Cuando nuestro organismo
se siente agredido por algún
tipo de infección vírica o
bacteriana, se defiende elevando
la temperatura por encima
de lo normal. Decimos entonces
que hay presencia de fiebre.
El Dr. Nicolás García González,
del Departamento de
Medicina Interna de la Clínica
Universitaria de Navarra, aporta
una buena definición a este
respecto: "el cuerpo mantiene
una temperatura constante
mediante un centro llamado
termorregulador, localizado en
una parte del cerebro llamada
hipotálamo. Cuando ese centro,
por diferentes causas, establece
una temperatura más
elevada, se produce la fiebre".
Para que el centro termorregulador
inicie estos mecanismos
debe ser estimulado por ciertas
sustancias o agentes que
llamamos pirógenos. Estos pirógenos
pueden ser exógenos,
de fuera del organismo, como
son algunas moléculas componentes
de las bacterias y otros
microorganismos, o endógenos,
propios del organismo.
Así, las enfermedades y otros
trastornos producen fiebre
bien porque introducen pirógenos
exógenos, como en el
caso de las infecciones, o bien
porque son capaces de estimular
la producción de pirógenos
endógenos.
Según este especialista,
aunque se conoce que la temperatura
normal del cuerpo
humano es de 37º C, existen
ciertas oscilaciones alrededor
de esta temperatura que son
normales. Habitualmente la
temperatura es algo más baja
a primera hora del día, en
torno a las 6 de la mañana, y
alcanza su máximo entre las 4
y las 6 de la tarde. A esas horas,
temperaturas de hasta
37,5º pueden ser perfectamente
normales.
También pueden darse variaciones
normales de la temperatura
en las distintas estaciones
del año o durante el
ciclo menstrual en la mujer.
Un síntoma
La fiebre, también conocida
como pirexia o hipertermia,
no es una enfermedad, sino
un síntoma, un aviso de que
algo no marcha bien en nuestro
cuerpo. Se trata de un
mecanismo de defensa de
nuestro organismo que se
presenta como una elevación
de la temperatura corporal
por encima de 37,5 ºC. Si
bien las infecciones comunes
son las causas más frecuentes
de la elevación de la temperatura
corporal, en la fiebre incide
una larga lista de otras
causas, incluyendo toxinas,
cánceres y enfermedades autoinmunes.
Además, determinadas
acciones como el ejercicio,
el clima caluroso y la
humedad alta o el exceso de
abrigo también pueden hacer
que aumente la temperatura
del cuerpo.
La temperatura corporal
varía en función del sitio en el
que se determina, así, no es
lo mismo la temperatura axilar
que la rectal, siendo esta
última más elevada. Una temperatura
rectal de hasta 38º C
puede ser completamente
normal (sin fiebre).
¿Cómo la medimos?
Para medir la temperatura
corporal y comprobar la existencia
de fiebre no siempre
es suficiente poner la mano
sobre la frente, siendo necesario
recurrir al termómetro.
Contamos en el mercado
con distintos tipos de termómetros.
Sin duda, el más fiable
es el de mercurio, si bien
los termómetros digitales,
por su comodidad, pueden
ser una buena alternativa.
No se puede decir lo mismo
de los termómetros óticos,
que precisan de una especial
destreza para colocarlos correctamente
(incidir directamente
sobre el tímpano) y
pueden dar resultados erróneos
si el conducto auditivo
es tortuoso o tiene mucho
cerumen. Es importante indicar
que la medida obtenida
con un termómetro ótico al
igual que la temperatura rectal
es 0,5 ºC superior a la
temperatura axilar.
Otro tipo de termómetros,
de un solo uso en papel/plástico con dispositivos
sensibles al calor, son sencillos
de utilizar pero tienen
poca sensibilidad y especificidad
además de un coste
elevado.
Una vez constatada la temperatura
es importante saber
que se considera normal temperaturas
inferiores a 37,5 ºC,
hablando de febrícula a temperaturas
axilares entre 37,5 y
37,9 ºC y de fiebre si se superan
los 38 ºC.
Paso a paso
1. Tome el termómetro por el lado opuesto al mercurio y
agítelo hasta que éste descienda por debajo de 36,5 ºC.
En el caso de termómetros digitales, se encenderá y se
colocará una vez en posición de "listo".
2. Secar el hueco axilar y colocar el extremo plateado del termómetro.
Cerrar la axila apretando el codo contra las costillas
durante 3-4 minutos. En el caso de algunos termómetros
digitales este tiempo es inferior y es indicado por un pitido.
3. Retirar el termómetro y observar el extremo superior de la
columna de mercurio que señala la temperatura alcanzada.
Los termómetros digitales dan directamente esta medida.
Bajarla, no eliminarla
Si la fiebre es leve (febrícula)
y se observa que no hay
otros problemas, no es necesario
administrar tratamiento
alguno, es suficiente adoptar
algunas medidas generales
como reposo, temperatura
ambiente entre 20 y 22 ºC
evitando el exceso de abrigo,
hidratación adecuada con
agua y zumos para impedir la
deshidratación, dieta blanda
y mantenimiento de las mucosas
humectadas y limpias.
Se deben tomar medidas
para bajar la fiebre si se está
incómodo, vomita, está deshidratado
o tiene dificultades
para dormir. El objetivo es
bajar la fiebre, no eliminarla.
Los medicamentos para bajarla
(antitérmicos) no curan
ni acortan la infección, sólo
ayudan a sentirse mejor.
Los fármacos más empleados
en el tratamiento de la fiebre
son el paracetamol y los
antiinflamatorios no esteroideos,
como la aspirina y el
ibuprofeno. También los corticoides
pueden ser eficaces, pero
tienen otros muchos efectos
que no hacen aconsejable
su uso en esta indicación.
El ácido acetilsalicílico
(aspirina), además de la acción
antipirética, posee acciones
analgésicas y antiinflamatorias.
Es importante
advertir que no puede ser
administrado a niños febriles
con enfermedad viral por el
riesgo al Síndrome de Reye.
El paracetamol posee acción
antipirética y analgésica,
pero no antiinflamatoria.
Es el fármaco de elección
cuando se sospecha enfermedad
viral.
El ibuprofeno produce
un descenso más pronunciado
de la temperatura y
mantiene el efecto térmico
más tiempo.
En el caso de niños, es
importante dar la dosis adecuada
en función del peso.
Consulte con su pediatra o su
farmacéutico, ellos le indicarán
el mejor tratamiento en
cada caso y su dosificación.
En muchas ocasiones
puede ser suficiente la adopción
de medidas físicas para
bajar la temperatura, tales
como la aplicación de compresas
empapadas de agua
tibia (18-22 ºC) o baños con
agua templada. No deben
realizarse fricciones con alcohol
o colonia, ya que producen
una vasoconstricción que
impide la pérdida de calor.
Más información:
www.aeped.es/infofamilia/temas/fiebre_urg.htm
www.tubotica.net