La obesidad es una enfermedadmetabólica, crónica, queen la actualidad ha comenzadoa adquirir carácter de epidemiaen los países desarrollados.Datos del Ministerio deSanidad y Consumo revelanque el índice de obesidad entrela población adulta denuestro país es del 14,5%,mientras que el de sobrepesoasciende al 38,5%, lo cual significaque…
La obesidad es una enfermedad
metabólica, crónica, que
en la actualidad ha comenzado
a adquirir carácter de epidemia
en los países desarrollados.
Datos del Ministerio de
Sanidad y Consumo revelan
que el índice de obesidad entre
la población adulta de
nuestro país es del 14,5%,
mientras que el de sobrepeso
asciende al 38,5%, lo cual significa
que uno de cada dos
adultos presenta un peso superior
al recomendable. Otros
datos sobre la prevalencia de
obesidad en la población
adulta española en base al estudio
Dorica, cifran en un
15,5% el porcentaje de población
obesa en España entre
25 y 60 años, mientras la Encuesta
Nacional de Salud lo
sitúa en el 12,9% de la población
mayor de 16 años. Estos
datos, comparados con los de
1987, revelan que la prevalencia
de la obesidad en la
población adulta española
'prácticamente se duplicó en
los años transcurridos'.
En comparación con el
resto de países europeos, España
se sitúa en una posición
intermedia en el porcentaje
de adultos obesos. En este
sentido, durante el XVII Congreso
de la Sociedad Valenciana
de Endocrinología, Diabetes
y Nutrición, celebrado
recientemente en Alicante, se
puso de relieve que España
es uno de los países de Europa
donde el impacto de la
obesidad es 'mayor', ya que
es responsable, directa o indirectamente,
del '8,5% de
las muertes anuales' 'un total
de 28.000 fallecimientos al
año', y cada vez está más
asociada a enfermedades cardiovasculares
y otras patologías.
España tiene un índice
de obesidad inferior a países
como los EE.UU., Alemania,
Polonia o Hungría, pero superior
al de Australia, los Países
Bajos, Suecia, Francia y Bélgica.
También se señaló que el
mayor incremento de la prevalencia
de obesidad se observa
a partir de los 65 años,
aumentado en 7 puntos en
los hombres y en 10,6 en las
mujeres.
Pero más preocupante
son las cifras de obesidad y
sobrepeso infantil y juvenil
(de 2 a 24 años de edad). El
13,9% de este grupo poblacional
es obeso y el 26,3%
tiene sobrepeso. En este grupo,
la prevalencia de la obesidad
es superior en varones
(15,6%) que en mujeres (12%).
Las mayores cifras se detectan
en la prepubertad y, en concreto,
en el grupo de edad
de 6 a 12 años, con una prevalencia
del 16,1%.
¿Cómo de gordos?
El Índice de Masa Corporal
(IMC) es un método de cálculo
universalmente aceptado
que nos permite determinar
el grado de obesidad de
una persona. La ecuación fue
desarrollada a mediados del
siglo pasado por el matemático
belga L. A. Quetelet y se
basa en un sencillo cálculo
mediante el cual se establece
una relación entre el peso y
la altura de una persona.
Basta con dividir nuestro peso
en kilos entre nuestra talla
en metros al cuadrado.
El análisis del Índice de
Masa Corporal está basado
en los estándares establecidos
por la Organización Mundial
de la Salud, que considera
que:
» Por debajo de los 20
Kg/m2 (delgadez) se sitúa al
individuo en zona de riesgo,
pues pone al metabolismo
en peligro si la dieta no cubre
las necesidades nutricionales.
También se observan
mayores índices de dolencias
pulmonares y desnutrición.
Están en esta lista, por
ejemplo, quienes padecen
anorexia nerviosa.
» Entre 25 y 30 supone
un aumento de riesgo. Los
pacientes con este peso son
considerados con 'sobrepeso'
o 'exceso de peso'.
