Cuando se comienza a indagar
acerca de qué es la aterotrombosis,
sobre todo cuando
nos enteramos de cuáles son
sus consecuencias, es inevitable
sentir cierta inquietud, y más
aún cuando observamos las cifras
que en torno a ella manejan
los expertos: uno de cada
cinco pacientes con aterotrombosis
sufrirá un ictus o un infarto
de miocardio o tendrá que
ser hospitalizado por alguna
complicación de sus arterias al
cabo de dos años.
Este último dato ha sido
extraído del estudio REACH,
que constituye el mayor registro
mundial de pacientes con
riesgo de sufrir un ictus o un
infarto de miocardio. Dicho
estudio ha seguido la evolución
durante cuatro años de
68.000 pacientes de 44 países,
de los cuales 2.515 son españoles.
A todos les unen ciertas
características comunes: presentan
varios factores de riesgo
(hipertensión, diabetes, colesterol
alto, tabaquismo) o
enfermedad aterotrombótica,
que es la principal causa de
muerte e invalidez en nuestro
país. Aún así, los datos disponibles
revelan que, entre los
pacientes españoles de riesgo,
el 60% no tiene la hipertensión
bajo control, el 35%
muestra la glucosa elevada y el
43% presenta niveles altos de
colesterol total.
Falta de riego
sanguíneo
La aterotrombosis, cuya denominación
nos revela que implica
la combinación de dos enfermedades
importantes, la
ateroesclerosis y la trombosis,
es la principal causa de mortalidad
en los países desarrollados.
La primera de las enfermedades
citadas, la ateroesclerosis,
se desarrolla a lo largo de la vida
y viene dada por la acumulación
de grasa en las paredes
arteriales, a lo cual contribuye
la elevación del colesterol y los
triglicéridos, la hipertensión arterial,
el tabaquismo, la diabetes,
la obesidad y la falta de actividad
física.
En cuanto a la trombosis,
es la formación de masas plaquetarias
que, al atraer a otras
células y sustancias químicas,
aumentan de tamaño dando
lugar a la formación de coágulos
sanguíneos que se adhieren
sobre la capa de grasa
acumulada en las paredes arteriales,
contribuyendo a dificultar
aún más la circulación
de la sangre.
El proceso
El proceso de la aterotrombosis
es el siguiente: cuando se
produce una lesión en la pared
del vaso, se forma un
coágulo de sangre (trombo)
sobre una placa de ateroma
(depósitos de grasa acumulados
en las paredes de los vasos
sanguíneos). Cuando esto
sucede, se produce una falta
de riego sanguíneo que, si
afecta al corazón, provoca un
infarto de miocardio, si se localiza
en el cerebro causa la
aparición de un ictus y, si se
produce en las piernas, genera
una isquemia de miembros
inferiores (enfermedad arterial
periférica). En este último
caso, caminar supone para el
paciente verse obligado a
realizar varias paradas para
descansar debido al dolor. De
ahí que con cierto humor negro
se la conozca también
como la "enfermedad de los
escaparates".
Diversas
manifestaciones
El doctor José Ramón González
Juanatey, cardiólogo del
Hospital Clínico Universitario
de Santiago de Compostela,
asegura que el estudio REACH
ha venido a confirmar que,
efectivamente, la enfermedad
aterotrombótica puede manifestarse
de varias formas, ya
sea como enfermedad coronaria,
cerebrovascular o periférica,
pero debe abordarse como
una sola patología porque
afecta a todo el sistema vascular.
"Se manifiesta en una zona
del cuerpo pero es frecuente
que esté presente también en
otras. Dicho con un ejemplo:
puede aparecer por primera
vez en el cerebro del paciente
y luego éste fallecer por un infarto
de miocardio".
Por su parte, la doctora
Carmen Suárez, del Servicio de
Medicina Interna del Hospital
de la Princesa de Madrid y coordinadora
nacional del REACH,
señala que "resulta llamativa la
elevada morbimortalidad de
los pacientes con enfermedad
cerebrovascular; no hay que
olvidar que el ictus es la primera
causa de muerte entre
las mujeres españolas".
Otro dato destacable, según
esta experta, es "el alto porcentaje
de pacientes que tienen
afectados los tres territorios, es
decir, personas con enfermedad
coronaria, cerebrovascular y periférica.
Cuantos más territorios
están afectados, mayor es el
riesgo de tener complicaciones".
También resulta preocupante el
hecho de que uno de cada cuatro
pacientes con enfermedad
arterial periférica -también llamada
arteriopatía periféricacontinúe
fumando pese a la evidente
relación causa-efecto que
tiene el tabaco en este caso.
Sobre la arteriopatía periférica,
el Estudio REACH abunda
en que "la reducción del
flujo sanguíneo por estrechamiento
de las arterias de los
miembros inferiores puede tener
varias consecuencias.
Aproximadamente un tercio
de los pacientes sufren dolor o
malestar en los glúteos, muslos
o pantorrillas, normalmente
después de recorrer cierta
distancia. Este dolor, denominado
claudicación intermitente,
desaparece en reposo. Algunas
personas se quejan
también de tener los pies fríos.
Además, el hecho de que dos
tercios de las personas con arteriopatía
periférica no presenten
síntomas claros, convierte
a la enfermedad en una peligrosa
amenaza".
Más información:
www.aterotrombosis.com