Si uno de sus hijos no
termina el curso como
hubiera deseado y tiene
que estudiar durante le verano
no le ate la silla ‘indefinidamente’,
ni le obligue
a pensar sólo en cada uno
de los errores que ha cometido.
Como los demás,
ha de disfrutar de sus vacaciones,
aunque no sean
del todo merecidas. Ayúdele
a aprender a aprovechar
el tiempo al máximo
y que las horas que pase
delante de los libros no
caigan en saco roto.
Planificación
Lo primero que ha de hacer el
niño es marcarse unas metas realistas
y objetivas y planificar el
verano teniendo en cuenta el
tiempo del que dispone cada
día para estudiar y las horas,
aproximadas, que requiere la
asignatura. Lo ideal es dedicar a
los deberes la primera hora de la
mañana, nada más desayunar.
Como está descansado rinde
más y así tendrá el resto del día
para disfrutar. Ayúdele a ver el
lado positivo de las cosas, pues
tras los deberes le esperan sus
amigos, la piscina, los juegos y
las aventuras. Si escribe la meta
en un papelito que pueda leer
cada vez que se desmoralice, le
será de gran ayuda.
Tan importante como estudiar
son las horas de descanso,
por lo que la planificación
diaria ha de respetarlas sin
condiciones y dejar días libres
dedicados en exclusiva a pasarlo
bien. La alimentación y el
descanso son fundamentales.
Estudiar es un lucha constante
contra el olvido, por lo
que se han de marcar varios
días dedicados al repaso,
cada cual los que
necesite. Por lo que pudiera
pasar, no está de más
dejar unos días de colchón
con los que amortiguar
pequeños imprevistos.
Aún así, la planificación no
ha de ser estricta y se puede
adaptar a las necesidades
puntuales del niño.
Día a día
Si ha suspendido varias
materias, lo mejor es que
en un mismo día estudie
asignaturas diferentes. Todo
le será más fácil si ‘calienta
motores’ cada día con
una asignatura de dificultad
media, continúa ‘a toda potencia’
con una difícil y acaba
tranquilo con otra fácil.
Los descansos han de ser,
como mucho, cada hora y
media y nunca por más de
quince minutos. Durante este
tiempo el niño se ha de relajar
con otra actividad fuera de
la habitación. No deje que
coja el teléfono o se enganche
a la televisión o la videoconsola.
Los quince minutos
no serían tales y le sería mucho
más complicado volver al
estudio.
Si cumple el plan a rajatabla,
la semana antes del examen
podrá dedicarla sobre todo
a repasar y a preparar la
prueba. El día de antes lo mejor
es que descanse y se libere
de todos los nervios y tensiones
que le podrían jugar una
mala pasada el día del examen.
Aunque aún queda mucho
para el ‘fatídico’ día, cuando
llegue evite que se ponga
nervioso y se ponga a repasar.
Ya no se puede hacer nada. La
suerte está echada y los comentarios
de última hora sólo
le van a alterar.
Más información:
www.institutopascual.es