» Entre 30 y 35 entra
en la categoría de 'obesidad
leve'. entre 35 y 40 se considera
'obesidad moderada'.
»Por encima de 40
significa que estamos ante
una 'obesidad mórbida'.
Se estima que el índice
ideal se sitúa entre los 20 y
25 Kg/m2. El organismo,
respecto al peso, está en las
mejores condiciones para
adaptarse a las necesidades
del día a día.
La hermosura de la
gordura...
Nuestro país presenta una de
las cifras más altas de obesos
infantiles, sólo comparable a
las de otros países mediterráneos.
En los niños españoles
de 10 años, la prevalencia de
obesidad es solamente superada
en Europa por los niños
de Italia, Malta y Grecia. Entre
los principales factores que
contribuyen a que dichos segmentos
de población tengan
problemas de obesidad o sobrepeso
cabe citar el incremento
del consumo de comida
rápida y el aumento del
sedentarismo, unido al que
quizá sea el más decisivo de
todos: la deficiente educación
existente en materia de
alimentación. El aprendizaje
de los hábitos dietéticos en la
edad infantil es muy importante,
ya que condiciona los
hábitos del adulto, de hecho,
todavía un bebé 'gordito'
equivale a 'hermoso'. paralelamente,
está cambiando la
asociación peso-dinero, ya
que en la actualidad la delgadez
se relaciona con el éxito
social hasta tal punto que a
veces se producen distorsiones
importantes en la esfera
psíquica, que provocan enfermedades
como la anorexia
nerviosa.
La dieta de los niños y jóvenes
en España se ha ido alejando
progresivamente de la
llamada 'dieta mediterránea' y
se ha ido acercando con idéntico
ritmo al consumo excesivo
de productos cárnicos, lácteos,
bollería y bebidas carbónicas,
al tiempo que disminuye la ingesta
de pescado, frutas, verduras
y cereales.
A este respecto, cabe considerar
la recomendación del
especialista español Valentí
Fuster, actual director del Instituto
Cardiovascular del Hospital
Mount Sinaí, de Nueva
York, y presidente del recientemente
creado en España
Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares. Según
este prestigioso cardiólogo,
'la prioridad de los países
desarrollados debe ser la prevención
de la obesidad -causa
en muchos casos de la diabetes
y el colesterol-, por eso es
importante seguir una dieta
equilibrada así como enseñar
a los niños a comer adecuadamente,
saber qué alimentos
son más sanos y beneficiosos
para nuestro organismo'.
Para este especialista, 'no
hay una dieta ideal única. Hay
muchas dietas ideales posibles,
como múltiples combinaciones
de alimentos para
elegir. Pero todas estas dietas
adecuadas tienen unas normas
comunes. Son ricas en
carbohidratos complejos y
moderadas en azúcares, aportan
grasas saludables como
las del pescado y del aceite
de oliva y limitan las grasas
poco saludables.
Riesgos asociados
La obesidad dista mucho de
ser únicamente un problema
estético, pues, como se ha
apuntado antes, es una enfermedad
crónica cuyas consecuencias
sobre la salud son
serias, pues merma la calidad
de vida del paciente en proporción
al grado de obesidad
que padezca. Según el doctor
Basilio Moreno, de la Unidad
de Obesidad del Servicio de
Endocrinología del Hospital
Gregorio Marañón y presidente
de la Sociedad Española
para el Estudio de la Obesidad
(SEEDO), 'en la actualidad
hay un dato muy preocupante
que se suma a la mayor
incidencia de la obesidad, y
es que el grado de obesidad
es cada vez mayor en nuestra
población. Esto significa que
los riesgos asociados a esta
patología aumentan también
proporcionalmente, es decir,
es mayor el riesgo cardiovascular,
la incidencia de diabetes,
de hipertensión arterial,
de síndrome de apnea del
sueño, de alteraciones reumatológicas,
incluso de incidencia
de algunos cánceres y, en
términos generales, de todas
aquellas enfermedades asociadas
a la obesidad. La principal
consecuencia de esta situación
es que la calidad de vida
del paciente se ve reducida,
llegando en los casos extremos
de obesidad mórbida a
limitar al paciente hasta el
punto de que le resulte imposible
salir de casa o incluso levantarse
de la cama'.
