La leche materna es el alimento
ideal para el bebé,
pero poco a poco el pequeño
crece y ya no es suficiente. A
los seis meses el bebé tiene
necesidades nutricionales que
la leche por sí sola no puede
cubrir. A esta edad, el bebé ya
se sienta con o sin apoyo, sostiene
la cabeza en esta posición,
a veces abre la boca
cuando le acercan un alimento,
muestra interés por lo que
comen los demás y coge objetos
con la mano.
Es el pistoletazo de salida
hacia la alimentación adulta,
que ha de iniciarse siguiendo
las recomendaciones del pediatra.
Siempre con su apoyo,
los padres decidirán cada uno
de los alimentos nuevos a los
que el pequeño, a su manera,
ha de saber adaptarse. Y es
que cada niño es diferente y
tiene sus propios gustos.
De uno en uno, en cantidades
progresivas, primero muy
triturados y después en texturas
más gruesas, se van introduciendo
en la dieta los nuevos
alimentos. Al principio todo serán
purés o papillas y habrá que
esperar a que el bebé cumpla
un año para darle trocitos de
alimentos, que serán más o menos
grandes dependiendo de
su madurez y del número de
dientes que tenga.
Paciencia
No hay que preocuparse si con
un alimento nuevo el pequeño
hace 'ascos' o acaba expulsándolo
por la boca. Es un sabor y
una textura nueva para él, por
lo que es normal que tarde un
tiempo en asimilarlo. Insista
dos o tres días después y no se
extrañe si ha de intentarlo hasta
quince veces. Sobre todo,
tenga paciencia y no se angustie
si el niño no come. Pronto,
su bebé empezará a acostumbrarse
a ingerir todo tipo de
alimentos y al final abrirá la
boca automáticamente cuando
le acerque la comida.
La comida no es un campo
de batalla, no lo fuerce a comer
ni le riña. Los especialistas recomiendan
no obligar al pequeño
a que se termine un plato ni
alargar la hora de la comida,
pero tampoco ofrecerle uno alternativo.
Tenga en cuenta que
si consigue que los alimentos
nuevos tengan un aspecto
agradable todo será más fácil,
pues se animará a probarlos.
Comer es un aprendizaje
por el que todo el mundo ha
de pasar. Seguramente se manche
una y otra vez en cada intento.
No importa, déjele mancharse
y dele tiempo. Como
todo proceso de aprendizaje,
se apoya en la imitación y el
establecimiento de un hábito
rutinario.
A partir
de los 3-4 meses
El cambio de la leche a los alimentos
sólidos ha de hacerse
con harinas de cereales, en
principio sin gluten, añadidas
a la leche. Mas tarde continúe
con purés o papillas de verduras
y frutas. Deje pasar 3-5
días cada vez que introduzca
un alimento nuevo en su dieta.
De esta forma, el sistema
digestivo del bebé se va acostumbrando
y usted puede observar,
si la hubiera, una posible
reacción alérgica.
Empiece por 1-2 cucharillas
de verduras en puré, tales como
calabacines, guisantes, zanahorias
o patatas. El trigo, la leche
de vaca, la clara de huevo y los
cítricos pueden producir una
reacción alérgica en algunos bebés,
por lo que han de permanecer
al margen de su dieta
hasta alrededor del año de vida.
Dependiendo del apetito,
aumente poco a poco la cantidad
de verduras y frutas, de 4
a 8 cucharaditas al día, de tal
forma que cuando cumpla siete
meses su bebé ya deberá
tomar dos comidas de cereales,
fruta y verduras al día y seguir
con el pecho o la fórmula
especial para bebés. No olvide
que una papilla de frutas nunca
debe sustituir a una toma
de leche o biberón.
Las frutas, verduras y hortalizas
han de ser frescas para
que, libre de añadidos artificiales,
el bebé disfrute de todo su
sabor. Al principio las frutas se
limitan a pera, manzana, plátano
y naranja. La fresa y el kiwi,
por ejemplo, se retrasan
hasta después del año. Además,
hay que evitar las espinacas,
la col y la remolacha por
su contenido en nitratos.
