¿Abrir el cuaderno del pequeño

de la casa es como

entrar en una película de

ciencia ficción? Los árboles rojos

de su particular jardín, los tejados

verdes de las casas, el pelo

verde de su profesora y los ojos

rojos de su compañera de pupitre

no son producto de su fantasía

sino de un problema que nace

en los genes: el daltonismo.

Precisamente la infancia es

la etapa de la vida en la que

suele saltar la alarma. Así, cuando

un profesor o un padre intenta

enseñar a un niño daltónico

los nombres de los colores

pronto se da cuenta de que algo

no va bien, pues el pequeño

no es capaz de ver algunos

tal y como son y/o de diferenciar

entre tonalidades del mismo

color o de colores similares.

Pero no siempre es tan sencillo

desvelar este problema. A veces

los síntomas son tan leves que

hay quien ni siquiera se da

cuenta de que no ve el mundo

del mismo color que el resto.

En cambio, si el daltonismo es

grave, las señales son más evidentes,

como la presencia de

movimientos rápidos de los

ojos de un lado a otro.

Cuando el niño crece los

problemas no terminan, pues el

daltonismo no se resuelve con

el paso de los años. Una situación

difícil es, por ejemplo, conducir

un coche ya que al daltónico

le cuesta diferenciar si es la

parte roja o la verde del semáforo

la que está iluminada.

Tampoco todas las profesiones

están a su alcance. Hay numerosas

ocupaciones que requieren

una percepción perfecta de

los colores y que los daltónicos

no pueden desempeñar; piloto,

bombero o electricista son sólo

algunas de ellas.

Azul, verde y rojo

Los datos muestran que el 8

por ciento de los hombres y

el 0,5 por ciento de las mujeres

del continente europeo

padecen daltonismo, una deficiencia

genética que transmiten

las mujeres y padecen

mayoritariamente los hombres.

Para entender cómo sucede

hay que hacer alusión a

unas células que se encuentran

en la retina denominadas

conos. Hay tres tipos distintos

y son los encargados de percibir

los tres colores primarios.

Gracias a su trabajo, el

azul, el verde y el rojo se pueden

combinar pintando el

mundo con las miles de tonalidades

que surgen de la

unión entre los tres.

El daltonismo llega cuando

uno de estos tres conos no

funciona correctamente. Normalmente

los conos alterados

son los responsables del color

rojo o los del verde. Al fallar

uno de los dos, el otro asume

su trabajo y capta, además de

las suyas, las tonalidades de

luz que corresponden al cono

defectuoso. El resultado es

que la persona identifica los

dos colores como uno solo.

Menos frecuente pero posible

es que el cono alterado sea el

responsable del azul y por

tanto los colores que cuesta

distinguir sean el azul y el

amarillo. En cualquier caso, lo

habitual es que en los daltónicos

sólo funcionen correctamente

dos tipos de conos. Y

aunque sucede con poca frecuencia,

puede ocurrir que fallen

tanto el cono del rojo como

el del verde. En esta

situación, el afectado ve todo

en tonos azules; lo que se conoce

como monocromatismo

azul. Pero aún hay un escalón

más grave de daltonismo. Su

nombre es acromatopsia y bajo

su batuta no se puede ver

ningún color; en definitiva,

una rara enfermedad que suele

llegar de la mano de otros

trastornos como fotosensibilidad

grave.

La mutación

Mutaciones producidas en los

genes que codifican los pigmentos

de los conos verde y

rojo son las responsables del

95% de todas las variaciones

en la visión de los colores en

humanos; dos genes muy cercanos

y con secuencias similares

que residen en el brazo largo

del cromosoma X. Como

las mujeres tienen dos cromosomas

x, ambos cromosomas

tienen que sufrir mutaciones

para que se puede hablar de

daltonismo, algo arduo complicado.

El papel habitual de la

mujer en esta enfermedad es,

por tanto, el de transmisora,

una situación a la que se llega

cuando uno de los dos cromosomas

X es mutante. Con los

hombres todo es más sencillo.

Como tienen un cromosoma X

y otro Y basta con que se produzca

la mutación en el cromosoma

X para que el varón

en cuestión sea daltónico. En

general, la mujer porta la mutación

y la transmite y el hombre

padece la enfermedad.

Por otro lado, además de

por una alteración genética, el

daltonismo también puede ser

el resultado de una lesión ocular

o de origen neurológico.

Diagnóstico

Si sospecha que su hijo tiene

daltonismo, pida cita con el

oftalmólogo para que confirme

o descarte el trastorno y,

en caso afirmativo, determinar

el tipo del daltonismo que padece

y su gravedad. Las láminas

de manchas de Stiling son

una forma rápida y sencilla de

diagnóstico. Básicamente consisten

en numerosos puntos

de los distintos colores primarios

(azul, verde y rojo) que,

sobre fondos de colores similares,

se agrupan formando números

y formas conocidas.

Una persona normal podrá ver

sin problema, por ejemplo, los

números que encierran una

serie de círculos, pero otra que

padezca daltonismo o bien no

podrá reconocer las figuras, en

este caso los números, o bien

verá otras distintas en función

del tipo y grado de la anomalía

que padezca.

Una vez diagnosticada esta

deficiencia la única opción posible

es aprender a vivir con

ella pues, a día de hoy, no existe

ningún tratamiento efectivo.

No obstante, existen algunas

soluciones que mejoran el problema,

como las ‘gafas correctoras’

con lentes que permiten

que una persona daltónica vea

distintos matices de color que

anteriormente no veía. Según

datos de la compañía fabricante,

estas lentes pueden corregir

el daltonismo en el 80 por

ciento de los casos.

FUENTES: Asociación Española de

Genética Humana, Centro Médico

de la Universidad de Maryland

(EE.UU) y Colorlite Ltd.