El exceso de grasa corporal
es la consecuencia de un
desequilibrio entre lo que comemos
y lo que gastamos, es
decir, se produce por una ingesta
excesiva para el nivel
de actividad que se tiene. 'La
energía no quemada se deposita
en el organismo en forma
de grasa y favorece el aumento
del peso corporal. Evitar
que esto suceda pasa por dos
opciones que no son excluyentes:
disminuir la ingesta y
aumentar la actividad física.
En consecuencia, el abordaje
de la obesidad debe ser integral
y multidisciplinar, siendo
la opción más idónea prevenir
su aparición. Cuando el
paciente ya es obeso, lo primero
es tratar de que consiga
controlar su peso mediante
dieta y ejercicio y si es necesario
con apoyo farmacológico.
y sólo en casos puntuales
de obesidad mórbida se debe
recurrir a la intervención quirúrgica',
explica el doctor
Moreno.
Más gordos, en el sur
Respecto a la distribución geográfica
de la obesidad, se han
observado diferencias en la
prevalencia de obesidad en
las distintas zonas geográficas
españolas, con proporciones
de obesos más elevadas en las
Comunidades Autónomas del
sureste del país, Canarias y
también en el noroeste, pareciendo
describir un leve patrón
creciente de norte a sur,
a excepción de la zona correspondiente
a Galicia. También
se desprende que el sobrepeso
y la obesidad infantil afectan
más a las regiones del sur
de España.
Los índices de masa corporal
son mayores en niveles
socioeconómicos y de estudios
más bajos y entre aquellas
personas que no desayunan
o toman un desayuno de
baja calidad.
Respecto a los factores sociodemográficos,
en casi todos
los estudios realizados en
adultos en España, la prevalencia
de la obesidad es más
elevada en mujeres y aumenta
a medida que avanza la
edad. Sobre la relación con el
nivel cultural, en la mayor
parte de los estudios epidemiológicos
se ha observado
una relación inversa entre el
nivel cultural y la prevalencia
de obesidad, de manera que
a menor nivel de instrucción,
la prevalencia de obesidad es
más elevada.
En cuanto al nivel socioeconómico,
la influencia es diferente
en los países en vías
de desarrollo en relación a los
países desarrollados. En general,
en estos últimos la prevalencia
de obesidad es mayor
que en los grupos socioeconómicos
más deprimidos.
Malos desayunos
El secretario general de la Sociedad
Española de Nutrición
Comunitaria (SENC), Javier
Aranceta, afirmó recientemente
en Murcia, durante la
presentación del primer test
de crecimiento físico, psicológico
y nutricional, que, en lo
que se refiere al desayuno, 'el
3% de los niños españoles no
desayuna y el 11% lo hace
con bollería industrial todos
los días. sólo el 59% toma
una segunda fruta y un 34%
toma una segunda ración de verduras, cuando lo que se
recomienda es cinco veces al
día'. Por otra parte, junto con
el Sur y Canarias, 'Levante es
la zona geográfica donde se
muestran los porcentajes más
altos de inactividad, ya que
sólo el 25% de la población
juvenil e infantil se encuentra
en un nivel de actividad física
bueno'.
Masa y grasa
En otro orden de cosas, y de
acuerdo con la Sociedad Española
para el Estudio de la
Obesidad, aunque estamos
muy acostumbrados a oír la
frase 'mi exceso de peso es
por retención de líquidos',
hay que desmitificar esta creencia
popular, ya que es muy
poco frecuente que el aumento
de peso se deba a una retención
hídrica. Enfermedades
como la insuficiencia cardiaca,
renal o hepática sí pueden
ocasionar un aumento de peso
a causa de la retención de
agua, pero este aumento de
peso no debe considerarse
obesidad, ya que ésta se produce
cuando hay un aumento
de grasa y en estos casos lo
que se produce es un incremento
de agua.
