El número de personas que
viven en España con el virus
de la inmunodeficiencia humana
(VIH) se ha incrementado de
manera uniforme debido a las
nuevas infecciones que se producen
cada año. Si bien es cierto
que la generalización de los
tratamientos antirretrovirales de
gran actividad, junto a la eficacia
terapéutica de los mismos
ha influido de forma determinante
en la incidencia de sida
en la población afectada, es importante
señalar que las nuevas
infecciones aún superan en número
a los fallecimientos provocados
por sida. Como señala
Santiago Pérez Avilés, presidente
de CESIDA, 'aunque los casos
de sida que se diagnostican
cada año hayan disminuido
gradualmente en España y haya
aumentado la esperanza de vida
de las personas que viven
con VIH, no hay que olvidar
que cada año se producen nuevas
infecciones por VIH y que a
día de hoy es una enfermedad
crónica que afecta a la calidad
de vida de las personas afectadas,
sobre todo cuando el diagnóstico
se produce tarde, lo
que aumenta el riesgo de transmisión
y el de la propia salud'.
El diagnóstico tardío, que
supone el 37 por ciento de los
nuevos casos de VIH en nuestro
país, pone de manifiesto
por un lado la necesidad de
sensibilizar a la población, especialmente
a los colectivos
más afectados, de los beneficios
que tiene el diagnóstico
precoz y el acceso a los tratamientos,
y por otro la importancia
de identificar las barreras
que impiden el acceso a las
pruebas diagnósticas y normalizar
su uso.
El desconocimiento y el rechazo
son los principales obstáculos
a la hora de hacerse la
prueba, aunque en nuestro país
sea gratuita y confidencial. Por
esta razón alrededor del 30 por
ciento de las nuevas infecciones no son diagnosticadas.