"Los problemas de sueño
no sólo afectan al ámbito
familiar y médico, sino que
también tienen una influencia
importantísima el contexto social
en el que viven los niños y
adolescentes", ha señalado el
doctor Gonzalo Pin, coordinador
del Grupo de Trastorno del
Sueño de la Sociedad Española
de Pediatría Extrahospitalaria y
Atención Primaria (SEPEAP). El
problema principal de los trastornos
del sueño es que no
afectan exclusivamente al periodo
nocturno de los niños y adolescentes,
ya que sus efectos se
manifiestan también durante el
día, pudiendo generar en muchos
casos alteraciones
en el comportamiento
(déficit de atención,
irritabilidad), aprendizaje
(fracaso escolar),
riesgo de accidentes y
efectos negativos sobre
el crecimiento y desarrollo
(obesidad). Además,
en el caso de los
trastornos del sueño en
niños pequeños, "pueden
ocasionar problemas
en la vida familiar
con repercusiones en la
salud de los padres".
Según los resultados del
Estudio Epidemiológico de los
Trastornos del Sueño en Niños
y Adolescentes de la Comunidad
Valenciana, se estima que
en torno a un 30 por ciento
presentan problemas
y/o alteraciones del
sueño de diverso orden.
Aproximadamente
el 20-40 por ciento
de los niños de 6 meses
a 7 años se despiertan
durante la noche
y necesitan ayuda
para volverse a dormir
y, de ellos, el 13-20
por ciento tienen despertares
al menos 5
noches por semana.
Estos problemas
suelen ser estables a
lo largo de la infancia, de
manera que un niño con dificultades
del sueño a los 8
meses probablemente continuará
mostrándolas hasta los
3 años de edad, y aquellos
con problemas a los 2 años
continuarán teniendo dificultades
con el sueño hasta los
12 años.
Pocas horas
Por otro lado, los datos apuntan
a que los niños padecen
un déficit de horas de sueño.
En el caso de los preadolescentes
de 13 años, el 34,5 por
ciento opinaban que dormían
menos de lo necesario de manera
habitual (al menos 5 días
a la semana) y el 24 por ciento
de ellos no se sentían descansados
al levantarse.
Los trastornos del sueño
en niños, especialmente los
trastornos respiratorios, el insomnio
y la excesiva somnolencia
diurna, no tienen una
remisión espontánea en muchos
casos, de manera que
"pensar que estos problemas
se pasarán solos es una actitud
totalmente equivocada
que no favorece a la salud de
los niños", puntualiza el doctor
Pin. Además, son muchas
las enfermedades que alteran
el sueño (asma, dermatitis,
trastorno por déficit de atención
e hiperactividad, etc.) y
que favorecen la persistencia
de los síntomas de estas enfermedades
"dando lugar a un
círculo vicioso que no se resuelve
si no se trata la enfermedad
de base y los trastornos
del sueño.