¿Se le escapa la orina cuando
hace un esfuerzo físico,
como toser, correr, reír o saltar,
y ha tenido que cambiarse
de ropa por ello?, ¿no le ha dado
tiempo a ir al servicio y se le
ha escapado la orina?, ¿las ganas
de orinar se han presentado
bruscamente?, ¿debido a esta
situación ha necesitado usar algún
tipo de protección? Si ha
contestado 'sí' a alguna de estas
cuatro sencillas preguntas, usted
ha sufrido un episodio de incontinencia
urinaria. Éste es sólo
uno de los tres cuestionarios de
autoevaluación que tiene a su
disposición en la página web
del Observatorio Nacional de
Incontinencia (ONI) www.observatoriodelaincontinencia.es y
que sus expertos han seleccionado
para facilitar la detección
de la incontinencia urinaria, el
tipo de la misma, su grado y el
impacto que genera en la calidad
de vida de quien la sufre,
pues sólo conociendo el problema
se podrá afrontar con mayor
garantía de éxito.
Cualquier ayuda es poca
cuando se trata de atajar un
problema que sufren más de
seis millones de personas en España,
con un gran impacto en
su calidad de vida. No en vano
la incontinencia es el segundo
criterio de mayor puntuación a
la hora de valorar a una persona
como dependiente bajo el prisma
de la Ley de Dependencia,
en vigor en nuestro país desde
el año 2007, por encima de criterios
tan relevantes como desplazarse
fuera o dentro de casa.
Gran desconocimiento
Sin embargo, los tabús aún existentes
y el miedo al rechazo social
hacen de la incontinencia
una de las patologías sobre las
que menos se consulta con los
profesionales sanitarios. Este desconocimiento
ha llevado a que
muchas personas no sepan que
son víctimas de este problema.
Otras, sabiéndolo, lo ocultan por
miedo al rechazo social, porque
sienten vergüenza o creen que
no hay solución posible. Hay
quien considera que es un problema
de salud sin importancia,
tiene miedo a tener que someterse
a pruebas molestas o piensa
que es 'ley de vida', una
complicación más que hay que
asumir cuando se van cumpliendo
años. Nada más lejos de la
realidad, pues ninguna pérdida
de orina es normal. En cualquier
caso, lo cierto es que tal y como
ha reflejado un estudio realizado
por el Instituto Indas, casi una
cuarta parte de los enfermos no
acude a ningún especialista para
poner remedio a esta dolencia.
Pérdida involuntaria
La incontinencia urinaria es la
pérdida de orina de forma involuntaria
en un momento y lugar
no adecuados y en cantidad y
frecuencia suficiente como para
que suponga un problema para
la persona que la sufre. Y es que,
aunque no es una enfermedad
en si misma, no pasa desapercibida
e hipoteca la calidad de vida.
Muchos de los aspectos del
día a día se tornan imposibles
de realizar, desde desempeñar
una actividad laboral, hasta realizar
las labores domésticas, pasando
por actividades de ocio
como hacer excursiones o viajar.
Incluso el descanso diario se
puede ver afectado por su presencia,
sin menoscabar el inconveniente
que puede suponer para
el propio cuidado personal.
Caminar más de una hora, subir
escaleras, toser, reírse o esfuerzos
algo más intensos como correr
o saltar pueden provocar los
escapes de orina.
Para intentar despejar un
poco el oscuro escenario en el
que se desenvuelve la incontinencia
urinaria, el Instituto Indas
ha clasificado a las personas que
la padecen en cuatro grupos
que se diferencian por la actitud
que tenga cada cual ante la enfermedad
y que se ordenan de
mayor a menor calidad de vida.
Una clasificación que ha permitido
dar con el escalofriante dato
de que el 22,2% de las personas
que tienen incontinencia se
han visto obligadas a dejar de
hacer actividades sociales y de
ocio y no pueden hacerse cargo
de su propio cuidado personal.
Con este panorama, no es de
extrañar que este problema vaya
más allá del plano meramente
físico y que muchas personas
caigan en el aislamiento y la depresión.
Los sentimientos de inseguridad
y tristeza están al orden
del día cuando se habla de
incontinencia y son muchos los
que creen que su estado de salud
general no es bueno, una
percepción negativa que
aumenta con la edad.
Si usted cree que puede tener
este problema, no se avergüence
y acuda al médico
cuanto antes, pues muchos de
los tratamientos no funcionan
si la enfermedad se detecta tarde.
No olvide nunca que la incontinencia
tiene solución en
muchos casos y, sobre todo, se
puede controlar. Si se trata
adecuadamente, no existe razón
alguna por la que la incontinencia
urinaria impida a cualquier
persona llevar una vida
activa y satisfactoria.
¿A quién afecta?
Según el ONI, la incontinencia
urinaria afecta más a las mujeres
que a los hombres, de ahí
que la lleguen a padecer el
40% de entre 75 y 84 años,
porcentaje que se sitúa en el
21,7 por ciento en el caso de
los varones del mismo grupo
de edad.
