Datos del Ministerio de Sanidadrevelan que la cocaínaen polvo -el clorhidrato decocaína, uno de los principalesderivados de la hoja de coca- esla segunda droga más consumidatanto en España como enEuropa. La prevalencia anual desu consumo ha aumentado claramenteen los últimos años:desde el 1,6 por ciento…
Datos del Ministerio de Sanidad
revelan que la cocaína
en polvo -el clorhidrato de
cocaína, uno de los principales
derivados de la hoja de coca- es
la segunda droga más consumida
tanto en España como en
Europa. La prevalencia anual de
su consumo ha aumentado claramente
en los últimos años:
desde el 1,6 por ciento en 1999
hasta el 3 por ciento en 2005;
en este periodo, dicha prevalencia
registró un aumento concreto
entre los adolescentes y
adultos jóvenes, incluidos los
estudiantes de 14 a 18 años.
Las encuestas revelan que el 7
por ciento de los estudiantes de
enseñanza secundaria en estas
edades han experimentado alguna
vez con esta sustancia.
No obstante, unas recientes
declaraciones de la delegada del
gobierno para el Plan Nacional
sobre Drogas, Carmen Moya,
aclaran que después de ese periodo
de alza que parecía casi
imparable, en la actualidad dicha
prevalencia se ha estabilizado
en torno al 3 por ciento, y
actualmente es 'alentador' el
descenso observado en la citada
franja de edad, no sólo de consumo
de cocaína, sino también
de alcohol, tabaco y cannabis.
Un informe del Plan Nacional
Sobre Drogas señala que en
nuestro país el consumo de cocaína
tiene, por lo general, un
carácter esporádico, pero la mayoría
de sus consumidores también
lo son de otras sustancias,
sobre todo alcohol, tabaco, cannabis,
anfetaminas, éxtasis, benzodiacepinas
y alucinógenos.
Un cóctel letal, no en vano este
consumo simultáneo de diversas
drogas potencia el abuso de
las mismas, aumentando de forma
sustancial el riesgo de sobredosis,
muerte súbita y distintos
daños orgánicos.
En los entornos juveniles -subraya
el informe- la razón más
frecuente que se esgrime para
justificar su consumo va unida a
la idea de fiesta y diversión.
Atrapados
Pero cuando el consumo se
convierte en hábito, la cocaína
comienza a mostrar su verdadero
y sombrío rostro: tales
motivaciones cambian entonces
radicalmente y se comienza
a consumir en solitario, pero ya
no se consigue disfrutar con
ello; surge entonces un sentimiento
de estar atrapado, de
tener un grave problema, aparecen
el retraimiento, la depresión,
las ideas paranoides y la
sensación de profunda soledad.
La gran capacidad adictiva
de la cocaína explica el porqué
del riesgo que supone experimentar
con esta sustancia en
edades tempranas, pues ello
puede derivar en conductas de
abuso o dependencia. Una advertencia
expresa que en este
sentido hace la Agencia Antidroga
de Madrid es que resulta
muy difícil 'controlar' su consumo,
según se desprende del
hecho de que la mayoría de los
adictos comenzó con consumos
ocasionales o esporádicos
en contextos recreativos.
En casos de intoxicación
crónica aparecen una sensación
de tristeza, retraimiento y cansancio.
Además de estos cambios
de tipo psicológico y del
comportamiento, después del
consumo surgen diversas alteraciones
de tipo físico como taquicardias,
dilatación de las pupilas,
lenguaje incoherente y agresividad
verbal, deterioro de la capacidad
de juicio, aumento de la
presión arterial, sudor, fiebre, escalofríos,
vómitos, pérdida de
apetito, etc.
Algunas de las complicaciones
pueden acarrear consecuencias
especialmente graves,
como puede ser la disminución
brusca e intensa de la circulación
sanguínea, infarto agudo
de miocardio, hemorragias cerebrales,
crisis convulsivas con
pérdida de conciencia, asfixia o
síndrome hipertérmico.
Sospecha
Si algún padre sospecha que
su hijo puede haberse embarcado
en el consumo de drogas,
los expertos en adicciones
recomiendan estar atentos
ante determinados signos o
cambios en ellos, pero no obsesionarse
porque muchos de
estos signos no necesariamente
han de estar relacionados
con las drogas. Hábleles del
tema con la mayor serenidad
y franqueza posibles, pues es
fundamental mantener una
relación de confianza mutua
con ellos. En cualquier caso,
hay que observar:
» Cambios bruscos de carácter.
» Decaimiento y trastornos
del sueño.
»Descenso brusco del
rendimiento escolar o problemas
laborales.
» Interés súbito por el dinero
o incremento injustificado
de los gastos. Pequeños
hurtos o robos a otros miembros
de la familia.
» Ausencia de casa durante
uno o dos días sin motivo
aparente, seguidos de prolongados
períodos de sueño.
» Relaciones con personas
ajenas a su círculo social.
» Presencia de drogas entre
sus efectos personales (polvo
blanco envuelto en papel
de plata, pastillas, etc.).