En ausencia de recomendaciones
concretas para detectar
de manera precoz el
cáncer en ancianos, la Sociedad
Española de Medicina Geriátrica
(SEMEG) apuesta por
extender los programas de cribado
habituales hasta los 75
años y, a partir de esa edad,
hacer seguimientos personalizados.
Es una de las reflexiones
que se debatió durante el
Foro de Debate: "Actividades
de Prevención en Medicina
Geriátrica", celebrado recientemente
en Madrid. Durante
el acto se recordó que el 60
por ciento de los tumores aparecen
en personas mayores de
65 años y que más de la mitad
de las muertes por esta enfermedad
se produce en personas
de edad avanzada.
Según explica el doctor Jesús
María López Arrieta, presidente
de la SEMEG, aunque
en España no hay pautas concretas
hacia el colectivo de
mayores, la impresión de los
geriatras es que los programas
de detección precoz de los tumores
más frecuentes -mama,
colon y próstata- se aplican en
menor medida en este colectivo,
debido en parte a que se
piensa que no van a poder soportar
el tratamiento.
En relación a este tema, el
doctor Juan José Baztán, del
Servicio de Geriatría del Hospital
de la Cruz Roja de Madrid,
recuerda que la población anciana
es "muy heterogénea y
no se puede dar por hecho
que una persona mayor no va
a sobrellevar una intervención
quirúrgica o una determinada
quimioterapia sólo por su
edad".
Medidas preventivas
Además de hablar de prevención
en cáncer, durante el encuentro
se puso de manifiesto
la importancia de adoptar medidas
eficaces para retrasar la
aparición y la progresión de
las demencias y el deterioro
funcional, dos de los trastornos
que afectan mayoritariamente
a los mayores y que
más incapacidad les produce.
En general, el objetivo es evitar
que el anciano enferme o,
si ya lo está, que pierda funcionalidad
y se convierta en
una persona dependiente. Según
el doctor Baztán, en los
ancianos las medidas de prevención
deben ser, al igual
que en la población general,
llevar una vida activa fomentando
hábitos saludables como
practicar ejercicio de forma
moderada, llevar una dieta
mediterránea, evitar el alcohol
y el tabaco, vacunarse periódicamente
de la gripe y seguir
un control periódico de los
factores de riesgo cardiovasculares
(principalmente la hipertensión
y la diabetes).
Estas pautas reducirán el
riesgo de aparición de patologías
como las cardiacas y cerebrovasculares,
que son origen
importante de discapacidad y
dependencia. Por otra parte,
la prevención de accidentes y
caídas junto con una adecuada
ingesta de calcio y vitamina
D (como la contenida en 1 litro
de leche semidesnatada al
día) contribuyen a reducir la
incidencia de osteoporosis y
riesgo de fracturas.
Además, este experto recuerda
que las personas que
han tenido una vida intelectual
más activa están más protegidas
frente a las demencias
y concretamente frente al Alzheimer,
por lo que igualmente
se recomienda mantener una
vida social activa en la medida
de lo posible.