Diversos estudios han
llegado a la conclusión
de que el estrés está
relacionado con algunas
enfermedades: aumenta
el riesgo de
desarrollar cardiopatías,
hipertensión arterial,
diabetes, asma, úlceras
y colitis, entre
otras dolencias. También
puede hacernos
susceptibles a los resfriados,
a los trastornos
respiratorios y hasta
a las caries dentales.
Sin embargo, el
estrés como tal no
puede eliminarse de
nuestra vida. Cualquier
acontecimiento que
produce un cambio en
la vida o en la salud de un
individuo está causando estrés
y no importa si el cambio
es bueno o es malo: los
dos son estresantes. El estrés,
por lo tanto, no es perjudicial
en sí mismo. El problema
surge cuando la persona
pierde el control sobre la situación
y el estrés adquiere
connotaciones de desajuste,
se producen las emociones
negativas y aparecen las consecuencias
con trastornos físicos
y psicológicos que pueden
tener importantes secuelas en
el organismo.
Prevenir el estrés está relacionado
con el cuidado de
aspectos como la alimentación
y el sueño, pero también
requiere una actitud vital
ante los problemas y el
día a día.
Saber qué es el estrés, reconocerlo
y, sobre todo, averiguar
qué lo está desencadenando
y cómo está afectando
a nuestro organismo es el primer
paso en su manejo y
control. Después, habrá que
prestar atención a otros elementos
como:
" No consumir alcohol,
tabaco o drogas y/o automedicarse.
" Cuidar la alimentación.
Tabaco, café y alcohol potencian
el estrés, por lo que es
necesario limitar su consumo.
La dieta tiene que ser equilibrada,
rica en verduras, fruta
y fibra y baja en grasas y azúcares.
Es importante comer
despacio y de forma regular.
" Hacer ejercicio de forma
habitual ayuda a liberar
tensiones.
" Dormir las horas necesarias
y en las mejores condiciones
ambientales posibles.
" Aprender a controlar
las emociones.
" Ser positivo y con sentido
del humor para afrontar
los problemas diarios. Ser flexible
y tener actitudes positivas
ante la vida aumenta las
defensas.
" No guardar los sentimientos
para uno mismo. Las
personas que transmiten sus
emociones padecen menos
trastornos relacionados con el
estrés.
" Aprender a decir NO.
Es importante no crearse más
obligaciones de las necesarias.
" Practicar técnicas de
respiración y relajación para
aplicarlas en momentos de
mucha tensión.
Beneficios
de la relajación
Dé a su cuerpo y a su
mente la oportunidad
de relajarse. El fin de
la relajación es disminuir
la ansiedad y la
tensión muscular sobre
todo en situaciones de
presión. No se pueden
evitar las situaciones
preocupantes pero sí
se pueden manejar las
respuestas y reacciones
a ellas aprendiendo
y practicando relajación.
Es imposible estar
relajado físicamente y
tenso emocionalmente
al mismo tiempo. No
pueden convivir en el
mismo momento la sensación
de bienestar corporal y la de
estrés mental.
La respuesta del organismo
a la relajación es un
efecto de recuperación casi
inmediato y es una tregua
para el cuerpo. La relajación
progresiva de los músculos
reduce la frecuencia del pulso
y la presión sanguínea, así
como el grado de sudoración
y la frecuencia respiratoria.
Además, evita los problemas
orgánicos que el
estrés produce.
La distensión física logra
un importante relax muscular
que alivia la presión acumulada
en nuestro cuerpo. La relajación
mental elimina la tensión
psíquica.