La dermatitis atópica, tambiénllamada eccema atópico,es una enfermedad inflamatoriacrónica de la pielcaracterizada por un prurito(picazón) intenso, un cursocrónico con exacerbaciones yuna distribución característicade las lesiones que varía segúnla edad. Las personas condermatitis atópica tienen pielseca e irritable, son más sensiblesa todas las causas de pruritoy…
La dermatitis atópica, también
llamada eccema atópico,
es una enfermedad inflamatoria
crónica de la piel
caracterizada por un prurito
(picazón) intenso, un curso
crónico con exacerbaciones y
una distribución característica
de las lesiones que varía según
la edad. Las personas con
dermatitis atópica tienen piel
seca e irritable, son más sensibles
a todas las causas de prurito
y presentan lesiones de
eccema (enrojecimiento, exudación,
costras, engrosamiento
de la piel en la fase crónica)
secundarias al rascado y la
frecuente sobreinfección, en
especial por una bacteria llamada
Staphylococcus aureus.
Según el doctor Lluís Puig,
del Servicio de Dermatología
de Hospital Santa Creu i Sant
Pau de Barcelona, la dermatitis
atópica es una enfermedad
que puede afectar a todas las
razas, y en especial a los niños
y lactantes. No se observan diferencias
significativas entre
distintos grupos raciales, pero
sí es más frecuente en el sexo
femenino y en clases sociales
altas. En opinión de este especialista,
es difícil recoger los
datos reales de incidencia y
prevalencia de la enfermedad,
ya que es difícil establecer un
diagnóstico definitivo.
Prevalencia en alza
De acuerdo con la Academia
Española de Dermatología y
Venereología (AEDV), en general,
la dermatitis atópica afecta
de un 10 a un 20% de la población
infantil y a alrededor
de un 10% de los adultos. Parece
ser más frecuente en niñas
que en niños en una proporción
de 1,5 a 1 aproximadamente.
Han aumentado los casos
en las últimas décadas,
sobre todo en los países desarrollados,
aumento paralelo al
que han experimentado otras
enfermedades alérgicas como
la rinitis, el asma o las alergias
alimentarias. El hecho de que
niños procedentes de países en
vías de desarrollo, en los que
existe una prevalencia baja de
dermatitis atópica y que emigran
a países desarrollados, adquieran
una prevalencia similar
a la de los niños autóctonos
hace pensar que los factores
ambientales influyen de forma
importante en la aparición de
esta enfermedad.
A pesar de que suele manifestarse
en los primeros
años de la vida, en el 20% de
los pacientes el diagnóstico se
efectúa por primera vez en la
edad adulta. La incidencia difiere
según que el medio sea
rural o urbano, siendo este último
el ámbito en que la incidencia
es más alta. Entre las
causas que explican este aumento,
se citan el estilo de vida
occidental, la polución, los
ácaros del polvo en las casas,
los animales de compañía, el
polen, el humo del tabaco y
la contaminación.
En palabras de Lluís Puig,
'la incidencia de dermatitis
atópica en niños de hasta 7
años era del 3% en los nacidos
hace unos 30 años y de
un 10% en los nacidos hace
20. Actualmente se estima
que la incidencia acumulada
de dermatitis atópica en niños
de hasta 14 años de edad oscila
entre el 10 y el 25%'.
¿Predisposición
genética'
La AEDV refiere que existe
una clara predisposición genética
a la hora de contraer
esta enfermedad. Así, se sabe
que la dermatitis atópica puede
aparecer en gemelos, y
que también es más frecuente
en niños con un padre
afecto y más frecuente aún si
son los dos padres los que la
padecen.
Por otro lado, las diferencias
en cuanto a la frecuencia
de dermatitis atópica según
la situación geográfica o
socioeconómica en la población,
hacen intuir la existencia
de una serie de factores
ambientales como causantes
de la enfermedad. Sin embargo,
no todos los niños en
contacto con estos factores
ambientales desarrollan dermatitis
atópica.
Pero no todos los expertos
opinan lo mismo. Para los
doctores Antonio Zambrano y
Antonio Torrelo, del Servicio
de Dermatología del Hospital
Niño Jesús de Madrid, 'muchos
pacientes con dermatitis
atópica no presentan antecedentes
personales ni familiares
de atopia'. Por otra parte
'prosiguen' 'no existe ninguna
prueba diagnóstica con
una mínima sensibilidad o
especificidad y, además, pocas
enfermedades son tan heterogéneas
y variables en el tiempo.
