España está nuevamente a la
cola de Europa. La población
española presenta un déficit
importante de vitamina D, superior
incluso al de países del
norte y el centro del viejo continente.
Y todo ello a pesar de
contar con una latitud que favorece
la absorción de esta vitamina
a través de los rayos UVB.
No hay que olvidar que su aliado
y fuente fundamental es el
sol. Bastaría con tomar de 10 a
15 minutos el sol en manos,
brazos y cara de dos a tres veces
por semana para satisfacer
los requerimientos de vitamina
D que necesita el organismo.
Pero, 'para conseguir este aporte
sería necesario no utilizar un
filtro de protección solar mayor
de ocho', una medida con la
que están en contra los dermatólogos,
asegura José Manuel
Quesada, jefe del Servicio de
Metabolismo Óseo del Hospital
Universitario Reina Sofía. Ante
el riesgo de aumentar los casos
de melanoma, habría que recurrir
a la dieta para hacer frente
a este déficit vitamínico.
La vitamina D en la
alimentación
La vitamina D está presente a
diario en la cesta de la compra,
puesto que alimentos tan
elementales como el queso, la
mantequilla, el pescado graso,
los huevos o la leche son
fuentes importantes de esta vitamina.
Pero, las proporciones
necesarias son desorbitadas.
Para 'estar a la altura' y alcanzar
los niveles recomendados,
una persona debería tomar 33
lonchas de queso suizo, o 12
sardinas, o 20 huevos, o 7,5
litros diarios de leche. Ante esta
situación, el Dr. Quesada
rompe una lanza a favor de
añadir suplementos de vitamina
D a ciertos alimentos, como
la leche, los zumos y los
cereales, una práctica que ya
se viene realizando en países
como Reino Unido y Holanda.
Cantidades
recomendadas
Pero, ¿cuáles son los niveles recomendados?
La Sociedad Española
de Dietética y Ciencias
de la Alimentación establece
este nivel en 5 mg/día para
adultos y niños mayores de 6
años, y en 10 mg/día en el caso
de los más pequeños.
Como ya se ha comentado,
debe mantenerse unos niveles
adecuados de ingesta de esta
vitamina, dado que tanto la carencia
como el exceso en su
consumo puede traducirse en la
aparición de ciertos trastornos.
Quienes carecen de ella lo sabrán
si sufren, según esta sociedad
científica, raquitismo, osteomalacia,
piernas arqueadas, caries dentales, malformaciones óseas, ardor de boca y garganta,
sudoración del cuero cabelludo,
diarrea e insomnio. Por el
contrario, los síntomas que delatan
a una persona con exceso
de vitamina D son, entre otros,
pérdida de apetito, dolor de cabeza,
micción frecuente, alteraciones
renales en los niños, o
náuseas, vómitos y diarrea.
Más información:
www.nutricion.org
www.senba.es