Un trastorno especialmente

desagradable y de aparición

frecuente es la fisura o úlcera

anal, que consiste en un

desgarro o grieta que se produce

en la mucosa del ano.

Suele anunciarse con la presencia

de sangre roja y brillante

(rectorragia) en la superficie

de las heces, con el acompañamiento

inevitable de que éstas

son duras y voluminosas,

lo que genera un dolor francamente

insoportable, hasta el

punto de que se llega a temer

el momento en que se tiene

que acudir al servicio.

No se conoce con exactitud

cuál es la causa que produce

tal desgarro, aunque

todo parece apuntar al estreñimiento

crónico como uno

de los principales factores responsables

de su aparición,

aunque en aproximadamente

el 7 por ciento de los casos la

diarrea parece ser también un

factor predisponente. En cualquier

caso, también se menciona

como posible agente

causal cualquier circunstancia

que pueda predisponer a esta

zona anal a sufrir un traumatismo,

como -además de heces

muy sólidas- diarreas muy

líquidas e irritantes, tratamientos

quimioterápicos, hemorroides,

etc.

Contracción refleja

La ulceración propia de la fisura

produce una contracción

refleja de los músculos que

conforman la zona anal, lo

cual impide una cicatrización

adecuada de la lesión, con el

consiguiente riesgo de que el

problema se vuelva crónico. El

dolor, que hace acto de presencia

durante el paso de las

heces al exterior, es fluctuante,

es decir, por momentos desaparece

o se atenúa para volver

con más intensidad, y puede

persistir desde unos cuantos

minutos hasta incluso horas.

La presencia de sangre suele

ser más bien escasa, no se ve

mezclada con las heces y, por

lo general, deja las típicas

manchas rojas en el papel higiénico.

En ocasiones a estas

molestias se suma picor anal.

Tratamiento

Se estima que más del 50

por ciento de los casos se curan

espontáneamente. Si el

problema persiste, la citada

contracción de los músculos

anales conlleva que los tratamientos

aplicados vayan dirigidos,

precisamente, a vencer

esa hipertonía muscular,

pero en cualquier caso el tratamiento

inicial para solventar

la fisura es evitar el estreñimiento

a fin de que el acto

de defecar no sea tan doloroso

y la cicatrización de la fisura

sea más rápida.

Para ello, como primera

medida, los especialistas recomiendan

una dieta exenta de

alcohol, café, picantes, marisco

y chocolate, así como

aumentar el consumo habitual

de productos ricos en fibra

(fruta, verduras, hortalizas,

pasta, legumbres, arroz,

pan y cereales integrales) y

beber mucha agua. La fibra

tiene una gran capacidad para

absorber y retener agua, lo

que contribuye a aumentar el

bolo fecal y, consecuentemente,

a evitar el estreñimiento.

De paso, se previenen

ciertos tumores, se ayuda

a reducir el colesterol y a controlar

la diabetes, entre otras

enfermedades.

Otra recomendación para

los aquejados de fisura anal

son los baños de asiento con

agua tibia durante 10 ó 15

minutos después de la evacuación,

pues proporcionan

sensación de bienestar y porque

de esta manera se consigue

la relajación del músculo

que controla el cierre del ano.

No obstante, conviene no

abusar del lavado anal -no

más de dos veces al día, con

jabón neutro y secado suave-,

para no provocar irritaciones y

además porque las causas de

la fisura no residen en la falta

de higiene.

También el médico suele

recomendar la aplicación de

pomadas o cremas que contengan

anestésicos locales y

antiinflamatorios para aliviar

los síntomas. Si estos productos

se aplican en la fase inicial

de la formación de la úlcera,

se puede lograr una pronta

cicatrización y, por tanto, resolver

el problema, pero si la

fisura se encuentra en fase

avanzada tales medidas no

van a resultar efectivas. No

obstante, advierten los especialistas,

estos tratamientos

pueden provocar pérdida de

sensibilidad de la piel, irritación,

alergias, cefaleas, etc.

Por ello su uso no debe excederse

más allá de una semana,

y además están contraindicados

si existe infección.

Estas medidas alivian la sintomatología,

pero no está probado

que influyan en el tiempo

de curación.

Según el doctor Jorge Baixauli

Fons, del Departamento

de Cirugía General y Digestiva

de la Clínica Universitaria de

Navarra, un tratamiento más

reciente para la fisura anal consiste

en aplicar ungüentos o

pomadas a base de nitroglicerina,

a fin de relajar la musculatura

esfinteriana, de tal modo

que, al aplicarla durante un

mes como mínimo, se permitiría

la cicatrización de la úlcera.

Otra modalidad terapéutica,

basada en el mismo fundamento,

consiste en inyectar

toxina botulínica en el músculo

esfinteriano para producir

una parálisis reversible de éste

y favorecer así el proceso de

cicatrización de la úlcera. Estos

tratamientos tienen una efectividad

inicial cercana al 80 por

ciento, pero con el paso del

tiempo se ha observado que la

misma se reduce a la mitad.

Cirugía

Cuando todos los tratamientos

descritos fracasan, queda el recurso

de la cirugía para intentar

disminuir el tono esfinteriano,

ya sea mediante una dilatación

forzada que produzca un desgarro

de sus fibras, o bien mediante

un pequeño corte en el

esfínter anal, lo que se conoce

como esfinterotomía. Este corte

permite que el ano se relaje

y la fisura llegue a cicatrizar.

Según los expertos, esta

modalidad terapéutica es muy

eficaz, pero conlleva algunas

complicaciones asociadas, como

es el hecho de que en determinadas

ocasiones el esfínter

quede dañado de forma

irreversible, lo que dificultaría

el control de gases y, más raramente,

al realizar esfuerzos,

de las heces. Este carácter irreversible

de la operación es lo

que hace aconsejable agotar

previamente la aplicación de

todos los tratamientos más

conservadores.

Más información:

www.aegastro.es