Pese a que existe una
gran cantidad de estudios sobre
la dermatitis atópica, aún
ignoramos la cuestión más
obvia sobre la misma, como
es el verdadero vínculo con el
rasgo atópico'.
Una manifestación de la atopía
La dermatitis atópica es una de las manifestaciones
de la atopia. El término atopia
se utiliza para calificar a aquellas personas
con predisposición familiar para padecer
alergia a sustancias muy variadas e inocuas
para la población general. En otras
palabras, puede definirse como una situación
que condiciona a ciertas familias a
tener una alta sensibilidad para reaccionar
ante determinadas sustancias ambientales,
afectándose la piel y las mucosas.
Suele asociarse a un aumento de la
producción de inmunoglobulina IgE (las
células del sistema inmunitario, cuando
entran en contacto con una sustancia extraña
que se encuentra en el organismo,
reaccionan formando moléculas llamadas
inmunoglobulinas (Ig), las cuales se unen
a esa sustancia extraña para destruirla y
eliminarla. Hay cinco tipos de inmunoglobulina,
una de ellas es la citada IgE).
Las principales manifestaciones de la
atopia son la dermatitis atópica, la rinitis y
conjuntivitis (fiebre del heno) y el asma
bronquial. En los últimos 20 años se ha registrado
un aumento de la frecuencia de
las manifestaciones de atopia en las sociedades
occidentales. Esta circunstancia se ha
relacionado con el estilo de vida urbano,
con familias poco numerosas, vacunaciones
y tratamientos antibióticos sistemáticos.
Para explicar este aumento en la prevalencia
de estas enfermedades, el doctor
Lluís Puig considera que se asume la llamada
'hipótesis de la higiene': en nuestros
días, en la primera infancia existiría un menor
contacto con patógenos de transmisión
feco-oral, o cambios en la población
de bacterias residentes en el intestino que,
combinadas con el efecto inmunoestimulante
de las vacunaciones, propician el
desarrollo de un tipo de respuesta inmune
inapropiado que predispone al desarrollo
de las diferentes manifestaciones de atopia.
Factores desencadenantes
» Físicos: calor y sudor. irritación
por contacto con la
ropa (lana, fibra).
» Psicológicos: estrés (celos,
escuela, trabajo). Es
común observar que los
pacientes atópicos muestran una personalidad especial,
con rasgos de inquietud, inestabilidad emocional, cuadros
depresivos, irritabilidad, etc.
» Alimentos por contacto: tomates, verduras, cítricos.
» Aeroalérgenos: ácaros del polvo doméstico, pelo y caspa
de animales, pólenes y plantas, hongos.
» Alérgenos alimentarios: leche de vaca, huevos, cacahuetes,
marisco, pescado.
» Microbianos: Staphilococcus aureus, levaduras.
El controvertido papel de la alimentación
El papel de la alimentación
en la dermatitis atópica es
muy controvertido. Para
Puig, la dieta siempre lo ha
sido en este tema, ya que cada
individuo posee unas características
determinadas, y
con el tiempo van presentando
una tolerancia progresiva
de los alimentos que antes
podían influir en el curso de
la enfermedad. Aconseja este
experto que si existe una sospecha
sobre algún alimento
concreto, puede ser útil realizar
pruebas de alergia y actuar
en consecuencia.
Los alimentos que producen
alergia con más frecuencia
son el huevo, la leche, los
frutos secos, la soja, el trigo y
el marisco. Las reacciones
alérgicas a alimentos en niños
pequeños atópicos pueden
ser inmediatas. Las manifestaciones
cutáneas de las
reacciones a alimentos suelen
ser urticaria por contacto y
erupciones de diversos tipos.
Las reacciones no dermatológicas
que pueden asociarse
suelen ser de origen gastrointestinal
(vómitos, diarrea, dolor
abdominal) o del tracto
respiratorio (rinitis, asma).
Otra manifestación más grave
es el shock anafiláctico,
que sucede con más frecuencia
en niños de mayor edad.
Calor, sudor, estrés,
determinados irritantes...
La piel seca, explica el doctor
Puig, es un rasgo característico
de los atópicos originado
por una excesiva pérdida de
agua y por la alteración de
su composición grasa. Esta
piel es más frágil, por lo que
se irrita y se infecta con más
facilidad. Esta sequedad se
puede agravar con el clima
frío y seco del invierno, los
baños con agua caliente, el
uso de jabón, esponjas y el
secado frotando con toallas.
El sudor aumenta el prurito
de los pacientes atópicos y,
debido a su habitual exceso
de sudoración por una alteración
en su regulación, es
conveniente no inducirlo.
