Parece mentira la rapidez con
la que el polvo se adueña
de las casas. Un par de días es
suficiente para que cada mueble
se tiña de nuevo de blanco. Su
limpieza es una de las tareas domésticas
más ingratas pero se
vuelve aun más necesaria si de
ella depende la salud de sus habitantes.
Son muchas las personas
que se ven obligadas a
mantener una lucha constante
contra el polvo doméstico. Y todo
porque entre las plumas, pelos,
fibras textiles, escamas de
piel humana y de animales, pólenes,
hongos, virus y bacterias
se esconden unos pequeños
arácnidos difícilmente visibles a
simple vista: los ácaros del polvo,
responsables de numerosos
casos de alergia respiratoria.
Curiosamente, los ácaros
del polvo en sí mismos son
inofensivos. Su poder alergénico
reside, especialmente, en
sus heces y partículas del cuerpo,
de forma casi esférica y
que tienen un tamaño tan pequeño
que pueden ser inhalados
y alcanzar nuestras vías
respiratorias. Se alimentan de
las escamas que se desprenden
de la piel humana, de ahí
que su hábitat favorito sea el
dormitorio, en concreto el colchón
de la cama y la almohada,
además de los edredones,
moquetas, tapicerías, alfombras
y sofás. También encuentran
cobijo en alimentos almacenados,
juguetes de peluche
y, en general, en todos aquellos
lugares que les permita alimentarse
con facilidad y les
ofrezcan condiciones idóneas
de calor y humedad.
Zonas húmedas
y templadas
Su supervivencia es prácticamente
imposible en lugares
fríos en los que exista además
una humedad inferior al 50%,
pues necesitan una temperatura
ambiente discretamente
cálida, alrededor de los 20º, y
un grado de humedad relativamente
elevado, por encima
del 70%. Por este motivo,
aunque la alergia a los ácaros
del polvo puede presentarse
en cualquier momento del
año, el otoño y la primavera
son las estaciones predilectas
de los ácaros para reproducirse,
por las lluvias y las temperaturas
suaves que les acompañan
y, por tanto, es en esta
época cuando más molestias
ocasionan.
Si usted es alérgico a los
ácaros del polvo ha de saber
que la 'guerra' no está perdida
aunque sea prácticamente imposible
acabar totalmente con
ellos. Es posible diezmar su
número siguiendo una serie
de medidas higiénico-ambientales
que en muchas ocasiones
pueden parecer excesivas, pero
que merecerá la pena adoptar,
ya que abandonar cualquiera
de ellas o relajarse en
su cumplimiento puede ser
causa de un empeoramiento
de su situación.
Cuidados en el hogar
Limpie la casa frecuentemente
pero nada de barrer, ni de usar
paños o plumeros y menos
aún de sacudir el polvo. Para
el suelo lo mejor es usar un aspirador
potente y con un filtro
adecuado como el HEPA o similar
y para los muebles bayetas
húmedas, que evitan que
el polvo vaya de un lado a
otro de la habitación. Los aspiradores
convencionales, los
ambientadores, las chimeneas
de leña o cualquier producto
de limpieza irritante no han de
usarse nunca. En el caso de los
primeros, no sólo no consiguen
retener los ácaros sino
que además hacen que se
muevan más aumentando el
número de partículas alergénicas
en la vivienda.
La casa siempre ha de estar
bien ventilada y el ambiente
ha de ser más bien seco. Se
ha de hacer todo lo posible
para que la humedad no sea
mayor al 50% y que la temperatura
no supere los 22º. Para
ello, lo primero que hay que
hacer es reparar los problemas
de humedad que pudieran
existir en las paredes y techos
de la casa, y prescindir de todo
de tipo de vapores de
agua, paños húmedos en los
radiadores o plantas en abundancia.
éstas favorecen el crecimiento
de hongos y la humedad
ambiental. Existen en
el mercado higrómetros, que
miden la humedad y deshumificadores
eléctricos, que la absorben
de las habitaciones
cuando ésta es elevada.
Las paredes y suelos han
de poder limpiarse con facilidad
y no tener moquetas ni alfombras.
Lo más recomendable
es que las pinturas sean
plásticas y lavables y los muebles
metálicos o de madera,
sin ningún tapizado que contamine
su pureza. Las cortinas
cuantas menos mejor y han de
poder aguantar las numerosas
veces que van a pasar por la
lavadora.
