Según un reciente estudio
que ha analizado el perfil
de los pacientes que toman la
decisión de hacer un Documento
de Voluntades Anticipadas
(DVA), el 65 por ciento
que lo realizan son mujeres, el
56 por ciento tiene estudios
universitarios y en uno de cada
dos casos el motivo que les
llevó a solicitar este documento
es la existencia de una persona
cercana con una enfermedad
irreversible.
En opinión de la doctora
Carmen Santos de Unamuno,
experta en Bioética, no sorprende
que haya más mujeres
dispuestas a hacer un testamento
vital. "Ellas por lo general
están más preocupadas por
su salud y tienden a tener conductas
más sanas, acuden con
mayor frecuencia al médico y
suelen buscar más información
sobre estos temas a través de
diferentes canales. La educación
también es un factor de
influencia; por eso es más habitual
entre los universitarios. No
obstante, no todas las personas
con formación se enfrentan a la
muerte de la misma manera.
En todos los grupos sociales
hay quien es capaz de pensar
en la muerte con serenidad y
quien no puede soportarlo".
El trabajo revela además
que aún es muy escaso el número
de personas interesadas
en conocer el DVA, que no ha
empezado hasta hace poco
tiempo a formalizarse. La implantación
en Europa es irregular
y en los países mediterráneos
casi inexistente.
Incluso en los países en los
que se introdujo hace casi dos
décadas los porcentajes no superan
el 10 por ciento de la
población. "Muchos ciudadanos,
aunque son partidarios de
hacer un DVA, saben que es
un trámite que requiere una
importante reflexión previa y
es difícil encontrar el momento
para poner por escrito
nuestros deseos. A no ser que
se tenga una enfermedad con
mal pronóstico, las personas
sanas pensamos que podemos
dejarlo para más adelante y
eso es lo que hacemos", añade
la doctora Santos.