte en el
último de la clase, de ahí que
se conozca este problema como
'ojo vago' o ambliopía.
¿Cuáles son
las causas?
No hay una única respuesta al
porqué de su aparición. Puede
ser a causa de un
estrabismo, puesto
que cuando los ojos
bizquean las imágenes
que recogen cada
ojo son distintas
y el cerebro acaba
anulando una de las
dos, o puede deberse
a que uno de los
ojos es más miope,
hipermétrope o astigmático
que el
otro. Y es que cuando
cada ojo tiene
una graduación diferente
las imágenes
que recoge cada
uno no pueden ser
las mismas. También puede ser,
entre otras cosas, que el niño
tenga una catarata. Si es así, se
debe tratar en los primeros dos
meses de vida, pues, aunque es
menos frecuente, este tipo de
ambliopía es más severa. El origen
muchas veces está en los
genes, no en vano el principal
factor de riesgo de la ambliopía
es la existencia de antecedentes
familiares.
En cualquier caso, es muy
importante que el 'ojo vago'
deje de serlo antes de que el
niño cumpla los siete años.
Durante estos primeros años
de vida, el sistema visual madura
día a día, pero una vez
pasada esta barrera de tiempo
las células cerebrales ya han
aprendido a hacer su trabajo y
bien o mal seguirán haciéndolo
de la misma manera.
Aunque un estudio realizado
en EE.UU. abre las puertas al
tratamiento en niños de entre
7 y 17 años, al demostrar que
en algunos de ellos se puede
resolver el trastorno a estas
edades, la idea general es que
pasada la barrera de los siete
años la resolución es más difícil.
De hecho, aún no se ha encontrado
la forma de acabar con la
ambliopía en personas adultas.
Diagnóstico
Por todo ello, no se descuide y
si a su bebé le cuesta seguir un
objeto sin mover la cabeza, nota
que bizquea un poco o que
ladea la cara, no lo dude y consulte
con su pediatra. Cuando
crezca, sus continuas idas y venidas
entre el colegio y los juegos
no le darán tanta tregua
para fijarse en ese tipo de cosas
y, aunque ya sabe hablar y puede
contar lo que le pasa, como
siempre ha visto igual no sabe
que no debería ser así. No obstante,
en numerosas ocasiones
la ambliopía no se puede detectar
a simple vista y sólo un examen
oftalmológico puede destapar
su presencia. De ahí que
sea tan importante que el niño
se someta a revisiones oftalmológicas
con las que desterrar éste
y otros problemas desde los
primeros meses de vida.
Tratamiento
Si a su pequeño le diagnostican
'ojo vago' no se preocupe más
de la cuenta. Diagnosticándose
antes de los siete años y con el
tratamiento adecuado tiene solución.
Seguramente le indiquen
cubrir el ojo sano con un
parche adhesivo y opaco durante
varias semanas o meses.
De esta forma, al ojo vago no
le queda más remedio que esforzarse
por conseguir imágenes
mejores y más enfocadas.
Como el parche puede
convertirse en una opción incómoda
para el niño, los especialistas
a veces se decantan
por otro tratamiento consistente
en unas gotas que se
aplican en el ojo sano una vez
al día. Con ellas, el ojo se enturbia
y, al igual que ocurre
con el parche, al ojo vago se le
obliga a trabajar. La lista de
tratamientos posibles se completa
con gafas o lentes de
contacto y ejercicios de entrenamiento
visual, con los que
se busca poner en forma al ojo
vago para que pueda competir
en igualdad de condiciones
con el ojo sano.
FUENTE: Asociación Española de
Pediatría.