La exposición a determinados
irritantes puede alterar
aún más la función de
barrera de la piel. el agua de
las piscinas, por su contenido
en cloro, constituye un
frecuente factor irritante que
agrava los brotes de dermatitis
atópica, especialmente
en invierno, cuando el tiempo
frío y seco tiende a deshidratar
la piel expuesta.
'Existe un claro predominio
estacional de los brotes,
que depende de la climatología
y características de cada
región geográfica. generalmente
existen dos picos, uno
en invierno coincidiendo con
la época de frío seco y empleo
de calefacciones domésticas,
con su efecto deshidratante,
aunque en inviernos
templados y lluviosos puede
no ser muy aparente, y otro
en primavera, dependiendo
de las características de la
polinización, en los pacientes
en quienes los aeroalérgenos
de origen vegetal representan
un desencadenante importante',
aclara Puig.
Los aeroalérgenos más
importantes en el desencadenamiento
y exacerbación de
los brotes proceden de los
ácaros del polvo doméstico.
También la caspa de perro,
gato o caballo, mientras que
el papel de los pólenes se hace
más evidente en los brotes
estacionales, aunque se correlaciona
mejor con los episodios
de rinoconjuntivitis o asma
alérgica. Las alteraciones
inmunológicas de los pacientes
atópicos favorecen las infecciones
por varios microorganismos,
ya sean virus,
hongos o bacterias.
¿Cómo curarla si se desconoce su causa?
De acuerdo con los doctores Zambrano
y Torrelo, no existe ningún medio de
proporcionar una curación de la dermatitis
atópica, 'en buena medida porque
desconocemos su causa'. Evitar las plantas,
animales o elementos que puedan
almacenar polvo, que serían eficaces en
casos de asma extrínseca debido a estos
alérgenos, 'no producen apenas beneficio
en estos pacientes. La supresión de
alimentos basándose en pruebas alérgicas
no está justificada, a menos que el
estudio del afectado permita establecer
una relación de las lesiones con la ingesta
de un determinado producto (...). La
inmunoterapia con vacunas de extractos
inhalantes no ejerce ninguna mejoría sobre
el curso natural de la dermatitis atópica,
e incluso puede producirse un empeoramiento
de las lesiones al comenzar
este tratamiento'.
No obstante, para estos expertos durante
40 años el mejor modo de combatir
la dermatitis atópica ha sido el empleo
de corticoides tópicos, cuya elección requiere
tener en cuenta algunas consideraciones
como, por ejemplo, cuando el
cuadro clínico sea agudo y las lesiones
exhudativas, el tratamiento debe incluir
emulsiones o cremas de corticoides. en
lesiones crónicas, infiltradas o liquenificadas,
deben tratarse preferiblemente con
cremas, pomadas o ungüentos. También
hay que tener en cuenta, advierten, la
potencia del corticoide y sus efectos adversos,
entre los cuales se citan atrofia cutánea,
acné y exceso de vello, entre
otros, con su uso prolongado.
Para la Academia de Dermatología y
Venereología, el uso de corticoides requiere
cierta experiencia, ya que se debe
considerar la clínica, localización y el
tipo de piel para elegir el corticoide más
adecuado. Pese a la inexistencia en la
actualidad de una terapia curativa para
la dermatitis atópica, un enfoque exitoso
del tratamiento debe englobar tres aspectos
importantes: una buena hidratación
cutánea, la identificación y eliminación
de factores desencadenantes y un
correcto tratamiento médico.
Manifestaciones variadas y cambiantes
Las manifestaciones clínicas
de la dermatitis atópica son
muy variadas y pueden
cambiar según la edad del
individuo, indica la Academia
Española de Dermatología
y Venereología. De
acuerdo con esta institución,
una característica fundamental
de la dermatitis
atópica es el intenso picor
(prurito) que las lesiones cutáneas
producen. El prurito
suele ser intermitente durante
el día para empeorar
en la noche. Se puede exacerbar
y con él, el rascado,
debido a la influencia de
alérgenos, la reducida humedad,
la excesiva transpiración
y el contacto con
sustancias irritantes.
El tipo de reacción cutánea
depende del tiempo de
evolución de las lesiones.
En las lesiones agudas predomina
un intenso prurito
con pápulas -pequeñas elevaciones
de la piel- eritematosas
y excoriaciones sobre
un fondo eritematoso y
exudativo, y toman el aspecto
de un eccema. La
evolución de estas lesiones
las convierte en pápulas
más escamosas y excoriadas.
