La hormona de crecimiento
(GH) se produce en la glándula
hipófisis, un pequeño órgano
situado en el centro de la
cabeza, en la base del cerebro,
por detrás de las fosas nasales.
Desde la hipófisis pasa a la sangre
y así a todo el cuerpo, donde
induce la producción de
unos factores de crecimiento,
que son los que realmente hacen
crecer a los tejidos. El factor
de crecimiento más importante
es el que se conoce con
las siglas IGF-1 (del inglés insulin-
like growth factor 1 o factor
de crecimiento similar a la insulina-
1) que se produce fundamentalmente
en el hígado. Durante
el envejecimiento se
reduce de forma natural la producción
tanto de hormona del
crecimiento como de IGF-1.
En la infancia y hasta el final
de la pubertad (cuando se
calcifican los cartílagos de crecimiento
y por lo tanto se deja
de crecer) la hormona de crecimiento
es uno de los factores
más importantes que determinan
el crecimiento normal; en
consecuencia, su ausencia o
deficiencia se asocia a un retraso
de crecimiento.
Hasta hace pocos años se
consideraba que el déficit de
hormona del crecimiento (DHC)
era una enfermedad que afectaba
únicamente a los niños, pero
actualmente se conocen sobradamente
las importantes consecuencias
que este déficit también
puede tener en el adulto,
ya que esta hormona, una vez
alcanzada la estatura final, interviene
en el aumento de la
densidad ósea, la reducción del
tejido graso y la mejora de la
función cardiovascular, la capacidad
de ejercicio y el bienestar
percibido. Por tanto, los especialistas
consideran cada vez
más evidente la necesidad de
tratar el DHC en los adultos.
La llegada del tratamiento
con hormona del crecimiento
humana recombinante en los
años ochenta ha tenido un efecto
importante sobre muchos niños
nacidos con DHC o que adquirieron
posteriormente la
enfermedad. Los datos disponibles
han demostrado que los niños
con déficit de hormona del
crecimiento que toman tratamiento
de sustitución con hormona
del crecimiento alcanzan
una trayectoria de crecimiento
normal, y muchos de ellos alcanzan
su pleno potencial genético
de crecimiento. Los estudios
también han demostrado
que el tratamiento con hormona
del crecimiento es útil para
tratar a niños con una estatura
baja causada por el síndrome de
Turner o por una insuficiencia
renal crónica. En adultos con
DHC, datos recientes indican
que el tratamiento de sustitución
con hormona del crecimiento
mejora la composición
corporal y la función cardiaca y
contribuye a una mejor calidad
de vida. Estos estudios resaltan
que la corrección del DHC en
niños y en adultos es esencial
para la salud y el bienestar.
Características
en niños
Los niños con déficit de hormona
del crecimiento presentan
un retraso importante del crecimiento
y tienen una estatura
por debajo de la estatura media
para su edad y su sexo. Este
retraso del crecimiento a menudo
se acompaña de un retraso
de la edad ósea y la pubertad,
extremidades más cortas
de lo normal y otras anomalías
físicas (ver recuadro). Si no reciben
tratamiento, los niños
con este déficit no alcanzarán
una estatura normal en la vida
adulta, presentarán alteraciones
en la composición corporal
y podrían tener más problemas
de comportamiento y de relación
social que los niños que
no presentan este problema.
La mayoría de los niños con
DHC, cuando reciben tratamiento
de sustitución con hormona
del crecimiento, alcanzan su potencial
genético de crecimiento.
Además, este tratamiento también
parece inducir muchos
otros efectos beneficiosos, tales
como un aumento de la masa
magra y de la densidad mineral
ósea y lumbar, junto con una
disminución de la masa grasa.
La hormona del crecimiento
también se utiliza para tratar
la estatura baja en niñas con
síndrome de Turner, uno de los
trastornos genéticos más frecuentes
en las mujeres (afecta
a alrededor de uno de cada
2.500 niños). Aunque las niñas
con este síndrome no padecen
un déficit verdadero de hormona
del crecimiento, tienen
una resistencia aparente del esqueleto
a los efectos de esta
hormona, lo cual puede causar
disminución de la masa ósea y
alteración del crecimiento esquelético.
Si no se trata el trastorno,
la estatura media alcanzada
en la vida adulta por las
niñas que padecen el síndrome
de Turner es de 143 cm.
Además, aproximadamente
el 5% de los recién nacidos son
pequeños en peso y/o talla para
la edad gestacional (SGA). Para
ello, existen en España diferentes
tablas de referencia de peso
y talla para cada edad gestacional.
No obstante, la mayoría de
estos niños, hasta un 85%, experimenta
un crecimiento de
recuperación espontáneo durante
los primeros 4 años de vida.
Sería el 10% de niños que
no experimenta el crecimiento
de recuperación espontáneo los
candidatos a tratamiento con
hormona de crecimiento.
Estos niños tienen riesgo
de presentar una talla baja
cuando llegan a la edad adulta
y un riesgo también mayor de
desarrollar otros trastornos en
la edad adulta, como enfermedades
cardiovasculares y diabetes.
La talla baja también afecta
negativamente al desarrollo
emocional, intelectual y social,
por lo que los trastornos de
crecimiento de los niños nacidos
SGA tienen consecuencias
de largo alcance durante toda
la infancia y la edad adulta.
En adultos
En los adultos se produce un
descenso natural del nivel de
secreción de hormona del crecimiento
con la edad. Esta reducción
es distinta del DHC infantil
o se adquiere durante la edad
adulta debido a traumatismos,
algunos tumores o radioterapia.
La prevalencia exacta del DHC
en adultos es incierta; pero se
calcula que más de 10 personas
por millón padecen este déficit.
Los adultos con DHC presentan
diversas alteraciones fisiológicas
y psicológicas, que se
resumen en el recuadro adjunto,
y que reducen significativamente
su calidad de vida global.
Estudios recientes han demostrado
que el tratamiento de
sustitución con hormona del
crecimiento en adultos produce
aumentos significativos de la
masa corporal magra, la fuerza
muscular, la densidad mineral
ósea y la capacidad de ejercicio
y efectos beneficiosos en la función
cardiovascular.
Más información:
www.crecimiento.org
http://ghadultos.com/