La osteoporosis es una enfermedad

de adultos que

comienza mucho tiempo

atrás, ya que es en la infancia

y en la adolescencia cuando se

ponen las bases para poder

disfrutar en la vejez de unos

huesos sanos y resistentes. No

en vano, la infancia es la etapa

en la que se forma gran parte

de la masa ósea (el 90%) y un

desarrollo incorrecto puede

ocasionar osteoporosis y fracturas

de cadera en etapas más

tardías. Y es que cuanta más

masa ósea se ‘almacene’ en un

principio, mejor se podrá soportar

la pérdida que irremediablemente

va unida al paso

de los años. Tal es la relación

entre infancia y osteoporosis,

que se ha demostrado que si

se aumenta un 10 por ciento

el pico de masa ósea, entendiendo

como pico de masa

ósea la cantidad total de tejido

óseo alcanzado al final de la

maduración esquelética y que,

como es lógico, se consigue

sobre todo durante la infancia

y la adolescencia, la osteoporosis

retrasará su aparición

hasta trece años después de lo

que lo haría si la masa ósea

fuese menor.

Está en nuestras

manos

Modificar la nutrición y el estilo

de vida de los más pequeños

de la casa es fundamental para

salvaguardar la salud de sus

huesos cuando lleguen a ancianos.

Contra los genes y las hormonas,

los otros factores que

entran en juego, poco o nada

podemos hacer, pero sí podemos

dar a los niños el calcio y la

vitamina D que necesitan para

crecer sanos y fuertes y animarles

a romper con el sedentarismo

y a hacer ejercicio. Lamentablemente,

menos del 10 por

ciento de los niños toman el

calcio que necesitan, con todos

los riesgos que esto conlleva,

pues el calcio es el componente

estrella de los huesos. En este

sentido, con la esperanza de

concienciar a la población de la

importancia de tener unos huesos

sanos en la infancia para

prevenir la osteoporosis, la Fundación

Hispana de Osteoporosis

y Enfermedades Metabólicas

Óseas (FHOEMO) ha puesto en

marcha la campaña Alimenta

sus huesos, cuida su salud.

Conseguir que los pequeños

tomen el calcio que necesitan

para crecer sanos y fuertes

es relativamente fácil porque

basta con darles alimentos ricos

en este componente, sobre todo

productos lácteos. El problema

es que no puede trabajar

sólo, sino que necesita que

el organismo tenga suficiente

vitamina D para ser absorbido

por el intestino y entrar a formar

parte de los huesos. Hay

que tener en cuenta que si el

calcio que proviene de la dieta

no es absorbido, la calidad y la

cantidad de hueso disminuyen

y es imposible que se forme

masa ósea nueva y más fuerte.

El papel

de la vitamina D

La dieta de la mayoría de los niños

y jóvenes españoles presenta

importantes carencias de nutrientes

básicos entre los que

destaca el déficit de vitamina D.

Se trata de una de las insuficiencias

más habituales y preocupantes,

que afecta al 60 por

ciento de los niños españoles.

La carencia de vitamina D conlleva

entre otras cosas, una menor

absorción de calcio, lo que

abre la puerta, como hemos visto,

a la osteoporosis y a un riesgo

mayor de fracturas. Incluso

esta carencia podría propiciar el

retorno de una importante

amenaza infantil: el raquitismo.

La exposición solar es la

principal fuente de vitamina D.

Aunque parezca raro en un país

de clima mediterráneo como el

nuestro, los índices de vitamina

D sólo se nivelan en los meses

cálidos. Pero no debemos llamarnos

a engaño: el sol no es

suficiente, y más ahora que debemos

protegernos de sus efectos

nocivos. En concreto, sólo

con aplicar a los niños una crema

protectora de factor 8 durante

el verano, el organismo

ya no absorbe la vitamina D.

Además el frenético y sedentario

ritmo de vida de la sociedad

alejan a los niños de las actividades

al aire libre.

La dieta es otra fuente de vitamina

D, pero es difícil alcanzar

los niveles diarios recomendados

a través de la alimentación

y, de hecho, la mayor parte de

la población no lo consigue. Por

ello, en un contexto donde el

sol y la dieta no bastan, hay que

recurrir a alimentos enriquecidos

con vitamina D para conseguir

más fácilmente los mínimos

necesarios, establecidos en unas

200 UI (unidad internacional)

cada día. No obstante, el pasado

mes de octubre, la Asociación

Americana de Pediatría

(AAP) hizo pública su recomendación

de doblar la cantidad de

vitamina D recomendada para

bebés, niños y adolescentes. Según

esta entidad, los más pequeños

deben recibir 400 unidades

internacionales (UI) de

vitamina D al día desde los primeros

días de vida.

FUENTES: Fundación Hispana de Osteoporosis

y Enfermedades Metabólicas

Óseas (FHOEMO) y Programa

NUSA (Nutrición y Salud).