Existen algunas situaciones
excepcionales en las que
los sujetos, pese a tener un
peso elevado, no son obesos,
como sucede en el caso
de los culturistas, que presentan
en realidad un desarrollo
excesivo de la masa
muscular. La cantidad de
grasa normal varía según el
sexo y la edad.
Genética,
sedentarismo...
Los factores que inciden en la
obesidad son múltiples y algunos
de ellos no muy bien
conocidos, es decir, en ciertos
casos no se sabe por qué una
persona puede llegar a ser
obesa. En cualquier caso, son
tres los factores considerados
básicos en la génesis de la
obesidad: genético, ambiental
y el sedentarismo. Actualmente
en las sociedades industrializadas
la población suele seguir
una dieta rica en grasas y
con un aporte de kilocalorías
superior a sus necesidades.
Entre las enfermedades
que cursan con obesidad se
citan el ovario poliquístico, el
síndrome de Cushing, el hipotiroidismo,
el hipogonadismo,
etc.
En cuanto a los medicamentos,
los denominados glucocorticoides,
los antidepresivos
tricíclicos y los estrógenos (anticonceptivos)
son los fármacos
más directamente relacionados
con el aumento de peso.
En relación con las causas
que con mayor frecuencia
pueden desencadenar la obesidad,
están el embarazo, la
lactancia, la menarquia, la
supresión de la actividad física,
el abandono del tabaquismo
y el periodo posterior a
una intervención quirúrgica,
entre otras.
Muchas interrogantes
En la actualidad se sabe que
no existen fórmulas mágicas
para perder peso. Por ello los
especialistas recalcan que la
única forma efectiva de perder
peso con éxito pasa por
adoptar hábitos de vida saludables,
principalmente una
alimentación sana y equilibrada
y la práctica de ejercicio físico
regular, y mantenerlos en
el tiempo.
La dieta ideal es diferente
para cada persona, ya que para
adquirir esa idoneidad debe
ajustarse a las necesidades
personales de cada uno, adecuarse
al peso, edad, sexo y
características particulares del
individuo (si padece diabetes,
hipertensión, etc.).
En cuanto al ejercicio
también sabemos que es
fundamental a largo plazo
para conseguir mantener el
peso conseguido. Para beneficiarse
de esto, la recomendación
de los expertos es ir
introduciendo la práctica de
ejercicio físico a la vez que
se van modificando los hábitos
alimentarios.
En cualquier caso, en relación
con el tratamiento de la
obesidad todavía quedan muchos
interrogantes por resolver.
Está claro que no existe
un tratamiento único para la
obesidad y sólo este dato ya
es un reflejo de la dificultad
que entraña la resolución del
cuadro. Se sabe que no todas
las personas responden de
igual forma a un tratamiento
y, más aún, que un paciente
también puede responder de
forma distinta a un mismo
tratamiento realizado en distintos
tiempos.
Menos riesgos
Cualquier actuación terapéutica
tiene que ser multidisciplinaria.
Su objetivo debe ser
mejorar la salud del paciente
reduciendo los riesgos secundarios.
Muchas veces el objetivo
será corregir las alteraciones
metabólicas, aunque la
reducción de peso sea moderada
y oscile entre un 5 y un
10%. Según la SEEDO, las actividades
para reducir peso
pueden resumirse de la siguiente
manera:
Dietas hipocalóricas. Representan
el eje central del tratamiento.
Consiste en un consumo
reducido de calorías. Es
importante que sea equilibrada
y variada, para que el paciente
no caiga en la monotonía y
abandone el tratamiento.
Ejercicio físico. Pretende
mantener el tono muscular y
aumentar el gasto energético.