En la dermatitis atópica
crónica el rascado crónico
lleva a un engrosamiento
de la piel con acentuación
del relieve cutáneo (liquenificación)
y pápulas de consistencia
elástica que pican
intensamente.
La distribución de estas lesiones
varía según la edad del
paciente. Así, durante la infancia,
por lo general las lesiones
aparecen en la cara, cuero cabelludo
y extremidades. En niños
mayores que padecen la
enfermedad durante varios
años, las lesiones se presentan
predominantemente en los
pliegues de flexión del codo y
detrás de la rodilla, mostrando
un aspecto liquenificado (relieve
cutáneo en placas) y con
más tendencia a la generalización
de las lesiones.
Otras manifestaciones que
a veces se pueden observar
en la dermatitis atópica son
una piel seca (xerosis) que
desprende pequeñas escamas
al rascado, la dermatitis palmo-
plantar juvenil, y que no
han de ser confundidas con
infecciones por hongos. la inflamación
de los labios, la
aparición de pápulas en zonas
de roce, llamada dermatitis
friccional, y el pliegue de
Dennie-Morgan, un pliegue
adicional de la piel observado
en el párpado inferior y que
corresponde a la presencia de
edema en el mismo.
Por su parte, el doctor Puig indica
que las manifestaciones
clínicas típicas de la dermatitis
atópica se dividen en tres fases
evolutivas: fase del lactante,
infantil y del adulto. La fase
del lactante suele iniciarse entre
los 2-6 meses, presentando
lesiones de características agudas
en cuero cabelludo y región
facial. La fase infantil se
desarrolla entre los 2 años y la
pubertad, presentando lesiones
más cronificadas de predominio
en pliegues de flexión
de las extremidades. La
fase del adulto abarca la adolescencia
y la vida adulta, presentando
lesiones liquenificadas
en zonas de fácil rascado
como la nuca y caras laterales
del cuello, dorso de pies y
manos, etc.
Zambrano y Torrelo abundan
a este respecto en que la
enfermedad puede empezar,
aparecer, desaparecer o estar
ausente en alguna fase, reconociéndose
numerosas variantes.
Así, no es obligado que
todos los pacientes deban pasar
tres fases a lo largo de su
vida. Es frecuente que la dermatitis
atópica muestre una
tendencia a la desaparición
con el paso del tiempo. Sin
embargo, aunque la enfermedad
pueda desaparecer en
cualquiera de sus fases evolutivas,
puede reaparecer en algún
momento posterior de la
vida del individuo.
La dermatitis atópica,
aducen estos especialistas, es
una enfermedad de larga
evolución, que puede iniciarse
en cualquiera de las fases
evolutivas descritas y presentar
largos períodos de latencia,
sin lesiones. Un porcentaje
significativo de niños con
dermatitis atópica acaban
desarrollando otras manifestaciones
de 'atopia', tales como
asma, conjuntivitis o rinitis
alérgica. Habitualmente,
las lesiones de dermatitis atópica
se hacen menos frecuentes
e intensas con la edad, y
no suelen perdurar en adultos
mayores de 40 ó 50 años.
Su pronóstico es bueno
El doctor Lluís Puig pone de relieve que,
en general, se considera que el pronóstico
de la dermatitis atópica es bueno, ya
que la mayoría de niños que desarrollan
lesiones durante la infancia, con el paso
de los años van reduciendo la intensidad
y la frecuencia de las manifestaciones,
de hecho llegan asintomáticos a los primeros
años de la adolescencia en aproximadamente
un 60% de los casos.
Pero, añade este especialista, a pesar
de esta buena evolución en general, la realidad
es que el proceso en cada paciente
atópico es impredecible, ya que no existe
ningún marcador pronóstico, ni clínico ni
biológico o analítico, y los estudios evolutivos
realizados hasta la fecha muestran resultados
muy dispares. El estudio más amplio
sobre la historia natural de la dermatitis
atópica fue realizado en el Reino Unido con
casi 7.000 niños evaluados entre los 7 y los
23 años de edad y publicado en 1998.
Este estudio apuntaba como principales
factores de predicción de persistencia
de enfermedad el inicio precoz, la
enfermedad grave y extensa en edades
tempranas, el asma o fiebre del heno
concomitante y la historia familiar de
dermatitis atópica. Otro elemento importante
en el pronóstico de la enfermedad
es el riesgo que presentan estos pacientes
de desarrollar otras manifestaciones
de atopia, como es el caso del asma,
con un riesgo de entre un 50 y un 75%,
sobre todo si la dermatitis atópica perdura
más allá de los 2 años de vida.
Más información:
www.adeaweb.org
www.especialistasdermatologia.com