"El Parkinson es la enfermedad
neurodegenerativa
que cuenta con el tratamiento
médico más brillante".
Esta afirmación, hecha hace ya
un par de años por la Sociedad
Española de Neurología
(SEN), es la mejor que se puede
dar a los aquejados por esta
enfermedad, ya que estamos
hablando de un mal
progresivo, que no tiene cura
ni se conoce la forma de prevenirlo.
Pero hoy día, los notables
avances médicos alcanzados
en los últimos años tanto
en el aspecto quirúrgico como
en el farmacológico han conseguido
un tratamiento contra
el Parkinson capaz de frenar la
rapidez de su avance y atenuar
notablemente la intensidad de
sus síntomas, proporcionando
al enfermo una calidad de vida
que puede serle satisfactoria
durante muchos años. Cabe
añadir que el tratamiento actual
va algo más allá de la mera
medicación, pues además
incluye apoyo psicológico, fisioterápico
y social. de ahí la
importancia que la SEN otorga
a las asociaciones de pacientes
en la rehabilitación de estos
enfermos.
Incidencia
La enfermedad de Parkinson
está considerada como uno
de los trastornos neurológicos
más discapacitantes y, sin embargo,
resulta cuando menos
sorprendente que aún no se
conozca con cierta precisión
su incidencia en nuestro país.
Datos aportados por la Asociación
Parkinson Madrid revelan,
no obstante, que en España
puede haber cerca de
100.000 personas afectadas y
cada año surgen, aproximadamente,
20 nuevos casos por
cada 100.000 habitantes. En
cualquier caso, los especialistas
aseguran haber detectado
en los últimos años un incremento
en el número de afectados,
si bien este dato parece
deberse sobre todo a que el
diagnóstico se realiza cada vez
con mayor antelación.
Un problema añadido que
destaca la SEN en relación con
el Parkinson es el rechazo que
en ocasiones inflige la sociedad
a los pacientes aquejados
de una enfermedad neurológica.
En general, la razón de este
comportamiento reside en
el desconocimiento que se tiene
de estos trastornos y del
miedo a padecerlos.
Difícil diagnóstico
Una circunstancia que actúa en
contra de la enfermedad es que
no resulta nada fácil diagnosticarla
en sus inicios, debido a que
los síntomas son leves, poco específicos
y suelen llevar a confusión.
De hecho, en una primera
fase el Parkinson no presenta los
síntomas más característicos como
son el temblor y la rigidez,
sino que a menudo comienza
manifestándose con dolores articulares
pseudo-reumatológicos,
cansancio (que se suele achacar
al exceso de trabajo, etc.), e incluso
afloran síntomas como
arrastrar un pie, tener dificultades
al escribir (letra pequeña e
ilegible) o presentar un cuadro
depresivo de larga duración.
Estos inconvenientes para
el diagnóstico llevan a veces al
paciente a peregrinar de médico
en médico, viéndose obligado
a soportar diversas pruebas
para descartar determinadas
enfermedades. Cuando por fin
llega al neurólogo y éste sospecha
de posibles trastornos neurológicos,
se centra entonces
en los signos clínicos externos
que presenta el paciente, la información
que aporta, etc.,
hasta que confirma el diagnóstico
tras comprobar su respuesta
a la medicación con L-Dopa
(levodopa) y observar la posterior
evolución del cuadro clínico
hacia una forma de un Parkinson
típico.
Más información:
www.sen.es
www.parkinsonmadrid.org
www.todoparkinson.com