Dormir es imprescindible
para la vida, hasta tal punto
que si dejáramos de hacerlo
moriríamos. Aún así, a lo largo
de la historia de la humanidad
el interés de la medicina por el
sueño ha sido, en general, inexistente
y ha quedado relegado
durante siglos al mundo de
la filosofía, la psicología y la literatura.
Hasta hace relativamente
poco tiempo, apenas se
conocía cómo era su estructura
y cuáles eran sus funciones y se
definía como un periodo de cese
de actividad, algo parecido a
estar 'desconectados'. Nada
más lejos de la realidad. Pasamos
un tercio de nuestra vida
durmiendo, por lo que no parece
descabellado pensar que,
como así es, el sueño tenga
una gran influencia sobre nosotros.
Y, aunque aún no se sabe
a ciencia cierta por qué
dormimos, a grandes rasgos
podemos decir que lo hacemos
para reparar el desgaste sufrido
durante el día y poder estar
despiertos en la jornada siguiente.
Si no dormimos lo suficiente,
nuestro cuerpo lo nota:
el nivel de actividad y alerta
disminuye, estamos más torpes
y menos eficaces en nuestra vida
diaria, el riesgo de accidentes
de todo tipo aumenta y el
estado de salud empeora. Y es
que dormir es un placer que
vela por la salud y la calidad de
vida y no una pérdida de tiempo
como piensan algunos.
¿Para qué sirve
el sueño?
En primer lugar, el sueño contribuye
a la maduración cerebral
en las primeras etapas de
desarrollo y favorece el aprendizaje.
No en vano, es durante
el sueño cuando procesamos
la información que recibimos
durante el día y la hacemos un
hueco en la memoria, por lo
que se puede decir que de él
es precisamente de donde
brota nuestra capacidad de
dar respuesta y adaptarnos a
las situaciones que vivimos. Al
margen de la estrecha relación
que el sueño mantiene con el
cerebro, hay que destacar que
mientras dormimos nuestro
organismo se ve inmerso en
cambios muy importantes. Así,
por ejemplo, la tensión arterial
y el ritmo cardiaco se reducen,
la temperatura corporal baja,
la actividad sexual aumenta y
la hormona del crecimiento se
libera, especialmente en el
sueño profundo. Y mientras
todo el organismo en general
se sumerge en un estado de
reposo, el sistema inmunitario,
encargado de defender nuestro
cuerpo, se estimula.
FUENTE: Sociedad Española de Neumología
y Cirugía Torácica (SEPAR).