Millones de personas en

España han dejado de

fumar y cada día son muchos

los que lo intentan, en concreto,

unos dos millones y medio

en lo que va de año. Aún así, la

ley antitabaco parece perder

fuerza disuasoria año y medio

después de su entrada en vigor:

mientras que en 2006 el

36% de los españoles había intentado

por estas fechas abandonar

este hábito, en lo que va

de año este porcentaje ha bajado

al 20%, según una encuesta

realizada por la Sociedad Española

de Medicina de Familia y

Comunitaria (semFYC).

Esta normativa sigue siendo

uno de los elementos claves

que animan al fumador a

intentar dejar el hábito pero,

en la mayoría de las comunidades

autónomas, carece del

apoyo institucional necesario

para poder explotar todo su

potencial disuasorio, según la

citada sociedad médica. Una

falta de apoyo que está en línea

con el alto porcentaje de

recaídas que recoge la encuesta:

un 66% de los que han intentado

dejar el tabaco este

año no han aguantado ni una

semana sin fumar.

El seguimiento por el personal

sanitario, la prescripción

de fármacos cuando sea necesario

o la derivación, en casos

excepcionales, a unidades especializadas

de deshabituación,

deben estar disponibles

en el sistema sanitario público,

en opinión del doctor Javier

Matáix, coordinador del Grupo

de Atención al Tabaquismo

(GAT). Y es que no sólo se ha

de crear un clima favorable al

abandono sino que se han de

desarrollar conjuntamente otro

tipo de actividades.

Restricción total

Una de las principales metas

que se ha marcado alcanzar la

ley antitabaco es proteger a la

población no fumadora. Para

lograr este objetivo, limita el

consumo de tabaco en los lugares

cerrados de concurrencia

pública, pero para algunas instituciones

esto no es suficiente.

La Organización Mundial de la

Salud se muestra así de contundente:

los ambientes 100%

libres de humo de tabaco son

la única manera comprobada

de proteger adecuadamente la

salud de todas las personas de

los efectos devastadores de la

exposición al aire contaminado

por el humo del tabaco. En este

sentido, el Libro Verde de Espacios

sin Humo en Europa recomienda

la restricción total al

consumo de tabaco en los espacios

públicos, independientemente

de sus dimensiones.

De momento sólo Irlanda y Escocia

se han sumado a esta

medida y en los próximos meses

entrará en vigor en el resto

del Reino Unido. No obstante,

según las encuestas realizadas

por la Comisión Europea, el

80% de los europeos apoyaría

dicha medida, incluido el 60%

de los fumadores.

Escaso cumplimiento

La Organización de Usuarios y

Consumidores (OCU) ha visitado

976 de los lugares que

controla la Ley en las 17 Comunidades

Autónomas y ha

comprobado que en el sector

de la hostelería (bares, cafeterías

y restaurantes) es donde

más se incumple. Pocos de

ellos han optado por ser espacios

sin humo (sólo el 10% de

los bares y el 15% de los restaurantes

de más de 100 m2);

un 44% cuenta con una señalización

inadecuada en el exterior,

el 85% de los restaurantes

con zona de fumadores tiene

un área habilitada para fumar

demasiado amplia y el 37% de

ellos no cuenta con una separación

física adecuada.

Apoyo farmacéutico

Según la Organización Mundial

de la Salud, sólo el 5% de

los fumadores que intentan

dejar el tabaco sin ningún tipo

de ayuda lo consigue. Por esta

razón los nuevos tratamientos

farmacológicos y el apoyo y

seguimiento del profesional

sanitario se hacen cada vez

más imprescindibles.

El farmacéutico juega un

triple papel en el abandono del

tabaquismo: capta a los pacientes

y los anima a dejar de

fumar, ayuda a los que tienen

dificultades para acceder al sistema

sanitario y deriva al médico

cuando el tratamiento necesita

receta médica.

Una opinión que cuenta

incluso con el apoyo de los

propios pacientes. Una reciente

encuesta en la que han participado

2.200 fumadores de

todo el mundo ha desvelado

que 7 de cada 10 fumadores

que quieren dejar de fumar

creen que para abandonar esta

adicción es necesario contar

con ayuda.

El farmacéutico asesora sobre

el tratamiento más adecuado

y realiza una labor de

seguimiento y motivación

que mejora significativamente

las expectativas de éxito.