El porqué de su aparición
suele responder a embarazos y
partos, factores genéticos o una
edad avanzada, en este orden,
en el caso de la mujer o a una
intervención quirúrgica en la
próstata, sin duda la más frecuente,
la uretra o la vejiga en
el de los hombres. Pero no todos
los casos de incontinencia
son iguales. Hay varios tipos,
principalmente tres: la incontinencia
de esfuerzo, de urgencia
y mixta. En la primera, las pérdidas
coinciden con esfuerzos
físicos, como cargar peso o correr,
un estornudo, un episodio
de risa o de tos o cualquier movimiento
que aumente la presión
sobre la vejiga llena. Quien
la sufre va al baño con la frecuencia
habitual, lo único que
nota es que no puede acometer
un esfuerzo sin perder orina.
Con la incontinencia de
urgencia, es tal el deseo de
orinar, tan urgente, que no da
tiempo a llegar al baño. Ocurre de forma muy repentina y
la necesidad de orinar aparece
aunque la vejiga no esté llena.
En muchos pacientes no se sabe
porqué se presenta, pero
otras veces responden a causas
conocidas: líquidos que
irritan la vejiga, como la cafeína
y el alcohol, un exceso en
la ingesta de líquidos e incluso
una restricción severa de los
mismos. La infección de orina,
la diabetes, los accidentes vasculares
cerebrales, la esclerosis
múltiple, la enfermedad de
Parkinson y el Alzheimer son
otras posibles causas, al igual
que los problemas de próstata
en los hombres.
Por último, en la incontinencia
mixta, se combinan los
dos tipos anteriores, de modo
que quien la padece pierde orina
en el momento que realiza
un esfuerzo y tiene además un
deseo irrefrenable de ir al baño.
¿Cómo se diagnostica?
El primer paso es determinar el
tipo de incontinencia, pues cada
uno de ellos tiene un tratamiento
diferente. Identificado el
problema, es necesario conocer
el grado de severidad que presenta
la dolencia y cómo afecta
a la calidad de vida, una información
que permitirá al médico
valorar la opción terapéutica
que mejor se ajuste a las necesidades
de cada paciente. Todos
los datos necesarios se reúnen a
través de la historia clínica del
paciente que incluirá número,
características y cantidad de los
escapes de orina y antecedentes
médicos, poniendo especial
hincapié en cirugías y enfermedades
previas, embarazos, partos
y medicamentos que esté
tomando en esos momentos.
También se indicará la existencia
de otros posibles problemas
como molestias al orinar, infecciones
de orina, estreñimiento,
bultos en la vagina o dolor durante
las relaciones sexuales.
Además, será necesario realizar
una exploración física centrada,
sobre todo, en la zona genital,
un análisis de orina, con el que
poder descartar la existencia de
infecciones urinarias, y una ecografía
de la vejiga para observarla
de cerca y saber si es capaz
de llenarse y de vaciarse
por completo.
Otro elemento de diagnóstico
muy útil es que el paciente
elabore un diario miccional en
el que reseñe cuestiones tales
como la hora y la cantidad de
escapes de orina, las horas a
las que tomado líquidos y en
qué cantidad, los absorbentes
que ha empleado, etc.
Por último, no se puede
desdeñar la importancia del estudio
urodinámico, una de las
pruebas más útiles para el diagnóstico
de la incontinencia urinaria.
Gracias a esta técnica se
pueden llegar a conocer, con
un mayor grado de detalle y
precisión, las causas y los factores
que contribuyen a que una
persona presente incontinencia
urinaria y el tipo en concreto de
que se trata. El estudio urodinámico
permite reproducir un ciclo
miccional completo (llenado
progresivo de la vejiga,
deseo miccional y vaciado) y
conocer así si la vejiga y la uretra
funcionan con normalidad.
Distintos tratamientos
El tratamiento depende del tipo
de incontinencia urinaria y de
la severidad de la misma. Si se
trata de una incontinencia de
esfuerzo y no es grave se puede
intentar solventar el problema
con una rehabilitación de la
musculatura pélvica dirigida
por personal especializado. Si
es grave, lo mejor es optar por
la cirugía. Contra la incontinencia
de urgencia existen medicamentos
que mejoran el control
de la micción. El médico, además,
ha de enseñarle a reeducar
la vejiga para, gracias a ello,
disminuir las pérdidas de orina.
Una reeducación que permitirá,
entre otras cosas, enseñar
a la persona en cuestión a
retener la orina durante más
tiempo, a establecer unos horarios
relativamente rígidos
para ir al baño y a controlar la
urgencia miccional.
FUENTES: Observatorio Nacional de la
Incontinencia, Asociación de Pacientes
con Pérdidas de Orina y Urgencia Miccional
(APPO), Instituto Indas.
Más información:
www.observatoriodelaincontinencia.es;
www.incontinenciaurinaria.com