Lejos quedan ya esos días de

verano en los que siempre

sonaba de fondo la misma melodía:

proteger la piel de los rayos

del sol. Han pasado varios

meses desde entonces y ahora,

en medio del duro frío invernal,

pensamos que ya no es necesaria

ninguna precaución pero no

hay que olvidar que, aunque el

sol pasa a un segundo plano,

cede el protagonismo al frío,

acompañado de los cambios

bruscos de temperatura, la sequedad

producida por las calefacciones

y el viento punzante

que atacan con fuerza a nuestro

envoltorio natural. El resultado

final es deshidratación y aumento

de trastornos cutáneos que

hacen que la piel se reseque, se

irrite y enrojezca, lo que se traduce

en una piel seca, descamada

y con fisuras y, por tanto, en

un mayor envejecimiento cutáneo.

Sin duda, los que peor toleran

los cambios de temperatura

y el frío en su piel son las

personas mayores y los niños.

Cremas

Tenemos que proteger del frío

especialmente la cara y las manos

y la mejor forma de hacerlo

es con una hidratación adecuada.

Tal y como explica la Dra.

Lola Bou Camps, miembro de

la AEDV (Academia Española de

Dermatología y Venerología),

una vez que hemos limpiado

cuidadosamente la cara y el

cuello, debemos de usar tanto

por la mañana como por la noche

más cantidad de crema hidratante

que la que acostumbramos

el resto del año. En

general, en esta época lo mejor

es usar cremas creadas especialmente

para pieles sensibles y,

para el resto del cuerpo, jabones

suaves y desodorantes sin

alcohol. La exfoliación es recomendable

pero si se hace con

moderación y siempre que no

existan lesiones. Basta con hacerlo

una vez a la semana, dos

veces en caso de pieles grasas,

para eliminar las células muertas,

sin que por ello se tenga

que irritar o resecar la piel.

Además, es necesario prestar

un especial cuidado a las

zonas más sensibles, como las

mejillas, el contorno de los

ojos y los labios, aplicando un

protector hidratante adecuado.

En el caso concreto de los

labios, la piel que los envuelve

es muy frágil por lo que además

se ha de evitar humedecerlos

con nuestra propia saliva

cuando los sintamos secos

y con pequeñas fisuras.

Asimismo, se debe prestar

atención especial al contorno

de ojos; es una zona muy delicada

y necesita cosméticos específicos.

Tipos de piel

Pero ni todas las pieles son

iguales ni todas responden de

la misma forma ante las inclemencias

del tiempo. El frío perjudica

especialmente a las pieles

sensibles. Como se enrojecen,

se irritan y se alteran con facilidad

deben estar más protegidas

que el resto. Para ellas lo

mejor son cremas de día protectoras,

nutritivas, calmantes e

hipoalergénicas. La piel seca

puede verse afectada especialmente

por los cambios de temperatura

y por los ambientes

con excesiva calefacción, agrietándose

y resecándose con mucha

facilidad ante las bajas temperaturas.

Para calmarla se

pueden utilizar cremas de textura

grasa que compensen la

pérdida de agua y grasas.

Las pieles grasas y mixtas

son las únicas que obtienen algún

provecho del invierno.

Gracias al frío los poros se

contraen y su aspecto se vuelve

más suave y menos graso.

Cuidado con el sol

Aunque la intensidad de la radiación

solar ya no tiene tanta

fuerza como en verano, sigue

existiendo, por lo que no se

puede bajar la guardia. Por ello,

es esencial mantener la fotoprotección

con cremas y barras labiales

solares durante todo el

año, sea cual sea el tipo de piel.

No sólo las manos y la cara han

de beneficiarse de esta barrera

contra la agresión de los rayos

solares, sino también cualquier

otra parte del cuerpo que se exponga

a ella. Lo mejor es utilizar

cremas hidratantes que incorporen

fotoprotectores con

un índice de protección de 15

ó 20 para pieles normales, o

mayor si la piel es muy sensible.

Aunque la mayoría de las cremas

hidratantes de venta en

farmacias ya lo incorporan, se

venden muchas otras que no

incluyen esta protección, por lo

que debe estar alerta y preguntar

a su farmacéutico o dermatólogo

en caso de duda.

No olvide nunca esta recomendación

pero menos aún

cuando decide acudir a una

estación de esquí a practicar

alguno de los deportes que la

nieve le brinda esta temporada,

se inclina por relajarse subiendo

a la montaña, o simplemente

va estar mucho

tiempo fuera de casa.

En cualquier caso, no se relaje

y sea consciente de que

cuando el sol entra en contacto

con la nieve potencia tanto su

poder dañino sobre la piel que

puede llegar a ser incluso más

peligroso que en verano. La causa

reside en que la reflexión de

los rayos ultravioletas en la nieve

es del 85%, muy superior a la

que se produce sobre el agua o

la arena. En estas circunstancias

es esencial utilizar cremas y barras

labiales con alto índice de

fotoprotección y abrigarse para

no exponerse a las inclemencias

del tiempo, evitando el frío, sobre

todo en las manos.

Ropa

Pero no basta con protegerse

del sol. Ni que decir tiene que

no ha de salir de casa con ropa

y zapatos que estén húmedos

y antes de poner un pie

en la calle ha de asegurarse de

que lleva consigo unos guantes

de lana o de algodón que

protejan las manos del aire frío

y de la humedad. Lo mejor es

decantarse por calzado y ropa

transpirable, como la de algodón,

evitando el sudor y el recalentamiento

con ropa holgada

y abrigándose en capas. De

esta forma, puede quitarse o

ponerse ropa según el calor

que tenga en cada momento

del día.

Humedad

La calefacción reseca demasiado

el ambiente, tanto que puede

reducir la humedad a tan

sólo un 10%, una situación que

provoca que la piel se reseque.

Para evitarlo existen en el mercado

humidificadores capaces

de elevar los índices de humedad

hasta un 30 o un 50%, un

beneficio del que puede disfrutar

si lo coloca en la habitación

en la que más tiempo pase. El

humidificador es fundamental

en aquellos hogares en los que

vivan personas con la piel seca,

sensible o con enfermedades

cutáneas, como la psoriaris o la

dermatitis atópica, que empeoran

en esta época del año y

que necesitan por tanto más

cuidados y precauciones. También

puede ser de gran ayuda

colocar recipientes con agua

cerca de los radiadores.

Lo mejor es que la ducha

sea corta, no más de 10 minutos,

y la temperatura del agua

tibia, por debajo de los 32º. Si

es más larga y más caliente los

aceites naturales de la piel irán

desapareciendo poco a poco.

El gel o jabón debe ser suave y

apropiado para cada tipo de

piel. Al secarse, ha de hacerlo

con pequeños golpecitos pero

sin frotar.

Además, da igual lo que

tenga que hacer cada día o

donde se encuentre, ha de estar

hidratado en todo momento

pues bebiendo agua no sólo

beneficia su salud sino que

también hidrata la piel desde

dentro.

FUENTES: Academia Americana de

Dermatología, Academia Española

de Dermatología, Sociedad Española

de Medicina Estética y Eucerin.