La crisis económica que se
padece en España desde el
año pasado supondrá un
aumento en el número de trastornos
del ánimo y éstos afectarán
más a los hombres que a
las mujeres, según han manifestado
los especialistas que
participaron recientemente en
el "V Simposio Internacional
Evidencia y Experiencia en Psiquiatría",
organizado por el
Aula Psiquiátrica Complutense
y la Fundación López Ibor, con
la colaboración de Wyeth.
"Todo cambio tiene aparejado
el riesgo de producir enfermedades,
no solo psiquiátricas.
Las crisis económicas se
asocian a depresión, suicidio e
infartos agudos de miocardio",
afirmó Juan José López-Ibor, catedrático
y director del Instituto
de Psiquiatría y Salud Mental
del Hospital Clínico San Carlos.
La última gran crisis económica
y social en Europa, recuerda el
especialista, se produjo con la
caída del muro de Berlín y la
gran transformación de los países
de la Unión Soviética. En
aquella ocasión aparecieron
muchas patologías depresivas y
cardiovasculares, vinculadas al
alcohol y a la violencia, sobre
todo en los varones.
Una crisis como la que se
vive actualmente en España
"es menor que aquella y tendrá
además menos consecuencias
sociales que la crisis del
año 29, porque ahora existen
coberturas por desempleo y
ayudas sociales que antes no
existían. Entonces, si la crisis se
queda en lo que está, las consecuencias
no serán muy grandes,
pero si esta situación sigue,
se mantiene y crece
alarmantemente el número de
parados, sí estaremos ante un
problema de salud importante",
advierte López-Ibor.
Actualmente se estima que
una de cada cinco mujeres tiene
riesgo de sufrir una depresión
a lo largo de su vida y, en
estos momentos, se trata de la
patología que causa la mayor
carga social (discapacidad y
años perdidos a causa de la
enfermedad). Sin embargo,
según este especialista, estudios
muy recientes "han demostrado
que las mujeres y los
varones reaccionan de manera
muy distinta ante situaciones
estresantes y, en contra de lo
que antes se pensaba, las mujeres
están mejor preparadas
para hacer frente a grandes
cambios sociales que sean
muy estresantes". De todas
formas, apunta López-Ibor, "la
depresión se ha convertido en
la principal enfermedad mental
que afecta a la mujer, con
una incidencia tres veces superior
a la del hombre".
El especialista pone el
ejemplo de lo sucedido con el
desmantelamiento de la antigua
Unión Soviética para explicar
esta situación. "En aquella
ocasión, se acabó el sistema
productivo de pleno empleo,
donde el varón sabía todos los
días lo que tenía que hacer, salía
de su casa, iba a trabajar y
volvía a casa. Al quedarse en
paro, entra en un mercado libre
y competitivo y, en muchos
de los casos, no está preparado
para eso, es incapaz de luchar,
tener iniciativa o montar un pequeño
trabajo. En estos casos
es habitual que el varón caiga
en una depresión, intento de
suicidio, consumo de alcohol,
violencia e infartos de miocardio",
afirma López-Ibor.
Siniestralidad laboral
En este mismo contexto, el director
general de la Organización
Internacional del Trabajo
(OIT), Juan Somavia, ha manifestado
que el trabajo en condiciones
inseguras es una "tragedia
humana" y avisó de que
la actual crisis podría conllevar
un aumento de la siniestralidad
laboral.
En su opinión, se deben
cuidar las estrategias de ajuste y
recuperación económica para
que "no tomen azarosos derroteros"
que devalúen la vida humana
y la seguridad en el lugar
de trabajo. La reducción del
gasto público también comprometerá
la capacidad de los inspectores
de trabajo y de otros
servicios de seguridad y salud
en el ámbito laboral. Las condiciones
precarias de trabajo aumentarán,
sumándose al riesgo
de accidentes y enfermedades.
El Programa sobre Seguridad
y Salud en el Trabajo de la
OIT estima que cada día cerca
de un millón de trabajadores
son víctima de accidentes en
el trabajo.