"Reto oncológico de este
siglo". Así es como definen
los expertos el cáncer de
páncreas por la extraordinaria
dificultad que entraña su detección
temprana, por la elevada
mortalidad y por las limitadas
opciones disponibles
para combatirlo. Pese a ser
uno de los tumores con peor
pronóstico, no se ha dispuesto
hasta ahora de una hoja de ruta
que sirva de ayuda al profesional
a la hora de abordar su
manejo. Por ese motivo, el
año pasado especialistas españoles
decidieron crear un grupo
de trabajo para elaborar el
primer y recién terminado
"Documento de Consenso en
Cáncer de Páncreas en España".
Para ello revisaron todos
los datos existentes con el fin
de establecer las mejores estrategias
a seguir en función
de la fase en que se encuentre
la enfermedad en el momento
del diagnóstico.
La incidencia de este tumor
no ha dejado de aumentar
en España desde los años
cincuenta hasta la actualidad,
según se indica en el Documento
presentado recientemente
y que ha sido coordinado
por los doctores Manuel
Hidalgo y Eduardo Díaz-Rubio
y que cuenta con el aval del
Grupo Cooperativo Español
para el Tratamiento de Tumores
Digestivos (TTD) y con la
colaboración de Roche Farma.
El cáncer de páncreas es el
tumor que más mortalidad
produce al año de su detección
y, pese a no ser de los
más frecuentes, es el cuarto
que más muertes provoca. En
España se diagnostican unos
4.000 nuevos casos al año y
únicamente el 15-20 por ciento
de ellos se diagnostica
cuando aún es susceptible de
cirugía radical. Incluso en estos
casos, la supervivencia a
los cinco años es del 18-24
por ciento. Ello se debe a que
al principio los síntomas de
alerta son muy inespecíficos.
"El manejo de este tumor es
muy complejo y su mal pronóstico
no se explica únicamente
por el diagnóstico tardío.
En algunos pacientes con
tumores pequeños la curación
también es muy complicada.
Presenta alta tasa de recaídas
aunque se detecte en el estadio
inicial de la enfermedad",
asegura el doctor Hidalgo, que
es director del Centro Integral
Oncológico Clara Campal
(CIOCC) de Madrid, y advierte
que este carcinoma acabará
superando al de mama en lo
que a mortalidad se refiere.
"Sin embargo, al no ser tan
frecuente como otros tumores
no se ha tomado verdadera
conciencia de su impacto, algo
que afortunadamente está
empezando a cambiar poco a
poco", aclara.
Se desconocen las causas
de este cáncer aunque pueden
señalarse el tabaquismo
como el factor ambiental de
mayor peso y el componente
hereditario, que es clave en
aproximadamente uno de cada
diez casos. Según el doctor
Eduardo Díaz-Rubio, jefe del
Servicio de Oncología Médica
Hospital Clínico de San Carlos
de Madrid, el hecho de que la
incidencia haya ido a más debe
entenderse a la luz de la
mayor esperanza de vida de la
población. "Hay un envejecimiento
progresivo y al mismo
tiempo se van resolviendo
otros problemas. Eso, en definitiva,
supone más posibilidades
de desarrollar un cáncer
de páncreas. No obstante, es
curioso porque el pico de incidencia
se sitúa en los sesenta
años y empieza a decaer a
partir de los ochenta años".
Ambos expertos coinciden
que con la excepción del tabaco
apenas hay nada concluyente
respecto a otros posibles
factores que pudieran
estar detrás de la aparición de
este tumor.
Difícil tratamiento
La cirugía es el único tratamiento
indicado para su curación.
Sin embargo, apenas
dos de cada diez pacientes
son candidatos a esta intervención
en el momento del
diagnóstico. En el resto, el tumor
se ha diseminado y afecta
a estructuras vasculares cercanas
que dificultan la extirpación.
La localización de esta
glándula impide que los tumores
de menor tamaño logren
ser detectados en revisiones
rutinarias. "A su acceso
complicado que impide su extirpación
completa, hay que
añadir la presencia de muchos
procesos inflamatorios que limitan
la eficacia de los fármacos
a la hora de actuar sobre
las células tumorales", explica
el doctor Díaz-Rubio.
En la actualidad, se investiga
el papel de la quimioterapia
y la radioterapia para intentar
reducir el tamaño del
tumor, de manera que éste
pueda ser operado con éxito.
En los casos con la enfermedad
diseminada la cirugía no
garantiza que tras la intervención
no queden células tumorales
que motiven pronto una
recaída. De hecho, de ese 15
por ciento de pacientes candidatos
a la cirugía, el 80 por
ciento vuelve a manifestar la
enfermedad al cabo de un año
o año y medio y, además, lo
hace de forma más agresiva
que la primera vez. A largo
plazo, no más de un 4 por
ciento de los enfermos se cura
de forma definitiva.
El doctor Hidalgo asegura
que la enfermedad está necesitada
de nuevas opciones pero
también de nuevas formas
de llevar a cabo su desarrollo.
"Necesitamos estudios clínicos
más competentes, de modo
que seamos capaces de
descartar las sustancias poco
interesantes y dedicarnos de
lleno a las más prometedoras.
En última instancia, es preciso
un mejor conocimiento básico
de la enfermedad para poder
tener mejores tratamientos",
explica.
Por su parte, el doctor Díaz-
Rubio admite que los 8-10 años
que suelen transcurrir hasta
que se dispone de un nuevo
fármaco es un periodo demasiado
prolongado. "Será necesario
revisar el modo en que se
llevan a cabo actualmente los
ensayos clínicos".