La presbiacusia, que es como
se conoce a la pérdida gradual
de audición a medida que
la persona envejece, afecta al 30
por ciento de los mayores de 65
años y a la mitad de los mayores
de 75, y lo más habitual es
que se manifieste en los dos oídos
por igual. La vejez trae consigo
muchos cambios físicos y
alguno de ellos afecta al oído y
a las vías nerviosas que le comunican
con el cerebro; cambios
que son los responsables habituales
de la presbiacusia.
Pero ésta no es la única
posible causa del trastorno. Por
un lado, el hecho de que el oído
esté sometido durante toda
una vida a los continuos ruidos
que emanan de las sociedades
industrializadas puede ocasionar
una importante pérdida de
audición. En otras ocasiones, y
debido a causas genéticas, el
deterioro se produce a partir
de los 40 años, iniciándose una
pérdida auditiva progresiva.
Sea cual sea la causa, la realidad
es que un gran número de
personas mayores tiene serias
dificultades para oír bien y han
de adaptarse a la nueva situación
que les toca vivir.
Síntomas
El primero en apreciar algo raro
es la propia persona afectada.
La voz de los demás suena en
sus oídos como entre dientes o
mal articulada, le cuesta entender
las conversaciones, sobre todo
cuando hay ruido de fondo,
y algunos sonidos se vuelven
demasiado molestos. Cuesta escuchar
y distinguir los sonidos
de tono alto como la ‘s’ y la ‘ch’
e incluso es posible que en uno
o en los dos oídos tenga que soportar
un molesto zumbido.
Todos estos síntomas no
son un problema baladí y pueden
llevar a complicar seriamente
el día a día. Si los vecinos
se quejan del volumen de su radio
y su televisión, si le cuesta
oír a quien le habla al otro lado
del teléfono, si se pierde en las
reuniones con sus amigos o ya
no puede ir sólo al médico porque
no entiende lo que le dice,
no se deje vencer por el miedo
y el orgullo y acuda a la consulta
de un especialista en otorrinolaringología.
Sólo él puede
confirmarle que el paso del
tiempo está haciendo mella en
su audición. Lo primero que hará
será someterle a una audiometría,
una prueba que evalúa
la capacidad para escuchar sonidos.
Además, le realizará una
otoscopia o exploración del
tímpano y del conducto auditivo
externo en su parte más profunda
para así descartar otras
posibles causas de la sordera,
como tapones de cera, cuerpos
extraños o infecciones.
Actitud positiva
Sea por la razón que sea, lo
que está claro es que usted no
oye bien; pero no tiene que hipotecar
el resto de su vida porque
su audición falle. Siga los
consejos de su médico y adopte
una actitud positiva. Lo primero
que ha de hacer es decirles
a las personas que le rodean
que ha perdido audición. Pero
que conozcan su problema no
significa que sepan cómo actuar.
Si es necesario, a la hora
de mantener una conversación
explíqueles que han de hablarle
de frente, mirándole a la cara,
despacio y sin gritar.
Le falla el oído, por lo que
ha de compensar su pérdida
apoyándose en la vista. Ahora
más que nunca ha de fijarse en
las expresiones y en los gestos
de las personas que se dirigen
a usted, pues la comunicación
no verbal se convertirá en una
de sus principales bazas.
Tratamiento
Confirmado el diagnóstico, el
otorrino le indicará cuál es el
tratamiento a seguir. La posición
de la Sociedad Española de Otorrinolaringología
y Patología
Cervico-Facial no deja lugar a
dudas: no acuda por su cuenta
a un centro audiológico, sobre
todo si no está especializado en
audioprótesis, para ponerse un
audífono; sin el adecuado asesoramiento
los resultados nunca
serán los deseados.
No en vano, el tratamiento
ideal es aquel que tiene en
cuenta la edad del paciente, su
estado general de salud y su
historia médica. Además, en la
decisión que tome el especialista
pesarán cuestiones tales como
lo avanzado que esté la enfermedad,
la trayectoria que se
prevé que ésta seguirá y la tolerancia
que tenga el paciente
ante determinados medicamentos
o terapias. En definitiva,
muchas pequeños flecos que
sólo un especialista puede valorar
de forma adecuada.
Y es que no a todas las personas
con problemas de audición
les conviene llevar puesto
un audífono, una decisión que
ha de quedar en manos del
médico. El audífono no es más
que un instrumento que recoge,
amplifica y emite señales
sonoras y que puede ayudar a
recuperar parcialmente su capacidad
auditiva. Cuando se
opte por esta prótesis será el
médico el que decida, entre el
amplio abanico de posibilidades
que ofrece el mercado, la
que mejor le conviene. Y si el
paso del tiempo le lleva a una
sordera grave, su médico le
puede plantear entrar en quirófano
para someterse a un implante
coclear, un dispositivo
electrónico que permite que
una persona completamente
sorda de ambos oídos obtenga
sensación auditiva. Cada caso
es diferente, por lo que lo mejor
es que siga las recomendaciones
del especialista.
Por otra parte, existen recursos
que facilitan el día al día
del afectado, como amplificadores
telefónicos que permiten
oir mejor a la persona que está
al otro lado del teléfono o sistemas
especiales para que ver la
televisión o escuchar la radio
sin problema. También se puede
recurrir a alertas, como la
luz intermitente que indica que
alguien está llamando por teléfono
o a la puerta.
Todos con el tiempo perdemos
algo de audición.
Los especialistas recomiendan,
a partir de los 70 años
de edad, someterse de forma
periódica a un estudio
audiométrico que determinará
cuál es el estado real
de audición.
FUENTES: Instituto Nacional para la
Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación
(EE.UU.), Fundación Nemours
(EE.UU.), Discapnet y Sociedad
Española de Otorrinolaringología
y Patología Cérvico-Facial.