El ejercicio debe ser adecuado
al estado del paciente. en
obesidades importantes es
aconsejable un ejercicio poco
intenso como caminar. El ejercicio
físico cotidiano (subir escaleras,
caminar, hacer la
compra, etc.) ha demostrado
ser el más eficaz para disminuir
y mantener el peso. Gestos
como no coger el ascensor,
no utilizar el coche para
pequeños recorridos o bajarse
del autobús en la parada anterior
son muy efectivos.
Psicoterapia. El soporte
psicológico es básico. someterse
a una dieta baja en calorías
supone prescindir de muchos
hábitos de forma rápida.
El resultado final de un tratamiento
sólo será exitoso si se
consigue modificar la conducta
alimentaria.
Fármacos. Los tratamientos
de los que se dispone actualmente
pueden resumirse
en dos grandes grupos: en
primer lugar, los que actúan
sobre el sistema nervioso central,
disminuyendo la sensación
de hambre y aumentando
el metabolismo basal. El
segundo grupo actúa inhibiendo
la absorción de un
30% de las grasas ingeridas.
Además, se cuenta con las fibras,
que actúan mediante un
ligero efecto saciante, pero
que no pueden considerarse
como un tratamiento de la
obesidad. No obstante, no
debe olvidarse que el tratamiento
farmacológico es una
ayuda y que puede conllevar
serios efectos secundarios, por
lo que su prescripción debe
ser realizada siempre por un
médico, que además realizará
un seguimiento periódico de
dicho tratamiento.
Cirugía bariátrica. La cirugía
está indicada en obesidades
muy importantes (Índice
de Masa Corporal superior
a 40). Con la cirugía se consigue
una disminución de peso
bien mediante la reducción
del volumen del estómago o
con técnicas de derivación
gastrointestinal que reducen
la absorción de los alimentos.
Dietas equivocadas
Una de las advertencias que
hacen los especialistas es tener
cuidado con los tratamientos
milagrosos que proliferan
por doquier, ya que lo
único que consiguen es empobrecer
los bolsillos de los
pacientes y desmoralizarlos,
amén de que nunca se cumplen
los grandes resultados
que prometen.
Dentro del amplio abanico
de ofertas 'milagrosas', algunas
de las cuales pueden
llegar a ser peligrosas por carecer
de fundamento científico,
cabe citar las siguientes:
Dieta de Montignac. Se
basa en el índice glucémico
de los alimentos. Considera a
la insulina el centro del problema
y estigmatiza a la glucosa,
a la que considera un
producto tóxico. Este tipo de
dietas están basadas en una
reducción importante de los
hidratos de carbono, que se
sustituyen por grasas. Su
principal problema es que
producen pérdidas de proteínas,
son muy ricas en colesterol
y son pobres en calcio y
magnesio, producen estreñimiento
y pueden llegar a ocasionar
trastornos cardíacos.
Cuando estas dietas se mantienen
durante un período de
tiempo largo se produce una
disminución de la masa muscular
muy difícil de recuperar.
Dieta de la Clínica Mayo.
La propia clínica niega ser autora
de esta dieta que se le
atribuye. En cualquier caso, se
trata de una dieta desequilibrada
con un alto contenido
en colesterol.
Dieta adelgazante para
mejorar la sexualidad. Es una
dieta a base de marisco y vitamina
E. Se trata de una dieta
cara, rica en colesterol y
desequilibrada, y ningún estudio
ha confirmado sus 'mágicos'
efectos.
Dietas disociadas. Permiten
ingestas sin límites, pero
sin mezclar hidratos de carbono
con lípidos o proteínas.
El riesgo de estas dietas es
que para mantener el suministro
de glucosa se produce
una pérdida importante de
proteínas.
El mejor consejo: no se
deben consumir nunca productos
anunciados como adelgazantes
sin consultar con su
médico o farmacéutico.
Más información:
www.seedo.es
www.seenweb.org