El incremento de la expectativa

de vida en la sociedad

actual lleva aparejado, a su vez,

un aumento en el número de

enfermedades crónicas que especialmente

sufren las personas

mayores, y que hay que mantener

controladas con fármacos, a

veces en un elevado número.

Este hecho conduce en muchas

ocasiones a la polimedicación,

es decir, a la ingesta simultánea

de varios medicamentos,

a lo que es frecuente tener que

sumar la automedicación del

propio paciente con otro tipo de

productos en forma de suplementos

dietéticos o plantas medicinales

que no siempre están

bajo el control o conocimiento

del médico o del farmacéutico.

Se ha podido demostrar que un

consumo inadecuado de fármacos

ocasiona el aumento de la

fragilidad de las personas mayores,

hasta el punto de que un

20% de los ingresos hospitalarios

del anciano está relacionado

con el consumo de fármacos.

Aunque no existe un consenso

sobre el número de fármacos

necesarios para catalogar a

un paciente como polimedicado,

a partir de cuatro es la cifra

comúnmente aceptada por los

expertos. Las cuentas salen: es

habitual que en un anciano confluyan

una presión arterial alta,

un colesterol elevado, diabetes,

un proceso artrítico y una alteración

cardiaca, por citar algún

ejemplo, lo que implica tomar,

al menos, un fármaco para tratar

cada uno de estos trastornos.

Esta situación puede darse

a cualquier edad, pero son las

personas mayores las que conforman

el grupo más afectado,

seguido de las personas que

tienen el sistema inmunológico

debilitado.

Clínicamente

necesarios

Se calcula que aproximadamente

el 25% de la población española

toma cinco o más medicamentos

a la semana. Si nos

centramos en la población de 65

años en adelante, este porcentaje

se duplica, con un 44% en

hombres y un 57% en mujeres.

El hecho es que la mayoría de

los fármacos pueden ser necesarios

y apropiados para el paciente,

pero algunos pueden

ser consumidos fruto de una rutina

o de la automedicación y

no ser estrictamente necesarios

para el paciente.

Según los expertos, la consecuencia

más preocupante de

la polimedicación es la aparición

de reacciones adversas, el

aumento de los costes y la merma

de la calidad de vida del paciente,

así como el riesgo potencial

de que se produzcan

interacciones medicamentosas.

Seguimiento necesario

Un hecho que agrava la situación

reside en que aproximadamente

un 50% de los tratamientos

se hace mal porque

no se cumple la dosificación o

la periodicidad, según explica

la Sociedad Española de Medicina

Geriátrica (SEMEG), para

la cual esta circunstancia se debe,

fundamentalmente, a la

falta de una explicación clara

de la prescripción por parte del

médico, o de comprensión por

parte del anciano.

Una de las posibles soluciones

al seguimiento de pacientes

polimedicados reside en la atención

farmacéutica, es decir, en la

participación activa del farmacéutico

para la asistencia al paciente

en la dispensación y seguimiento

de un tratamiento

farmacoterapéutico, cooperando

así con el médico y otros profesionales

sanitarios a fin de conseguir

resultados que mejoren la

calidad de vida del paciente.

En el abordaje de este problema

se consideran esenciales

programas de atención a los pacientes

polimedicados que, por

ejemplo en Madrid, han supuesto

un seguimiento específico de

la medicación que toman los

mayores de 75 años con seis o

más prescripciones, y gracias a

lo cual se ha conseguido reducir

hasta ahora en un 10% el número

de personas que tomaban

fármacos no adecuados.

Más información:

wwww.msc.es

www.gencat.net/salut