La mayor parte de las reacciones

alérgicas a la picadura

de abejas y avispas suceden

en verano. Un reducido número

de individuos experimenta

síntomas típicos de las

reacciones alérgicas fuera de

la zona de la picadura, constituyendo

lo que se denomina

reacciones sistémicas. Estas

reacciones se dan en el 0,4-

0,8 por ciento de los niños y

pueden llegar a afectar hasta

el 4 por ciento de los adultos

que sufren la picadura de este

tipo de insectos.

 

Las manifestaciones abarcan

desde una urticaria con

intenso picor, hasta mareo,

sensación de cansancio intensa,

dolor cólico abdominal

o sensación de ocupación

en la garganta con cambios

en el tono de voz, incluso

con sensación de ahogo intensa,

pérdida de conocimiento,

vómitos repetidos o

taquicardia grave. En casos

graves debe acudirse a un

servicio de urgencia donde la

inyección de adrenalina, por

vía intramuscular, es el mejor

antídoto conocido contra estas

reacciones.

 

En la mayoría de los casos,

las picaduras presentan

una hinchazón de tamaño

variable en la zona de la picadura,

que no suele rebasar

los 10 centímetros de diámetro,

con ligero picor y dolor

local.