La esclerosis múltiple (EM) esla enfermedad neurológicamás común entre los adultosjóvenes de todo el mundo. Apesar de su prevalencia mundial,los expertos todavía no conocencon seguridad por quése produce y, aunque aún no seha encontrado una curación, sehan investigado extensamentemuchos aspectos de la EM, enun intento…
La esclerosis múltiple (EM) es
la enfermedad neurológica
más común entre los adultos
jóvenes de todo el mundo. A
pesar de su prevalencia mundial,
los expertos todavía no conocen
con seguridad por qué
se produce y, aunque aún no se
ha encontrado una curación, se
han investigado extensamente
muchos aspectos de la EM, en
un intento de comprender la
naturaleza de la enfermedad y
de mejorar la calidad de vida de
los afectados. De hecho, muchos
de ellos tienen vidas plenas
y activas.
La EM es una enfermedad
autoinmune, lo que significa
que el sistema inmunitario no
distingue entre las células propias
y las extrañas, y en consecuencia,
ataca y destruye los
tejidos propios. En este caso,
el sistema inmunitario ataca y
destruye la mielina, la capa
protectora que cubre las fibras
nerviosas. Es una enfermedad
crónica, habitualmente con un
curso caracterizado por periodos
de crisis/brotes intermitentes.
Se calcula que hasta 1,2
millones de personas padecen
EM en todo el mundo. Cualquiera
puede contraer la enfermedad,
con independencia
de sus características personales
y del lugar donde viva,
aunque es más frecuente en
las mujeres y típicamente aparece
entre los 20 y los 40 años
de edad. Se diagnostica rara
vez en niños y en ancianos.
Diferente en cada
individuo
La esclerosis múltiple es una
enfermedad impredecible y no
progresa de forma uniforme
en todos los pacientes. El curso
de la enfermedad y la gravedad
de los síntomas o la invalidez
subsiguiente difieren
en cada individuo y son imposibles
de predecir con certeza
en el momento del diagnóstico.
Por ello, es difícil saber qué
individuos progresarán hasta
una forma más avanzada de la
enfermedad y cuáles permanecerán
estables.
Además, puesto que los
primeros síntomas se pueden
deber a otras enfermedades,
es necesario que el neurólogo
evalúe rigurosamente al paciente
para confirmar o descartar
el diagnóstico. Para ello
este especialista deberá estudiar
el historial médico del
afectado, solicitar pruebas
diagnósticas especializadas,
hacer una exploración neurológica
y evaluar los hallazgos
hasta llegar a una conclusión.
En alrededor de la tercera
parte de las personas con esclerosis
múltiple, los síntomas
pueden aparecer primero en
forma de alteraciones sensoriales,
que son problemas relacionados
con sensaciones 'extrañas',
como entumecimiento,
una sensación de 'hormigueo'
o pérdida de sensibilidad en
un área del cuerpo.
Uno de los síntomas más
comunes de la esclerosis múltiple
es el trastorno de la visión:
disminución de la agudeza
visual, visión doble o visión
borrosa, que a veces puede
progresar hasta llegar a la pérdida
de visión en un ojo o en
ambos.
Otros posibles síntomas
son la sensación de vértigo y
los trastornos de la coordinación
que pueden conllevar
una gran dificultad para la realización
de movimientos específicos,
como levantar un vaso.
En algunos casos, las contracciones
musculares asociadas
pueden convertir esos movimientos
en imposibles.
Finalmente, algunas personas,
dependiendo de la fase de
la enfermedad y el grado general
de afectación, pueden experimentar
fatiga, dificultad para
sentarse, ponerse de pie o caminar,
alteraciones del habla y
necesidad continua de orinar.
A pesar de todos estos síntomas,
y aunque la enfermedad
varía mucho de persona a
persona, la mayoría de los pacientes
con EM pueden tener
una esperanza de vida normal
o casi normal. Los medicamentos,
como los fármacos
modificadores de la enfermedad,
pueden contribuir a que
el enfermo tenga una vida plena
y activa, al aliviar muchos
de los síntomas y, lo que es
más importante, frenar la progresión
de la enfermedad.
Importancia del
tratamiento precoz
Los expertos están de acuerdo
en la importancia de tratar la
EM con fármacos modificadores
de la enfermedad de forma
inmediata, tan pronto como
se confirma el diagnóstico, ya
que el tratamiento ayuda a eliminar
los síntomas agudos y
conseguir la remisión de la enfermedad,
puede prolongar
los periodos libres de síntomas
antes del siguiente episodio, y
puede proporcionar un cambio
en el curso de la enfermedad,
disminuir así el avance de
la EM, frenar la afectación y
reducir la frecuencia y la gravedad
de las crisis.
Los medicamentos empleados
para tratar la EM se pueden
dividir en tres grupos:
' Fármacos que alteran
el curso de la enfermedad
(inmunomodulares e inmunosupresores)
al aliviar los efectos
de los procesos inmunológicos
alterados. Se conocen
como fármacos modificadores
de la enfermedad.
' Fármacos empleados
para tratar la crisis aguda
(corticoesteroides) que alivian
los síntomas pero no cambian
los mecanismos subyacentes a
la EM ni el curso de la enfermedad.
' Los fármacos empleados
para tratar síntomas específicos.
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