En nuestro día a día nos enfrentamos
a un sinfín de
agentes patógenos que intentan
atacar nuestro organismo;
se encuentran en cualquier lugar
y nuestro sistema inmunitario
libra constantes batallas
para defenderse y librarse de
ellos. El sistema inmune es un
complejo mecanismo de barreras
de defensa, cada una
más específica que la anterior,
que están diseñadas para detectar,
localizar y eliminar a
cualquier agente extraño que
intente agredirnos.
Los patógenos (virus, bacterias,
etc.) han desarrollado
mecanismos para intentar escapar
de su control y su capacidad
evolutiva les permite
cambiar frecuentemente con
el fin último de burlar el sistema
e infectar al organismo. Es
por este motivo por el que
nuestras defensas deben evolucionar
constantemente,
aprendiendo día a día desde
que nacemos, perfeccionándose
para que nada escape a
su control.
El ritmo de vida que llevamos,
el estrés, la mala alimentación
o el sedentarismo,
pueden afectar a nuestras defensas
haciendo que el sistema
inmune se debilite y pierda
parte de su capacidad de
reacción. De modo que ante
cualquier infección resulta de
vital importancia contar con
un sistema inmunitario fuerte
que pueda responder con toda
contundencia. La mejor
manera de ayudarlo es reforzando
nuestras defensas.
Para informarnos mejor
acerca del sistema inmunitario
y cómo reforzarlo este invierno
hemos preguntado al doctor
Agudo, médico de Atención
Primaria, para que nos
resuelva algunas de las dudas
que nos pueden surgir con la
llegada del frío.
¿Cuáles son las infecciones
víricas más frecuentes
durante el invierno?
Como cada año, cuando
termina el verano, comenzamos
a ver en las consultas de
forma creciente pacientes de
todas las edades que consultan
por los típicos síntomas,
conocidos por todos, del catarro,
resfriado o gripe.
¿Qué causa estas infecciones
y cómo podemos
combatirlas?
A modo de orientación diremos
que las enfermedades
infecciosas pueden estar en
general causadas por bacterias,
virus y hongos. Frente a
las enfermedades producidas
por bacterias y hongos, disponemos
de gran cantidad de
antibióticos y antifúngicos respectivamente,
pero frente a
las enfermedades causadas
por virus nuestro arsenal es
mucho más reducido, existiendo
sólo tratamientos antivirales
eficaces para unas pocas
patologías.
Sabemos que la gripe y
el resfriado están producidos
por virus, pero ¿qué diferencia
una gripe de un resfriado?
Efectivamente, tanto catarros
simples como gripes comparten
su origen vírico. Existen
varios cientos de virus bien diferenciados
que pueden desencadenar
estos cuadros que
en una inmensa mayoría de
casos son autolimitados, tanto
en sus efectos como en su duración.
Pero a pesar de tener
normalmente una importancia
clínica pequeña, suelen causar
unos síntomas que pueden hacer
sentir mal a la persona que
los sufre, y ahí sí es básico comenzar
a diferenciar entre catarros
y gripes.
Mientras los catarros o resfriados
se suelen caracterizar
por síntomas moderados como
secreción nasal, tos productiva,
ligero cansancio y alguna irritación
de nariz o garganta sin
fiebre ni dolor de cabeza o
muscular, la gripe, en cambio,
se acompaña de fiebre alta con
escalofríos, dolores musculares
y articulares intensos, fuerte
dolor de cabeza, fatiga importante
y a veces secreción nasal
y tos seca e intensa.
Asimismo, las complicaciones
de ambos cuadros son diferentes:
mientras en los catarros
pueden aparecer sinusitis,
otitis o infecciones bacterianas
respiratorias, en la gripe pueden
darse complicaciones más
severas como neumonías u
otras que pueden afectar a órganos
como cerebro, corazón,
riñón, pulmón, etc.
Como es lógico, la persona
afectada a menudo tiene que
interrumpir su actividad cotidiana,
ya sea un adulto faltando
a sus obligaciones laborales,
o un niño o joven no pudiendo
asistir a clase. Las estimaciones
calculan en cerca de 50 millones
de horas de trabajo las que
se pierden anualmente a causa
de estas patologías. Esto supone
un altísimo coste económico,
pero también en el ámbito
familiar muchos problemas, sobre
todo cuando los niños no
pueden asistir a clase y los padres
tienen que buscar una alternativa
para cuidarlos.
¿Podemos prevenir la
gripe?
Para la prevención de la
gripe, existe ya desde hace muchos
años la vacuna que anualmente
se va reformulando en
función del tipo de virus prevalente
esa temporada. Dicha vacuna,
que se suele recomendar
a grupos de riesgo, suele tener
un grado de eficacia bastante
alto que varía de unos años a
otros, aunque las frecuentes
mutaciones del virus a veces
menoscaban su eficacia.
También, ciertos pacientes
aquejan a los pocos días de ponerse
la vacuna síntomas gripales
que en general ceden sin tener
consecuencias importantes.
Este año tenemos un nuevo
virus del que todos ya hemos
oído hablar, el de la gripe
A, que ha generado muchos
interrogantes y no menos preocupaciones,
pero para el que
en breve estará disponible la
correspondiente vacuna. Se
trata de un nuevo virus que, a
buen seguro, pronto será controlado
y dejará de alarmarnos.
Por otro lado, afortunadamente
en la farmacia disponemos
de "medicamentos biorreguladores"
que tanto para
aquellas personas que se vacunen
contra la gripe, como para
las que no lo hagan, suponen
un refuerzo muy eficaz de las
defensas. En mi consulta llevo
muchos años prescribiéndolos
y observo que, en las personas
que los utilizan, las patologías
invernales disminuyen a niveles
mínimos y, cuando aparecen,
suelen ser extraordinariamente
leves y de corta duración. Los
medicamentos biorreguladores
carecen por completo de efectos
secundarios, se pueden administrar
juntos o separados, y
es muy recomendable tomarlos
como complemento a la vacuna
antigripal correspondiente,
aunque a aquellas personas
que decidan no vacunarse también
les proporcionarán un grado
de protección altísimo frente
a gripes y catarros, y es muy
probable que pasen el invierno
libres de síntomas.
Más información:
www.heel.es
www.prevenirlagripe.com