La obesidad abdominal hace
referencia a algo más que
al simple exceso de peso. En
los últimos años se ha demostrado
que la distribución de la
grasa en el organismo tiene
un gran impacto en el desarrollo
de enfermedades cardiovasculares
y en la aparición
de la diabetes. A día de hoy,
se considera un predictor de
riesgo cardiovascular más específico
y sensible que el Índice
de Masa Corporal (IMC) y
el perímetro de la cintura y se
ha instaurado como uno de
los criterios de medición más
sencillos.
Las recomendaciones médicas
internacionales han estipulado
que, en el caso europeo,
existe obesidad abdominal
cuando el perímetro de la cintura
es superior o igual a 102
centímetros en hombres y a 88
centímetros en mujeres.
Consenso médico
A pesar de todas sus ventajas,
medir la cintura no es aún una
práctica médica habitual en
España. Por ello, las diez principales
sociedades científicas
relacionadas con el riesgo metabólico,
con el patrocinio de
Sanofi-Aventis, se han unido
para llegar a un consenso en
esta materia y han constituido
el Grupo CONVERGE para resaltar
la importancia del riesgo
cardiometabólico asociado a la
obesidad abdominal y promover
medidas eficaces de prevención,
identificación y tratamiento.
Una de las principales conclusiones
a las que han llegado
es que la medición del perímetro
de la cintura debe formar
parte de la estimación inicial
del riesgo cardiometabólico de
cualquier individuo para su
evaluación conjunta con el resto
de factores de riesgo. Así, se
podría identificar a los pacientes
obesos que reúnan una alta
probabilidad de padecer una
enfermedad cardiovascular. En
la actualidad, las enfermedades
cardíacas y los accidentes cardiovasculares
son la primera
causa de muerte en el mundo
y cada año acaban con la vida
de 17,5 millones de personas,
un 80% en países con rentas
medias y bajas.