Una curiosidad: para eliminar
los ácaros de los pequeños
objetos de tela, como los peluches
y las almohadas, se pueden
meter en el congelador
durante 24 horas.
La habitación
La habitación de la persona
alérgica ha de limpiarse con
más esmero. Ha de ser preferiblemente
exterior, estar bien
ventilada y sin manchas de
humedad. Su limpieza ha de
hacerse por la mañana, con la
ventana abierta y, a ser posible,
sin que esté la persona
alérgica en la habitación (de
no ser así deberá llevar puesta
una mascarilla). Además, la cama
ha de hacerse una vez ventilado
el dormitorio.
Una vez limpia la habitación,
la puerta y la ventana se
cerrarán y no se volverá a entrar
en ella hasta la hora de
acostarse. La decoración ha de
ser lo más parecida a la de un
hospital con tan sólo la cama,
la mesita y el armario. ni estanterías
con libros, ni juguetes,
moquetas, alfombras, cortinas,
posters o peluches en
los que el polvo se pueda alojar.
En el caso de niños, es preferible
que los muñecos de
plástico sustituyan a los habituales
de peluche o de trapo
pero si el niño se encapricha
de un peluche, éste ha de poder
lavarse a 70º y meterse en
el congelador un par de días
cada poco tiempo.
El colchón y la almohada es
preferible que sean de gomaespuma
o de material acrílico y al
menos una vez al mes, se ha de
aspirar, unos diez minutos, cada
cara del colchón y dos o tres veces
al año ponerlo al sol durante
media hora. La almohada también
tiene que aspirarse al menos
una vez al mes. Las sábanas
han de lavarse dos veces por semana
a más de 60º, pues ni el
agua fría ni los detergentes son
capaces de matar los ácaros, y
las mantas han de ser acrílicas,
airearse con frecuencia y lavarse
cada tres meses. Lo mejor es
que estas últimas durante el verano
se guarden en otra habitación.
Si es posible usar secadora
se ha de tener dentro la ropa de
cama a más de 55º durante al
menos diez minutos.
Pero por muy metódicas y
rigurosas que sean estas medidas
no consiguen eliminar totalmente
los ácaros. Por este
motivo, es muy importante la
utilización de fundas protectoras
antiácaros que recubran de
manera completa y hermética
el colchón y la almohada. Dichas
fundas permiten la transpiración
corporal a la vez que
impiden el paso hacia el exterior
de las partículas alergénicas
y de los ácaros evitando, de este
modo, su contacto directo
con la persona alérgica durante
la noche. Con las fundas de
plástico puede que los ácaros
no logren llegar al cuerpo pero
con ellas el sudor está garantizado
y, por tanto, la humedad.
Pero, ¿qué es una
alergia'
Los humanos contamos con un
'ejército' de anticuerpos que bajo
el mando del sistema inmunológico
han sido adiestrados
para protegernos de toda aquella
sustancia proveniente del exterior
que pudiera hacernos daño.
El problema llega cuando
nuestro cuerpo reacciona de
forma excesiva ante una sustancia
que no tiene ninguna intención
de agredirnos. La reacción
anormal es lo que se conoce
como alergia y la sustancia causante
es el alérgeno.
Aunque el abanico de posibilidades
es muy amplio, las
alergias más habituales son al
polen, hongos, epitelios de los
animales domésticos, algunos
productos de uso profesional
como el látex y, cómo no, a los
ácaros del polvo domestico.
Las reacciones tampoco
son siempre las mismas. Desde
lagrimeo, picor ocular o conjuntivitis,
hasta estornudos, picor
y congestión nasal, tos,
ahogos, rinitis y asma, pasando
por habones, dermatitis y urticarias,
alertan sobre la posibilidad
de padecer un problema
alérgico. Precisamente rinitis y
asma alérgicos son los principales
síntomas de la alergia a ácaros.
No obstante, para saber si
realmente se trata de una alergia
y conocer la sustancia responsable
se ha de acudir a un
especialista, el cual le realizará
las pruebas pertinentes e instaurará
el tratamiento.
FUENTES: Fundación de Alergología
e Inmunología Clínica de la Sociedad
Española de Alergología e Inmunología
Clínica y Sociedad Gallega de Alergología.
Más información:
www.seaic.org.
www.sgaic.org.
www.flomy.com