Entre el 40 y el 60
por ciento de las
personas que viajan a
países tropicales y subtropicales
padecen la
conocida como "diarrea
del viajero". La
mayoría de las veces es
un problema relativamente
leve, pero un
30-40 por ciento de los
afectados deben guardar
cama uno o dos
días y modificar los planes
del viaje.
Los expertos coinciden
en que el mejor tratamiento
es una correcta
prevención. El consumo
de alimentos y agua en
condiciones higiénicas
correctas evitaría la gran mayoría
de los casos de diarrea del
viajero. No existe otra medida
preventiva y sólo se puede recurrir
a los antibióticos en algunas
personas con ciertos problemas
de salud y siempre en las dosis y
pautas de administración prescritas
por el médico.
Entre tres y cinco días
La diarrea del viajero suele aparecer
en la primera semana del
viaje y, generalmente, dura entre
tres y cinco días, aunque en
algunos casos este periodo se
prolonga durante una o más semanas.
Se caracteriza por cuatro
o más deposiciones sueltas
en un día o tres o más en tan
solo ocho horas y además se
manifiesta al menos uno de los
siguientes síntomas: náuseas,
vómitos, fiebre, urgencia o dolor
en la defecación, calambres
o dolor abdominal.
La mayoría de las diarreas
desaparecen por sí solas en
unos días adoptando unas
sencillas medidas. Pero si se
prolonga más de 48 horas, es
muy severa o se acompaña de
fiebre alta, vómitos intensos,
sangre o moco en las heces es
necesario buscar atención médica,
pues pueden prescribirle
medicamentos antidiarreicos y
antibióticos que le harán mejorar
de forma rápida.
Lo más importante es evitar
la deshidratación bebiendo líquidos
en abundancia, de dos a
tres litros al día, para
remplazar los líquidos
perdidos a causa de la
diarrea. Si pasan 24 horas
y la diarrea persiste
ha llegado la hora de recurrir
a los sobres de rehidratación
oral, que
nunca han de faltar en
el botiquín de viaje. Pero
si no tiene ninguno a
mano siempre puede
utilizar remedios caseros.
Uno de ellos es añadir
a un litro de agua
seis cucharaditas rasas
de azúcar y una cucharadita
rasa de sal y el
otro es la ‘limonada alcalina’
que se prepara
diluyendo en un litro de
agua un vaso de limón, cuatro
cucharadas de azúcar, una de
sal y otra de bicarbonato.
No haga caso al ya viejo mito
que dice que cuando se padece
una diarrea no se puede
comer, salvo, claro está, que su
cuerpo no tolere ningún alimento.
Cierto es que no vale
comer cualquier cosa, pero sí
sopas o caldos de arroz o zanahoria,
pescado blanco, carne de
pollo cocido o a la plancha,
manzana rallada o asada, patatas
hervidas, pan blanco tostado
y yogur desnatado bioactivo. Al
principio se han de evitar los
lácteos. Poco a poco y a medida
que las deposiciones vayan siendo
menos líquidas se irá introduciendo
una dieta normal.