Por fin los largos meses de
estrés y cansancio tienen
su recompensa. Ha llegado el
verano y con él las ansiadas y
merecidas vacaciones. Ya no
tenemos que soñar con ellas ni
imaginarnos lo que haríamos
si pudiéramos disfrutar de
unos días de descanso; ha llegado
la hora de dejar de soñar
y empezar a disfrutar. Pero no
siempre sabemos cómo hacerlo.
Idealizamos tanto las horas
de sol en la playa, las cenas románticas
con nuestra pareja o
los momentos de risa y diversión
con nuestros hijos que es
posible que no cubramos las
expectativas y que al final nos
quedemos con un sabor amargo
en vez de que con un recuerdo
bonito de estos días.
Aprender a disfrutar
Y es que, aunque parezca mentira,
también tenemos que
aprender a disfrutar. Caemos
muchas veces en el error de
planear todo, cada minuto, cada
hora, pensando que así podremos
aprovechar el tiempo
al máximo. Nos equivocamos.
Aunque es bueno que tengamos
en mente alguna actividad
para cada día, hay que dejar sitio
a la sorpresa, a la improvisación
y también al aburrimiento;
sin él nos costaría más relajarnos,
valorar cada momento y
desconectar de las obligaciones
y preocupaciones de cada día.
Hay que cambiar el ‘chip’, olvidarse
de las prisas, los atascos,
los horarios estrictos y romper
con la rutina pero sin que ‘la felicidad’
se convierta en una meta
obligada que haya que alcanzar
por el mero hecho de
estar de vacaciones.
Son días para descansar,
desconectar de todo y cargar
las pilas, pero no por ello debemos
‘ver pasar’ los días desde
una tumbona en la playa o el
sofá de casa. Levántese más
tarde, duerma más, dese el lujo
de echarse una cabezadita después
de comer, e incluso ‘vaguee’
un poquito los tres primeros
días, pero el resto del
tiempo intente mantenerse activo,
hacer cosas nuevas, distintas
a las que normalmente ocupan
su tiempo el resto del año.
Y es que nuestra mente necesita
estar en marcha, aunque sea
con actividades que no reclamen
demasiada atención.
Piense en sí mismo
La diversión es una de las puertas
mágicas que conducen a la
salud. Se cierra de golpe y no
deja pasar a las preocupaciones,
la ansiedad y las frustraciones.
Con ella aparece la risa,
considerada por muchos ‘la
medicina más universal y barata’
del mundo. Por ello, ahora
que estamos a punto de hacer
las maletas tenemos que pensar
en las cosas que realmente
nos divierten y que durante el
año pasan a un segundo plano,
pues es fundamental que
entre los planes con los amigos
y la familia encontremos tiempo
para nosotros mismos.
Mientras se decide le ofrecemos
algunas alternativas
que, por lo general, dan buenos
resultados: lea libros que le
ayuden a evadirse (nada de lecturas
complicadas y menos aún
que le recuerden a su trabajo),
practique algún deporte, disfrute
del aire libre, escuche música
y explote su creatividad,
dibujando o haciendo fotografías,
por ejemplo.
Deje su lado adulto a un lado
por un ratito y ‘vuelva a jugar’,
a afrontar pequeños riesgos
y a disfrutar de cualquier
momento. Abra su mente, sea
positivo, pierda el miedo al ridículo,
aprenda a reírse de sí mismo
y muestre a los demás lo
que realmente siente y piensa.
Disfrute de su familia
Durante el año, los momentos
para compartir con nuestros
familiares y amigos se reducen.
Aproveche sus vacaciones para
disfrutar de ellos sin prisas, sin
tener que mirar el reloj constantemente.
Organice reuniones
con los amigos, viaje en
compañía de su familia y disfrute
de su pareja.
Si tiene hijos, ría, juegue y
hable mucho con ellos. Las vacaciones
son para todos, incluso
aunque las notas no hayan
sido tan buenas como cabría
esperar en un principio, por lo
que déjeles disfrutar del verano,
no les exija cumplir a rajatabla
ciertas obligaciones con las que
cargan todo el año, ellos también
necesitan relajarse un poco,
cuente con ellos y escuche
sus opiniones cuando llegue el
momento de organizar las vacaciones.
Es la oportunidad ideal
para unirse a ellos más que
nunca y ahondar en determinados
aspectos de su formación
que ‘las prisas’ muchas veces no
permiten hacer. Pedirles que
hagan su cama o que pongan y
quiten la mesa puede ser una
buena alternativa para que desarrollen
el trabajo en equipo.
Si quiere que sean más tolerantes,
enséñeles a escuchar y a jugar
con otros niños. Una buena
alternativa pueden ser los campamentos
de verano en los que
los más pequeños se relacionan
con otros niños sin dejar de hacer
actividades deportivas,
practicar idiomas o incluso iniciarse
en nuevas actividades como
la fotografía, el arte, etc. Serán
unos días en los que no estarán
juntos, pero mientras
unos ganarán en autonomía
personal, otros recuperarán
tiempo para las actividades que
el día a día hicieron relegar.
Nunca olvide que usted es
el espejo en el que sus hijos se
forjan sus maneras y su personalidad.
Ahora va a pasar más
tiempo con ellos por lo que
tenga cuidado con lo que hace
o dice. Si le ven hacer deporte,
por ejemplo, ellos también
lo harán.