Afinales de agosto el mundo
entero pudo seguir en directo
la parada cardiaca que sufrió
el futbolista Antonio Puerta
en el mismo césped y su posterior
muerte pocos días después,
aún cuando todos pudimos verle
salir del campo por su propio
pie. Este deportista pasó a engrosar
la larga lista de personas
que mueren al cabo del año en
nuestro país a causa de una
muerte súbita cardiaca: unas
9.000 personas de edades comprendidas
entre los 25 y los 74
años. Con este caso surgieron
preguntas y se reclamaron soluciones
para atajar un mal que
puede acechar a cualquiera y
suele presentarse sin avisar. Inesperadamente
el corazón no
bombea sangre correctamente
ni al cerebro ni al resto del organismo
y en tan sólo unos segundos
la persona pierde, en este
orden, el pulso, el conocimiento
y la capacidad de respirar.
Buscando soluciones
Sociedades médicas e instituciones
públicas ya se han
puesto manos a la obra para
lograr reducir al máximo posible
esta larga lista de defunciones.
Según la Sociedad de
Médicos de Atención Primaria
(SEMERGEN) entre el 70 y el
80% de los paros cardiacos se
producen en el hogar, lejos
del hospital y de personal sanitario
especializado. Los primeros
minutos son claves por lo
que las personas que pasan
por un trance semejante tendrán
más oportunidades de
sobrevivir si se dispone de desfibriladores
semiautomáticos
en lugares públicos y si cualquier
persona, sea cual sea su
formación, está capacitada para
usarlo. Pero para ello hay
que ganar algunas batallas y
derrumbar algunos muros, como
los que alza con firmeza la
legislación vigente ya que,
aunque cualquier persona que
haya realizado un curso acreditativo
puede utilizar un desfibrilador
semiautomático, tan
solo Andalucía, Aragón, Canarias,
Cataluña, Galicia, Navarra
y el País Vasco cuentan con
decretos de uso de los mismos
por personal no facultativo.
SEMERGEN se posiciona al respecto
y plantea una serie de
soluciones entre las que se encuentran:
" La enseñanza de Soporte
Vital Básico (técnicas de reanimación
cadiopulmonar
(RCP) y programas de prevención)
debería ser obligatoria
en todos los colegios.
" Todas las Comunidades
Autónomas han de seguir el
ejemplo de Andalucía, Aragón,
Canarias, Cataluña, Galicia,
Navarra y el País Vasco en relación
al uso de desfibriladores.
" Desde el Consejo Interterritorial
del Sistema Nacional
de Salud se ha de instar el desarrollo
de normativa sobre la
regulación en la ubicación de
los desfibriladores semiautomáticos
en lugares de uso público,
además de contemplar
el papel que ha de desarrollar
el personal no cualificado.
El desfibrilador es, en palabras
del doctor Javier Fonseca,
portavoz de SEMERGEN, "sencillo,
fácil de utilizar y tremendamente
fiable", ya que desde
que comienza a funcionar da
instrucciones sobre su uso. En
el caso de los semiautomáticos
basta con poner los cables
(electrodos adhesivos) en la
piel y apretar el botón correspondiente
para que evalúe el
ritmo cardiaco de la víctima
en pocos segundos. En caso
de parada, avisa, mediante la
emisión de palabras y el parpadeo
de un botón, que cuando
se presiona libera la descarga
eléctrica que el corazón
necesita para salir de esta situación.
Son más fiables que
los automáticos, pues si bien
éstos sólo requieren que los
electrodos estén en su sitio y
alguien encienda el aparato,
en los semiautomáticos la última
palabra la tiene la persona
que atiende al enfermo.
Fibrilación ventricular
Aunque cualquier enfermedad
coronaria conocida puede acabar
en este fatal desenlace lo
habitual es que su causa sea
una fibrilación ventricular, un
tipo de arritmia que provoca
ritmos cardiacos rápidos y
caóticos. Una forma sencilla
de entender lo que sufre el corazón
en esta situación es la
explicación que ofrece el doctor
Javier Fonseca: "es como si
el corazón comenzara a funcionar
como un saco de ratones
donde cada animal se
mueve por un sitio con un ritmo
caótico que hace que no
funcione nada. Si esta situación
se mantiene durante más
de cuatro minutos, entra en
asistolia, la línea recta que vemos
en las películas, y la situación
se vuelve problemática".
Y es que cuando el corazón late
tantísimas veces y de forma
tan desorganizada no puede
bombear la sangre y por tanto
la actividad del corazón se para.
Si no se detiene la arritmia
con rapidez la persona fallecerá
en cuestión de minutos.
El paro cardiaco que padece
una persona tras una fibrilación
ventricular sólo puede remitir
con un desfibrilador, un
aparato que proporciona choques
eléctricos de alto voltaje
al corazón para normalizar el
ritmo cardiaco. Debe ser aplicado
de inmediato pues las
probabilidades de supervivencia
se reducen entre un 7 y un
10% con cada minuto que pasa
sin que se practique la desfibrilación
y una vez que han
pasado diez minutos son escasos
los intentos de reanimación
que acaban siendo un
éxito. En cambio, si se actúa
con rapidez, no sólo puede
salvarse la vida de esa persona
sino también evitar que padezca
secuelas físicas el resto
de su vida.
Deportistas
En el caso de los deportistas
que van a practicar una actividad
física intensa, la doctora
Araceli Boraíta, responsable de
cardiología del Consejo Superior
de Deportes, recomienda
que se les realice un estudio
con el que poder detectar posibles
patologías que puedan
producir muerte súbita. Se
han de someter a un reconocimiento
médico que "como mínimo
debe consistir en una
historia clínica, una exploración
cardiovascular, un electrocardiograma
y, en caso de
estar sometido de forma repetida
a entrenamiento y a competiciones,
se debería incluir
en los menores de 30 años un
ecocardiograma".
UN PASO ADELANTE
La medicina preventiva
cuenta con una nueva herramienta
de diagnóstico,
"Sportchip", que permite detectar
precozmente la vulnerabilidad
que tiene un deportista
joven a sufrir muerte
súbita. Se trata de un "biochip"
de ADN que analiza las
principales variables genéticas
que pueden predisponer
a esta complicación e identificar
a los deportistas que tienen
mayor riesgo de padecer
accidentes cardiovasculares
fatales. De este modo, el
equipo médico puede establecer
las medidas de prevención
oportunas.
Las pruebas se realizan a
partir del ADN extraído de
una muestra de saliva o de
sangre y ofrecen una fiabilidad
del 99,9%.
FUENTES: Sociedad Española de Médicos
de Atención Primaria, Fundación
Española del Corazón, Asociación
Americana del Corazón,
Medtronic Ibérica y Europa Press.
Más información:
www.muertesubita.com