Ya están aquí las vacaciones

de verano y es el momento

de conocer algunas

pautas relacionadas con la actitud

que debemos adoptar

para poder disfrutar al máximo

este periodo anual.

No es tan importante el

tiempo que tenemos de vacaciones,

sino qué hacemos con

ese tiempo. Para ello, una de

las cosas necesarias es una actitud

previa positiva y ajustar

nuestras expectativas para que

no resulten ambiciosas y a la

vez no nos sintamos defraudados

con el resultado final. Suele

ocurrir que personas con un

alto grado de estrés laboral,

además del ritmo acelerado en

que vivimos en la actualidad,

saben gestionar tiempos cortos

de ocio como es un día libre o

un fin de semana, pero en periodos

de vacaciones más largos

no saben qué hacer.

En primer lugar, es importante

que no planifiquemos

toda la actividad del día. Está

muy bien tener un objetivo

principal y algún otro secundario

para cada jornada, pero

hay que dejar lugar para la

sorpresa, para los cambios de

planes, y también para algo de

aburrimiento. De esta forma

notaremos que nuestra capacidad

para disfrutar de las cosas

aumenta. Nos será más sencillo

estar relajados y finalmente

desconectar mejor de las responsabilidades

y preocupaciones

cotidianas.

Si el objetivo fundamental

de las vacaciones es descansar,

no siempre estar tumbado al

sol o en un sofá es la mejor

manera de conseguirlo. Desde

luego si nos sentimos físicamente

cansados está bien que

nos permitamos dormir más y

que se disminuya en los primeros

días la actividad puramente

física. Pero pasados los

tres primeros días, es bueno

que para ayudarnos a la desconexión

psicológica realicemos

tareas, deportes, quedemos

con otras personas para

realizar planes que durante el

resto del año no nos da tiempo

a realizar, etc. Cambiar

nuestras metas nos ayudará a

desconectar.

Pensar en uno mismo

Ahora que estamos a punto

de hacer las maletas tenemos

que pensar en las cosas que

realmente nos divierten y que

durante el año pasan a un segundo

plano, pues es fundamental

que entre los planes

con los amigos y la familia encontremos

un tiempo para

nosotros mismos. Las vacaciones

son también una oportunidad

para cuidarnos, disfrutar

de hacer lo que nos gusta

y romper con la monotonía

que vivimos en el día a día

durante el resto del año.

Cada uno tenemos nuestras

preferencias y hay que

reflexionar sobre lo que nos

hace más felices en las vacaciones,

tomar conciencia de

lo que somos capaces de hacer

con nuestro tiempo libre

y descubrir lo que nos divierte

al margen de nuestra actividad

laboral.

Le ofrecemos algunas alternativas

que, por lo general,

dan buenos resultados: lea libros

que le ayuden a evadirse

(nada de lecturas complicadas

y menos aún que le recuerden

a su trabajo), practique

algún deporte, disfrute

del aire libre, escuche música

y explote su creatividad, dibujando

o haciendo fotografías,

por ejemplo.

Y prepararse

para la vuelta

Si las vacaciones son largas

(un mes o más) es importante

que favorezcamos poco a poco

el retorno a la rutina. Puede

hacerse intentando, la semana

antes de la vuelta, ajustarse a

los horarios que luego serán

los habituales. También se

puede ir retomando puntualmente

algunas tareas no vacacionales,

como preparar una

reunión que está pendiente

para la vuelta o releer unos

apuntes. Desconectar en exceso

puede acabar generando

un problema de adaptación

posterior, favoreciendo la aparición

de síntomas depresivos

y de ansiedad normalmente

de carácter transitorio.

Por ello, es importante saber

que se trata de un malestar

propio de los primeros días y

no darle demasiada importancia,

evitando tomar una actitud

de queja y malestar permanente

y afrontando la vuelta al trabajo

como un nuevo periodo

vital en el que se pueden desarrollar

nuevas actividades para

el crecimiento personal.

¡Felices vacaciones!