Las reservas de hierro del organismo
humano están sometidas
a un proceso de constante
desgaste. Un hombre
adulto pierde diariamente cerca
de 1 mg de hierro y las mujeres
en edad fértil, cerca de 2
mg. Estas pérdidas de hierro
se deben a la descamación celular
del tracto digestivo y a las
pérdidas de sangre durante la
menstruación en el caso de la
mujer. Ahora bien, aunque las
cantidades de hierro ingeridas
con la alimentación pueden
compensar estas pérdidas fisiológicas,
no son suficientes
para cubrir un eventual incremento
de las necesidades de
hierro. Por eso, este aumento
de las necesidades concretas
es, en muchos casos, el responsable
de la aparición de un
estado carencial, junto con las
hemorragias intensas y un
aporte de hierro insuficiente.
La falta de hierro es uno de
los cuadros carenciales más habituales
en el mundo occidental.
Pero detectar esta carencia
no es tarea fácil -y menos aún,
si no se trata de un déficit muy
acusado sino de un estado latente,
lo que suele ser bastante
habitual.
Causas
" Una alimentación pobre
en hierro que no llegue a
cubrir las necesidades individuales,
por ejemplo en casos
de desnutrición o de vegetarianismo
puro.
" Una absorción de hierro
deficiente o una alteración de
la capacidad para almacenarlo.
" Grandes pérdidas de
sangre, como las derivadas de
menstruaciones muy abundantes
o durante el parto, intervenciones
quirúrgicas, accidentes
o simplemente donaciones
de sangre.
" Ciertas alteraciones del
tracto digestivo o de otras funciones
fisiológicas que impiden
o dificultan la absorción
de hierro.
" Un incremento de las
necesidades de hierro en determinadas
etapas y circunstancias
vitales como es el caso de
los niños en edad de crecimiento
y desarrollo, las mujeres
jóvenes al llegar a la pubertad,
las personas convalecientes o
los deportistas de alto rendimiento.
Además, las necesidades
de hierro aumentan de manera
considerable durante el
embarazo y la lactancia.
Síntomas
Debilidad, falta de energía, piel
pálida, cabello seco y sin brillo,
uñas quebradizas, cansancio
continuado, propensión a los
resfriados, hipersensibilidad
ante los cambios climáticos,
falta de concentración y descenso
del rendimiento físico e
intelectual, son manifestaciones
de una falta de hierro latente.
Como estos síntomas
son muy inespecíficos, a menudo
este déficit pasa desapercibido
durante mucho tiempo,
ya que las personas afectadas
consideran que son molestias
cotidianas sin importancia.
Para evitar estos síntomas,
distintos organismos recomiendan
una ingesta diaria de hierro
de entre 12 y 18 mg para niños
en edad escolar, jóvenes y adultos,
de 30 mg para embarazadas
y de 25 mg para madres en
período de lactancia.
Pero no todo el hierro
aportado al organismo consigue
ser absorbido. Según la
Sociedad Española de Nutrición
Básica y Aplicada, para
optimizar la absorción de hierro
es necesario incluir en cada
comida una fuente de vitamina
C (verduras de hoja verde o
tomates y de postre un cítrico).
Además hay que evitar
consumir té o café con las comidas
y no acompañar los alimentos
ricos en hierro no
Hem (el de menor absorción)
con lácteos. Los productos integrales
y las legumbres también
proporcionan hierro y
otros minerales muy necesarios
para nuestro organismo.
No obstante, en algunas
ocasiones no es fácil obtener y
absorber todo el hierro necesario
a través de la dieta y se
requiere tomar diariamente un
suplemento de hierro que ayuda
a recargar nuestros depósitos,
aumentando la vitalidad y
mejorando la capacidad de
concentración.