Sea cual sea la edad del bebé,
tanto en verano como en
invierno, e incluso durante el
periodo de lactancia materna,
ha de darle agua periódicamente,
pues él no la va a demandar.
De 7 a 9 meses
Cuando el bebé cumple entre
7 y 9 meses cada vez reclama
menos el pecho o el biberón,
según el caso, y puede tomar
una mayor variedad de alimentos
y diferentes tipos de textura.
De hecho, ya puede comer
carne. Se empieza por el pollo,
por producir menos alergias, y
después se introduce la ternera.
Las comidas deben cocerse
y triturarse y, durante el primer
año de vida, se ha de ir incorporando
aceite (es suficiente
con una cucharadita).
A esta edad, el bebé debería
sentarse recto, ser capaz de
coger la comida con las manos
o dedos y llevársela a la
boca. Puede empezar a tomar
trozos de plátano, cereales sin
azúcar y galletas.
De 10 a 12 meses
Se puede añadir trocitos de
verdura cocida, queso y otros
tipos de comidas blandas o
con grumos. Ya puede tomar
pescado, pero blanco. Para el
azul hay que esperar a que
cumpla los 18 meses. Alrededor
de los once meses se introduce
la yema de huevo, cocida
o en tortilla. La clara, al ser
más alergénica, no se introduce
en la dieta hasta después
del año. Desde ese momento,
se recomienda tomar entre
uno y tres huevos por semana.
Que el bebé no tenga
dientes es lo de menos, pues
usa el paladar y la lengua para
ablandar la comida. Poco a
poco será cada vez más independiente
y le podrá enseñar
a sostener la cuchara y a sujetar
la taza con las dos manos.
Hable con él y repita los nombres
de los alimentos, sus colores
y los utensilios que utilice
para comer.
De 12 a 18 meses
La leche sigue siendo fundamental
en la alimentación del
niño por lo que a partir del
año ha de tomar como mínimo
medio litro de leche de vaca
al día para obtener el calcio
que necesita. Se recomiendan
las fórmulas de crecimiento
que incorporan hierro u otros
ingredientes deficitarios en la
leche de vaca, por lo que favorecen
el desarrollo del niño en
esta etapa de la vida. La grasa
de la leche materna o de vaca
es fundamental para el crecimiento
adecuado del bebé
por lo que no debe tomar leche
desnatada hasta que cumpla
los dos años.
Además, la alimentación
del niño ha de incluir yogures
y quesos. En concreto, los yogures
son un excelente aporte
de calcio, adaptados hasta los
doce meses, y preferiblemente
naturales para evitar los colorantes.
Por otro lado, normalmente
con un año ya puede
comer legumbres.
Una vez cumplido el año,
la mayoría de los niños pueden
comer prácticamente el
mismo tipo de alimentos que
el resto de la familia, pero
dando prioridad a la leche, la
carne, las hortalizas y las frutas.
Las cantidades mínimas
que un niño de esta edad debe
ingerir diariamente son:
medio litro de leche materna
o leche de vaca, 4-8 cucharas
de fruta o verdura, 4 tomas de
pan o cereales (1 toma equivale
a dos cucharadas de pasta,
patatas o arroz o 1'4 rebanada
de pan) y 2 tomas de carne o
pescado.
Los 'potitos' que se pueden
adquirir en las farmacias son
una buena alternativa a la
'cocina casera'. Su composición
está avalada por la
Sociedad Europea de Gastroenterología
y Nutrición
Pediátrica. Es importante
que recuerde que no deben
sustituir a las frutas y verduras
naturales, ya que el bebé
necesita conocer las texturas
de los alimentos. Además,
una vez abiertos se han de
consumir de inmediato o
conservarse en la nevera un
máximo de 48 horas. Consulte
con su farmacéutico.
Le asesorará sobre la alimentación
adecuada de su bebé.
FUENTES: Mundo Farmacéutico (Cofares),
Asociación Española de Pediatría
de Atención Primaria, Asociación
Española de Pediatría, Centro de Estudios
sobre Alimentación Infantil y
'Alimentos sólidos. Guía de nutrición
para bebés y niños de 6 a 18 meses'
de la Fundación del Consejo Internacional
de Información Alimentaria.